jueves, 22 de diciembre de 2022

Mil veces amor

Volverse a leer. Que estás aquí sin habértelo pedido. Buscándome entre cualquier punto y coma, a cualquier hora de la tarde, entre cualquier propuesta de amor.

Que andes aquí curioseando cualquier hipotético principio. Ver como tu sonrisa  entraba en mi vida sin permiso. Buscándose un nuestro. Probándose un nosotros.

Que aquí perdida en estas líneas te sientes segura de cualquier proposición de amor. De cualquier caricia a destiempo, de cualquier beso aún no pedido; escapando la imaginación a cualquier cuento, a cualquier rincón de tu piel, erizada sin saber porqué.

Y mira que te lo avisé; que no me leyeras tanto, que ibas a volver. Y aquí te encuentras de nuevo, consumiendo cualquier escrito de amor, cualquier frase que se deje firmar a tu nombre, pidiendo autoría en cualquier labio ajeno, en cualquier esquina de tus comisuras, donde era yo el que te leería mil y una vez.

Y esperas, no sólo a que no acabe el texto sino a que te regalen cualquier futuro nuestro, cualquier cariño que nos haga cambiar la idea se relación. Nos valía cualquier bonita provocación, y empezar a pedirnos fuera de carta, lejos de cualquier borde de cama,

Donde mil veces nos leímos,

Y en ninguna nos llamamos amor.

martes, 20 de diciembre de 2022

No me leas tanto

No me leas como alumno rebelde pidiendo casi perdón. No me leas como sinónimo de léeme si te atreves. No me leas como afirmación de todo lo que nunca te llegaron a decir. No me leas como coincidencia de destino provisional, como buen eufemismo de 'te estaba esperando'. No me leas como cualquier oposición al amor. A donde vamos a jugárnosla habiendo estudiado mucho, habiéndonos hecho otros tan poco el amor. No me leas como provocación, como las palabras besos, sexo, desnuda, aquí, ven, sábanas al suelo, amor, agarrarse, manos, piel, gemido, labios, cualquier caricia, susurro, vino, manta, orgasmo, más, manzana, pecado, yo tu Adán, tú tan...

Que todas las leíste con ganas, con toda la intención de que te pillen, con cualquier indirecta hacia tus miedos. Todas esas guardadas en ese cajón que pone bien detallado: No me leas tanto. Profanando cualquier versículo de la biblia hablando del pecado en cuerpo ajeno, donde yo me creía Adán, y tú tan del verbo quererse. De la primera persona del plural del futuro casi perfecto.

Supongo que así debimos de llegarnos a cruzar; por puro azar, por destino, por futuro casi perfecto, en una 'x'  pintada con la misma tinta que casualmente están escritas estas letras. Marcando tus labios como sitio donde debí de perderme más de una vez sin que tú lo supieras. Supongo que, por ahí, y te aviso ya de antemano, seguiré perdiéndome más de mil veces.

Supongo que fue cualquier mirada, cualquier sonrisa furtiva a eso de las ocho de la mañana. Y de ahí imaginarla todas las mañanas en una cama deshecha, con ropa y sábanas al suelo. Me imagino la estampa en cualquier domingo nublado, en cualquier suelo, ambos descalzos, tú con una camiseta que te quedaba grande, yo, con una camiseta menos. Siempre cumpliendo lo de que menos por más es menos, que cualquier polo opuesto se atrae, que cualquier lengua se va a comer a cualquier matemática y viceversa. Cualquier excusa para creerte protagonista de un cuento que no te contaron en tu clase, en cualquier aula del que nunca fuimos alumnos, pero sí gritábamos presente.

Supongo y quiero pensar que el viaje, el que sea, se te hizo largo. Muy largo. Como para leerse tres o cuatro besos. Que ninguno de los dos llegamos hasta aquí sin no haber vivido antes unos treinta y pico. Con muchas historias que no merecieron la pena ni escribirlas. Supongo que, todo fue cuando empezaste a ser curiosa en cualquiera de mis letras, en cualquiera de mis días. Y me llenabas con solo mirarme sin tú quererlo, con sólo sonreírme sin ni si quiera tener una intención. Eso bastó, cualquiera de tus labios, cualquiera de tus miradas pidiéndome fuera de carta, abusando de la gentileza de cualquier mal escritor, de cualquier abusón de la palabra, de cualquier matón de clase, de cualquier amor. 

Y aplicar la ley pirata de un amor libre en cualquier agua. Inventando excusas para escribirte, cualquier motivo para ofrecerte un 'no me leas' de campeonato. Con mi nave rota por el oleaje, ahí iba soltando tus vocales en cualquiera de mis palabras piratas de bitácora. Encallando en una boca que tiene tu nombre. Pisar tierra que me sabe a cualquier hogar que quisimos compartir, maldiciendo tus vacaciones como un lugar donde nunca te veré, y ver como te alejas en un horizonte donde cada vez se ve mejor tu silueta y peor tus intenciones de si vas a darte la vuelta y volver.

