martes, 18 de agosto de 2015

Ser, estar o parecer

Ser, estar o parecer.

Con lo fortuito que es el encontrarse. Con lo sencillo que resultó mirarse. Con lo adecuado que fue darse dos besos, presentarse y seguir el camino ese por donde fuera que íbamos. Supongo que eso fue lo que quisiste ser: No estar. Parecer, pero no pecar de igualarse. Con lo fácil que era no mostrar ni un ápice de aprecio. Con lo fácil que era para ti. Lo bien que me lo dejaste caer.

Y voy y me complico la vida en unos ojos. En una sonrisa. En una cara dulce, de tez blanca, con rizos morenos, de pelo largo al viento. Qué complicado nos lo pusimos todo. Qué difícil resultó ser tímido y ser. Ser algo más que cero en tu corazón, en tu bondad, en tu aprecio. Qué difícil es serte útil cuando tú no estás por la labor. Lo difícil que pusiste éso de ser amado.

O lo imposible de estar. Con lo sencillo que me resultó a mí. Ya no sólo por la atracción física que es tan efímera como delatadora. Sino por las emociones que están, que no se pueden explicar, pero que sí escribirse. Pues eso que, estar enamorado cuesta la propia vida y tú sin estar. Porque cuando no se es, no se es, pero cuando no se está es mucho más claro todo. Más sencillo. Es como sentenciar el que no se es, y encima ponerle lugar, fecha y aviso de no retorno. Que no se está, pero sobre todo que nunca se va a ser. Que nunca será.

En resumen, que qué difícil es eso de ser, de estar o parecer. Cuando no se es. Cuando no se está, pero sobre todo, cuando lo que sentimos, no se pareció ni por un asomo, a lo que pudo ser, al que está sin estar, y a lo que debió parecerse.

Ser, estar o parecer. Y tú en ninguna de ellas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...