Y aquí estás, leyendo a escondidas unos versos que te dije que nunca leyeras,

Como si la vida fuera a empezar hoy, o acabarse mañana.

Como si fuéramos a dejar de vernos o leernos para siempre. En ese intervalo infinito de tiempo.

No me leas tanto. 

Porque me vas a echar de menos hasta enero, hasta volver a vernos.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Definición de amor

Nos han puesto trampas hasta en las comisuras de nuestros labios, en aquellas esperanzas de cualquier amor perdido. Nos han puesto zancadillas hasta cuando estábamos ya caídos, con las alas bien rotas, con las heridas aún abiertas de tanta batalla perdida, de tanto amor servido, de tanto amor exigido.

Nos han mal querido mucho de sábanas para fuera. Hasta tal punto de que nos hemos sentido a la deriva en cualquier océano nuevo, en cualquier relación posterior. Y nos hemos sentido Magallanes en cualquier vuelta a empezar, en cualquier principio de besos. Creyendo recorrer el mundo en busca de una quimera, de una ruta hacia su boca, hacia la ruta de sus comisuras.

Nos han querido tan mal, tan rotos, tan rápidos; que no nos han dado tiempo ni a disfrutar de la derrota. Nos han querido tan difícil que ya no nos creíamos eso de que el amor estaba para nosotros. Nos han querido dar tantos besos falsos y vacíos que nos hemos creído que cualquier 'amor basura' era amor.

Hemos confundido tantas veces el aprecio con la pasión que hemos ido a enamorarnos de otro muro de piedra. Al frío de cualquier invierno nos lo hemos puesto de cómplice de cualquier cariño, al verano lo etiquetaron de promiscuo, el otoño siempre llegando tarde y las sábanas recuerdan primaveras donde ellos siendo marzo, nosotros siempre, tarde, siendo casi abril.

Nos han querido tan mal que ya no hay forma de quererse peor. Nos han besado tan mal que cualquier beso nuestro costaría a precio de cualquier diamante. Aquí estamos, tan heridos, que sanamos con solo tocaros. Con un historial de amores que no queremos para la siguiente luz, para la siguiente relación.

Que somos expertos en cualquier piel herida. En estar para todo. Expertos en estar para siempre, ante cualquier complicación, bajo cualquier concepto y sin derecho a devolución, sin intereses. Con años de experiencias en arañazos a nuestras promesas, con caricias en el sofá bajo unos días de lluvia a cualquier serie de Netflix. Sabemos tanto de vuestro cuello, que cualquier roce en él te invita a una nueva revolución de sábanas, ropa al suelo, amor.

Conocemos tanto vuestros fríos, que nuestros abrazos saben abrazar, saben ser hogar, saben cubriros completas dejando vuestra cara cerca del corazón, que ya sabemos darlo como vuestro sin ser roto. Si supierais las ganas que tenemos de acabar este párrafo y haceros el amor...

Si supierais la de veces que hemos estado despiertos viendo como os dormíais, la de veces que os hemos quitado el flequillo de la cara, la de veces que hemos acariciado vuestra piel sin sentido pero con toda la intención, la de veces que os hemos querido tan tan bien...

Si supierais la de veces que hemos estado escuchando vuestros días, la de veces que se ha quedado la taza de té fría escuchando vuestras preocupaciones, vuestro trabajo, vuestra rutina. La de veces que hemos estado ahí detrás de esa llamada de teléfono cuando aún no éramos ni novios. La de veces que hemos estado a ese lado del coche yendo a cualquier travesía, a cualquier playa, a cualquier plan.

Si supierais la de veces que hemos sonreído ante vuestra timidez, la de veces que hemos hecho de bufón de la corte, pañuelo de lágrimas, hombro donde llorar, acompañante silencioso. La de veces que os hemos dicho te echo de menos cuando nos separaban distancia, kilómetros, familias, vida. La de veces que hemos estado ahí sin estar. Si lo supierais estábamos convencidos de una única cosa.

Que de seguro que ya ni os acordaríais de como empezó de pesimista este post.

Pues eso es el amor.

Eso es jodidamente el amor.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Amores de entreguerras

Siempre viene bien una tregua. Entre cualquier batalla donde salimos heridos o ilesos, da igual, la paz de saber que nadie viene a robarte la dignidad, que nadie viene a fingirse los besos. Treguas de batallas donde tu cuerpo sangra por esas cicatrices que parecían cerradas, entre cualquier trinchera donde te escondiste de tanto amor roto, de tanto fuego amigo, de tanto sofá vacío, la paz de saber que nadie te hiere, que nadie te quiere, pero que nadie te daña.

Un pacto con cualquier diablo que venga a destrozarnos, con cualquier enemigo, con cualquier decepción. Que no están estas letras para tanta ilusión perdida, para tanto amor de guerra. Que siempre hemos ido a la deriva cuando el barco se fue a pique, y a algunos, la marea, nos ha dejado en alguna que otra playa virgen de tanta maldad.

Siempre hay un vencido. Un derrotado. Al amor se va con el testamento ya hecho, con la promesa jurada de un volveré que no sabes si piensas cumplir, con una mirada al frente, pero con todo un saco de trastos de historias pasadas. Al amor se va siempre con miedo, con resistencia, con freno, pero a toda velocidad. Derrapando por cualquier te quiero de plástico, por cualquier promesa de arena que se escurría entre mis dedos. 

Por eso valoro esos momentos donde el amor no está, donde al amor no se le espera. A lamerse como un gato las heridas. A escribirse mucho a sí mismo. Para hacer una lista de todo aquello que se nos quedó entre las sábanas, de todo aquello que se perdió tras una noche de este maldito verano que se fue.

Para no volver jamás.

Como sus abrazos,

Como sus besos.

Donde su piel desnuda hacía de mapa. 

Ahí, si que hicimos la guerra...

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Aquí no rompas nada

Aquí toca todo lo que quieras, pero no rompas nada. Como decía aquella canción, aquí ya no rompas nada, que cerca del invierno ya no queremos despedidas. Metidos en épocas de nieves queremos que no nos dejen solos en una manta. Una cama que se gane el nombre de matrimonio, que se nos quede pequeña de tanto cristalito partido en otras lágrimas. Que queremos tardes de Netflix en un sofá no vacío, maximal de cualquier tiempo pasado.

Aquí no rompas nada. Como frase para tatuarse en un hombro que ya no se besa. No sé si me explico. Que no están estas pieles para tantas cicatrices. La piel que se deja aquí cinco minutillos escribiendo, y la piel que se eriza cada dos días a leerse esto. Nos vale con un beso robado en cualquiera de las comisuras frías de tanta relación de hielo. Nos vale cualquier buena intención, cualquier abrazo noetheriano, de estos que, por mucho que aprietes, no duele.

Aquí no rompas nada. Que ya se rompió de todo. Que aquí yacen todas esas fotos que acabaron en un álbum que nadie recordará, en unos colores que ya no te colorean, en un perfume que ya no te huele. Aquí no rompas nada, como concepto de responsabilidad afectiva, como alarma de cualquier desastre no natural.

Aquí no rompas nada, como carta de presentación. Como antesala de todo aquello que aún te queda intacto. Aquí no rompas nada, como ese último aliento de proteger todo lo que aún conservas virgen de tanta mentira, de tanta traición, de tanta desazón.

Aquí si rompes, la pagas. Aunque sea un 'karma' que siempre nos daña a los de siempre. Con un destino que siempre es caprichoso con los más sensatos de una relación que se ahoga. Aquí no rompas nada.

Al menos en estas letras. Aquí toca lo que quieras, pero, no rompas nada. 

Como un escrito que se acaba, como unas manos que ya no te tocan.

Aquí no me rompas como me rompían otros labios, otras palabras.

Amarse en esta dudosa sociedad, donde ya no nos exigimos un te quiero sincero, sino,

Que no nos rompan más. Que si se van a ir, al menos,

Que lo dejen todo como estaba.

domingo, 30 de octubre de 2022

El amor no tiene memoria

Pues no toda cama abriga, ni toda compañera es compañía. Lo que me quedó claro del amor es que no todo el mundo quiere. Que no todo el mundo sabe abrazar. Ella, que siempre me idolatraba por nuestros retozos, se iba en busca de los brazos de otro hombre. A otra cama, a otro amor, a otra vida.

El amor no tiene memoria. Y lo dicen todas aquellas postales que rompiste en la misma cama donde le hacías el amor. El amor no tiene memoria. En tanto que, da igual lo que des, que nunca va a compensar lo que recibiste. Ni con carácter retroactivo. Al amor hay que ir con el convencimiento de que se va a perder algo de ti, con toda la idea de ganarnos un nosotros de campeonato.

Nos quedó claro que ni todo beso besa, ni todas las mentiras fueron tan verdad. Tampoco quiero que te vayas de aquí pensando que hemos venido a describirnos el desamor que nos dejaron con una botella de champán abierta y unas medias negras tiradas a los pies de una cama de hotel. Porque al amor hay que ir a comernos más allá de las ganas. Más allá de los pecados. Hay que rezarle a un Dios que no profesa religión y donde la única fe es táctil, a la piel que erizas cada vez que besas. Porque donde no hay fe, no hay amor; porque donde no hay repeluco, no hay intención. Hay que creérselo, hay que hacerle más allá que el amor.

Y ojo, que no todo amor es amor. Que ya a cualquiera vestido de nadie le cedemos un trocito de nuestra dignidad. Con todo el derecho a pisotearla en cualquier momento. Bajo el miedo de que el gosthing te lo van a hacer a ti, aunque le llames todos los días bajo su pseudonombre, aquel que le sacaba una sonrisa en aquellas videollamadas donde la hacías protagonista de un cuento, de un blog, de un libro, que hablaba como poco a poco se iba enamorando de la atención, de la historia, del juego de hacernos el amor sin desnudarse.

Por eso el amor es incertidumbre, romper las reglas de un azar que caóticamente caes en buscas de unos labios nuevos, a hacer el amor como nunca, a quererse como nadie. A escribir en folio en blanco, bajo toda esa marabunta de capítulos que arrugados te dejan un punto de partida al que no quisieras volver jamás. Como Alicia sin maravillas, con reina pero sin corazones.

Por eso vuelves a leerme. Porque estás enganchada a un amor que nunca supo ponerse nombre.

Que nunca supo escribirte lo que querías leer. Aunque todos los días te lo escribiera. Bajo unos lunares de alguna que otra piel. Aunque lo borrase justo al acabar en aquella conversación de Whatsapp que dejaste de escribir allá por primavera.

El amor no tiene memoria.

O se nos ha olvidado querer... 


sábado, 29 de octubre de 2022

Ella es mi octubre

Octubre se nos va como los besos que nos prometimos en verano. Que lejos queda ya su piel, su sonrisa, la arena, la sal. Que lejos quedan sus excusas, su abandono, sus abrazos en el sofá, su perfume, su compañía. Recuerdo cuando se fue. Recogiendo las maletas llenas de mis promesas, de mis relatos. Ningún culpable, no hubo día que no nos quisiéramos. No hubo un mal gesto, una lluvia fría, ni un día nublado sin su serie de Netflix en el salón.

Que lejos quedan todos sus quizás, toda aquella monotonía que impidió ver un amor que venía a prolongar un otoño, a matar un verano. Octubre se acaba como su cigarro en el cenicero mientras se recogía el pelo en una cola para hacerme el amor. Que lejos quedan sus caricias, sus tardes nubladas, mi camiseta ancha en su cuerpo desnudo, sus pies descalzos, su apelativo con cariño, que me inventaba cada estío, su corazón invadiendo el mío, como si fuera ella Napoleón y yo su Europa, como si yo fuera las Indias y ella, Colón en 1492.

Que experta fuiste en la nostalgia que, corrió por su espalda como aquellas gotas de sudor en una piel quemada queriendo por el sol. Y de ahí las marcas de un bikini que ya quedó guardado en un cajón. Como mis libros, nuestras fotos, mis camisetas.

Que lejos me quedan los labios, sus miradas, sus márgenes de unos apuntes donde escribía te quiero inocentemente. Que lejos quedan sus caprichos, sus helados del McDonald's, sus manos agarrando mi pantalón, su pelo suelto, sus rímel coloreando el fino borde de sus ojos verdes. Esos que siempre venían a comerme, como si fueran el Coco.

Que lejos queda ya la playa, la toalla, el mar, tu frío en la orilla, que te acurrucabas en algún lugar de mi pecho, tus labios salados pidiendo más atención. Y que texto más bonito cuando, sin pronunciar tu nombre, vienes un noviembre más a leerme. A nunca olvidarme, a decirme que,

Aunque sea ya casi noviembre,

Fui tu mejor octubre.

Tu mejor amor.

viernes, 28 de octubre de 2022

El amor es un juego

El amor es un juego donde lo único que hay que hacer es jugar mejor. No se trata de ganar y ganar. Sino aprender a perder. Que algún día no cueste levantarse de tanta caída, de tanta patada a destiempo, de tanto mal vicio, de tanto mal amor. 

El amor es ir a empatarse las ganas. A llegar ahí donde otros no supieron ver. Amor de los que meten goles en cualquier serie de Netflix, en cualquier sofá-cama de salón. A cualquier beso, responder con otro aún mejor. Amores de abrazos en tiempo extra, de añadidos, pidiendo la hora en cualquier cama de matrimonio, en cualquier principio de relación.

Al amor hay que ir con ideas, y si vas con ideas te llamarán loco hasta que triunfe. De mientras, la expresión "locos de amor" invadiendo instagram, la toxicidad titular en cualquier envidioso de corazón. El rival sube la defensa a medio campo, presionados, bajo la única verdad. Que nadie nos supo querer. Que nos queremos cada año, peor.

De lo que no me cabe duda es que fuimos a ganar el partido. Aún a sabiendas que se jugaba en cama ajena, visitantes de una cita surgida de cualquier conversación. Alguna sonrisa y mirada que se nos escapó tontos de amor. Minuto sesenta de este párrafo y enganchada como si fuera a pronunciar tu nombre. Tus labios secos pidiendo perdón. Una falta al borde del área, clímax, caricias, alcohol.

Final del partido y alguno acaba pidiendo la hora, la revancha o la camiseta de fútbol que te quedaba grande con mi nombre y mi número a la espalda; pelo recogido, tus manos aún en mi cuerpo, tarjeta amarilla, mirada a destiempo, sonrisa de roja. Se mira al VAR, hubo contacto, hubo besos, hubo amor.

Pues esa es mi definición de amor.

Un juego donde lo único que hay que hacer es, volver a jugar cada semana mejor.

sábado, 22 de octubre de 2022

El amor mata

Mil pecas recorrían su pecho. Una galaxia que supe apreciar a la luz de una noche en su habitación. Su ventana medio abierta, su ropa medio quitada. Su cama semidesnuda. Cualquier silencio era mejor que cualquiera de estas palabras sueltas. No recuerdo cuando caí herido al borde de sus labios. Otra guerra a la que voy sin ser llamado a filas. En algún parte médico apareció mi nombre, mis promesas, mis miedos.

Me aferré a un espacio infinito. Y allí me perdí. Su conversación de Whatsapp era la tierra que había que repartir en el Tratado de Tordesillas. A trescientos setenta leguas de su último adiós. Una línea imaginaria trazaba el borde de su adiós. Y no supe ver más allá de sus venenos. Y me curaba con sus propios besos. Que bien supo hacerme su amor. Que mal nos quisimos. Que mal nos dejamos querer. Que ninguno echaba de menos la compañera, sino la compañía. Y nos daba igual firmar bajo un pseudónimo que ahora entendimos.

Pero contra más se acercaba el final, más estrechábamos los límites de cordura. Y ya no había ropa, ni noche. El tiempo roto, la cama se hacía pequeña, sus manos recorrían cualquier mapa de mi cuerpo, y la estrategia no era otra que cruzar ese Atlántico. Aunque nos costara la vida, aunque nos robaran las almas. 

Suave, ni una curva sin pasarse de frenada, a cualquier lunar le rendimos un homenaje. Que implorabas a Dios siendo atea. Sexo bajo un cielo de mentiras que inundaban nuestras heridas. Ahogadas bajo el fin de una resistencia. Con la conciencia de paseo, el amor apagado como una colilla en un cenicero. Que el amor mata.

Así de lento.

Porque no era amor.

Porque no eras amor. 

Ni me lo hacías lento.

sábado, 24 de septiembre de 2022

No Querer Naufragar

No querer naufragar. De aquello me enamoré, de todo estas veces que nunca nos dio por pensar que quizás tú y yo sí, que podría existir otra ruta alternativa a aquellos indios de cubata, barba bien perfilada y camisa rosa de piqué. Creo que no supimos gritárselo bien al mundo. Con un mapa roto de tesoros pasados, en busca de una tierra que no queríamos. Así fue como me enamoraste, dibujando equis rojas por las noches, y que borrabas al alba en tu camarote.

Eso fue el amor. Que no hubo mejor ostia que aquella tormenta que nos devuelve, una y otra vez, a esta orilla casi vacía de travesías. Donde siempre que llegas te empapas de mis letras mojadas, leyendo a escondidas de cualquier amor, de cualquier vida, de cualquier beso, de cualquier tinder

Eso es lo que me gusta de todo un nosotros. Que aún está por descubrirse. Que haces de cualquier otoño, una ampliación de verano. Que no hay mejor marca de labios que los nuestros esparcidos por aquel mar de sábanas, por aquella maldita noche, donde no supimos enterrar el hacha de guerra, donde no hubo más heridas que los arañazos que nos dejamos en la espalda.

Que no supimos que estábamos ahí. A menos de una legua. Ambos siguiéndonos con nuestras brújulas de instagram, que sin marcar el norte, nos lleva de vez en cuando a algún escrito como éste, en alguna foto como las nuestras, en un te quiero no dicho. Dándole likes a cualquier bandera pirata que fondee tu horizonte, surcando los mares de cualquier viceversa, de cualquier traición.

Eso es lo que nos da miedo. Naufragar en aquellas islas paradisiacas de las tentaciones. Que te dejan dos rosas, una noche y un pasado herido. Por eso vas con ese corazón como coraza, con esos labios secos de amor. Creyéndote Cuba, San Salvador o Santo Domingo. Encayando mi nave Santa María en un banco de arena de mentiras de La Española.

Recogiendo los enseres esparcidos en el último oleaje, algún que otro baúl lleno de escritos por escribir. Donde todos llevan su nombre. Todos firmados a mano. Tras un bendito adiós, nos prometimos un volveré adolescente, un inocente te quiero, una fugaz historia bonita de amor.

Hasta aquí. Que diviso tierra. Y aún no me quiero ir de la mar.  Todo ésto fue lo que contesté cuando me preguntó, que sería enamorarse. 

Ir cegados a cualquiera de Las Indias. Tú siendo cualquier América, 

yo creyéndome, el mismísimo, Cristóbal Colón.

martes, 13 de septiembre de 2022

El síndrome del corazón roto


No nos merecemos tantos quizás. Así podría resumirse el epílogo. Si lo piensas, ahí hemos estado casi todos. Al borde de unos labios que nunca te llegaron a besar, y que, si alguna vez lo hicieron, no era precisamente con tu misma intencionalidad. 


Armados hasta los dientes, y con cicatrices aún por curar, ahí fuimos en busca de otra batalla más. A un siglo donde importa más lo que se fotografíe que lo que se ame. Donde la responsabilidad afectiva nos la pasamos por el forro según nos venga en gana. Al castillo de los likes sin permiso, de lo siento sin sentir, de todas esas fotos sin un nosotros como intención.

No recuerdo haber amado sin querer. Y ya hablo por mí. Sin poner la mano en el fuego por nadie, porque de seguro, en estas líneas me iba a quemar. Nunca jamás, hemos dicho te quiero en vano. Siempre que hemos sentido ahí hemos ido, en busca de una travesía sin fin. Aunque fueran cantos de sirena, aunque el casco del barco estuviera roto, aunque nuestras velas estuvieran deterioradas de tanto viento, de tanta sal. Ahí hemos ido en busca de todo menos de un final.

Recuerdo como llegaba a mis labios hace ya algún verano atrás. Con prisas, como si el tiempo fuera acabarse en esa estación. Como si no quisiéramos otoño, como si no quisiéramos perdernos de vista y poner un culpable ajeno a los dos. Culpar al tiempo, al calendario, al domingo, al sol. Recuerdo la conversación palmo a palmo, cada pausa, cada expresión, cada palabra. Ninguno en tierra, ambos a la deriva de cualquier pequeño detalle que cambiara el rumbo, que rompiera el timón. Recuerdo la cogida de manos, su parada para besarnos, sus labios casi pidiendo perdón.

Buscaba algún herido de amor. Algún escrito más. Saciarse de tanto piropo, de tanto que la buscaran, de tanto dejarse rogar. Como si fuera para encontrarla, tener que ir a Venus. Como si fuera diosa del amor. De ahí que la afección cardiaca lleve siempre un nombre propio en la guantera, un perfume, una frase, un dolor. En este mundo, donde nos hemos empeñado en dibujar el amor con un corazón perfecto, va la vida y nos devuelve un diagnóstico sin cura, una parada cardio-respiratoria, y que encima, requiere operación.

Mi sonrisa les cautivó. Ellas escribían con miedo a que sus palabras se hicieran realidad. Teníamos miedo al amor, decían. Nunca les dije que hablaran por ellas. Nunca les dije lo mucho que las quería. Ni la de veces que borré todas estas palabras en sus conversaciones de whatsapp. 

El síndrome del corazón roto. 
                        Tiene cura.
                                 El día que vocalices 'contigo'.

martes, 23 de agosto de 2022

Nadie vale dos besos

Segundo escrito que no piensa lo guapa que eras. Primero que empiezo a escribir con algo de rabia. Sin pena, echando más de menos la compañía que la compañera. Con algo de nostalgia sarcástica. En busca de provocar más que de seducir. Primer escrito que no cuenta las veces sino que las recoge, las mete en una bolsita y las guarda en el mismo cajón donde acabó tu frase favorita. 

Decía algo así como ya el destino dirá, algo así como ojalá nos volvamos a encontrar, algo así como ya se verá. Un dejarse en leído de campeonato. Una esperanza descorazonada apostando en una partida de póquer a una pareja de dobles que evidentemente no tienes. A la porra la responsabilidad afectiva, al mismísimo cuerno la dignidad, todo al mejor postor y que ya el futuro dirá. Te juro que me río por no llorar. Que incredulidad la tuya, que miedo le tenías al amor. 

Porque la cobarde fuiste tú. De eso no me cupo la menor duda. Que desde este otro lado de la frase la vida no se deja en manos de una ruleta roja y negra. Que desde este otro lado de la frase ya se ha conjugado el verbo querer sin hacerse daño. Aquí, desde este charco donde nos escribíamos, yo me creía Magallanes, que desde este océano de mentiras, el agua era dulce, y tu piel salada.

Por eso escribía con honor. Con una bandera que dibujaba un corazón medio roto en mitad de una tragicomedia. Recuerdo cuando te ibas. Me recuerdo cuando te ibas. Guapo, valiente, sabiéndome de la travesía que estaba dispuesto a recorrer. 

A cambio un par de doblones de oro en forma de besos.

Ninguno valía tanto.

Al menos,

No tanto como yo, idiota.

lunes, 22 de agosto de 2022

Mi amor propio

No es un escrito de amor. Este escrito no te idolatra, ni te pide si quiera que lo leas. Que aquí no hay letras bonitas, ni palabras que te escriban. Ni va a contarte lo mucho que te quiero. Este texto no va de ti, ni nos va a vender un nosotros. Este párrafo va a ponerme guapo, a decirnos lo mucho que valgo, lo bien que me quedaron esas ilusiones, lo seductor que me hacen esas ganas por consumar. Un doce de diez en la escala de vale pa´ novio. Escrito sin abuela, amor propio que se sube tres escalones para ponerse a tu altura con tacones. Orgullo que rebosa el vaso, que tira los dados, que juega a ciegas, que empata en desamores, que le gana a todas tus ansias, a todos tus pecados de no haber roto un corazón, de no haber empezado un algo. Aquí que tire la piedra el primer falso. Aquí que se quede quien pueda, que se quiera quien deba.

Porque vas a seguir leyendo como si te fuera la vida en ello. A consumar la droga que una y otra vez te metes pero que callas a voces. Y conociéndote, vas a ir a buscar en este segundo párrafo si en el primero iba de farol, si se iba a quedar en el tintero que tantas veces se gastó hablando de tus labios, hablando de tus no besos, de tantos escritos reflexivos que salían de ti pero que tan poco te autocumplías, que tan poco te reconocías.

Me escribo bonito porque hacía tiempo que me lo merecía, porque hacía como tres o cuatro relaciones que me hacía falta. Me escribo porque puedo. Pero sobre todo porque me quiero. Con todos mis defectos y tantas esas virtudes que me supe encontrar. Que el truco no era mirarse en el espejo sino en el iris ajeno adecuado. Uno que te coloree bien fuerte, que te haga el amor con ganas.

Que amores que matan nunca vuelven. Que amor no correspondido puente de plata. Este escrito va con una sonrisa por bandera, con mi boca a decirte lo mucho que valgo, tus ganas de comerme más de algún sueño. Todas las intenciones puestas en una botella de vino blanco a punto de acabarse, con mis manos acariciando la copa de tus senos de tal manera que ni te des cuenta que éste está a punto de acabarse.

Que más sabe el que te hizo el amor porque te quiso que por diablo. Que más vale amor en mano que cientos volando. Que al amor, amor; y al vino, vino. Porque vas a venir con todas las letras. A pedirme la vez. Aunque sea tarde,

Aunque sea en silencio. 

Arrepintiéndote de lo que nunca quisiste leer.

Que ya no te quiero.

Y duele.

viernes, 19 de agosto de 2022

Pedíamos más verano

Se trata de que te busquen. Un inocente mensaje con toda la intención de decirte te he buscado. Que entre toda esa rebujina de contactos en la olvidada agenda del teléfono tu nombre destacó por encima de los demás. Se trata de romperse los esquemas, rasgarse las vestiduras e ir a provocar, a dejarse encontrar. Con cualquier tonto deseo, con cualquier patética excusa, que suene sin tapujos a eso mismo, a excusa barata de me ha perseguido hasta aquí, hasta casi los últimos días de verano, y piensa vivirlos conmigo. Aunque sea un fin de semana, unas horas de sofá o una conversación de dos mensajes en instagram.

Pues eso es lo que hemos echado de menos en este casi acabado agosto. Un motivo por el que llamarse en otoño. Pedíamos más verano. Y se le ha pedido que aparque el "lo que está para ti" por el "búscame si te atreves". Más la humildad de no creerse digno tesoro sino más bien pirata que surca la mar. Eso es lo que hemos echado en falta, unos labios que fueran a hacer de todo menos a hacerte daño, una intención más allá de un cumplido pésame, de un hipotético final.

Quizás, nos faltó verano. Quizás nos ahogó demasiada sal. O que nunca quisiste palabras porque te sonaban a cantos de sirena de cualquier garito de bar. Quizás el pasado aún no haya curado tus cicatrices de tanto amor dado, de tanto desengaño acumulado, que nos creímos que el futuro iba a ser uno más.

Por eso vamos a la defensiva ante cualquier escrito de verdad. Que perdiendo tres a cero a la vida, aún seguimos con cinco defensas y tres pivotes defensivos en medio de tanta maldad. Sacando balones fuera como si se tratase de cualquier acto de infidelidad. Y contando los minutos de prórroga con una amiga que seca tus lágrimas por miedo a amar.

Se trata de que te busquen bonito. De que te sepan, con todo el cuerpo aún salado,  besar.

Aunque sea al final del verano.

Aunque sea con un te escribo bonito,

Y que suene a un septiembre de volverte a encontrar.

Empieza la quinta temporada de le escribió bonito.

En esta,

    te pienso encontrar.

domingo, 10 de abril de 2022

Eres la 'x' en mi mapa


Tengo una cita más allá de mi estimado horizonte. Algún sol me guía a cualquier tierra que moja el agua, a cualquier lugar donde perdí el norte. Tengo pendientes batallas en labios que sé de sobra que voy a perder, o a dejarme ganar. Donde alguna vez me dejé engañar por besos de quita y pon, por abrazos que no abrazaban nada.

Prometo volver a verte. Volver a cualquier caricia, a cualquier contigo, a todos esos planes que nos creímos. Porque no voy a esperar a que la vida haga de las suyas, sino que pienso irte a buscar. Que con cualquier excusa me voy a postrar delante de tus ojos y decirte, una vez más, aquí estoy, por ti.

Y voy a pedirte fuera de carta. Lanzarme a la piscina no, que yo también sé, sino lanzarme al mar si hace falta. A romper las olas, a destrozar mareas, que no habrá luna que nos lleve los ciclos de este tonto capricho por tu moreno, por tus ojos, por tu boca, tus labios, tu tesón. Que no hay amor sino hay admiración. Ella de la nobleza flamenca, yo hombre de naufragios al amor. Ella mujer de mil banderas, y yo pirata sin patria. Ahí voy, a saquear tus puertos, a llevarme todo el oro de tu mirada. A llevarte cautiva sin cadenas, para recorrer libres cualquier aventura, para hacer el amor en cualquier ratito.

Aquí dejo mi legado, mi intención, mi tesoro. Eres la 'x' en mi mapa. Tus miedos, monstruos de mar. Mi rutina es el viaje hacia tu encuentro. Una línea discontinua rota por una pandemia, por una distancia caprichosa, por una petición de destino que marcaba la ciudad de tus veranos.

Tengo una cita más allá de mi estimado horizonte.

Siéntete guapa.

Porque pienso irte a buscar.

lunes, 21 de marzo de 2022

Me pides verano

Ojalá ser verano. No que sea verano, sino serlo. Sentirse deseado. Quererse sin mirarse la lluvia, ni los besos nubosos de otros años. Aquella estación que quieres. Ese olor a quédate cinco minutos más en mi cama. Todo ese tiempo que anhelas. El calor de un día que no quema. Ojalá ser esa estación que añoras, suplicas, demandas. Aquella que tus stories fotografiaron cada día de este maldito otoño. Ojalá ser ese que pides, que tantas palabras le dedicas. Que tantas veces dejas correr por cada línea de tu cuerpo. Haciéndote cada vez más mujer, haciéndote cada vez más etérea, cada vez más sublime, cada vez más efímera.

Ojalá ser tu verano. Y mojarte el pelo, ser la gota de agua salada que recorre cualquier esquina de tus labios, broncearte la piel, darte un sol que no necesitas pero tanto demandas. Ojalá me pidas con las mismas ganas como lo pedías un 21 de marzo. Donde yo empezaba una primavera, donde tú me rechazabas las flores, cualquier zalamería, cualquier principio de un posible infinito.

Porque estabas en otra estación, en otro intervalo de tiempo. Aunque en la misma habitación, yo no te escuché pedirme un hueco en aquel colchón. No había distancia sino salto de dimensión. Y ninguno de nosotros en la misma magnitud, aunque sí, en el mismo espacio.

Por eso quizás algunos escriben y otros leen. Por eso unos saben lo que es el amor, aunque nunca lleguen a ser verano. Porque nunca fueron aquella estación de alguien. 

Como aquellas flores de primavera.

Que te sacaron una sonrisa.

Y que a mí me supo a verano.

jueves, 10 de marzo de 2022

Amores de museo

Así llegué a ti. A pies juntillas. A empaparme de cualquier historia que me quisieses contar. Que iba a dejarme engatusar con cualquier copa de vino blanco, con cualquier te lo prometo del verde de tus ojos, con cualquier beso por dar. Experto en cualquier salto al vacío. Ahí iba con todo el equipo, con todas las de ganar.

A buscarme un huequito en cualquier comisura de tus labios. A ganarme el derecho a cualquiera de tus pintalabios. A contarte los lunares de una piel que nunca toqué pero que ansío morder. Bajo la patria de un cuerpo herido, con la bandera pirata de un náufrago del querer, donde mis únicas pertenencias son  palabras y tachones en unas maltrechas hojas que lees a ciegas, que lees por mí, que escribo por ti.

El caso es que me curo más con las tuyas que con las mías. Que siempre, a escondidas, sonrío con el primer buenos días, con las primeras noticias de una voz que me promete cualquier tarde al sol. Y me hace olvidar cualquier tesoro, cualquier botín. Porque me cegaron tus ojos, y me quedé por tu curiosidad. Que siempre me contabas un cuento donde yo me creía protagonista. Donde tú también te dejabas un poco enamorar.

Que me dibujabas cualquier cuadro donde yo encajaba en tus te quieros. Y lo hiciste sin querer, que ya me ando esperando los mil besos que nunca sabré compensarte. Por eso escribo. Por culpa tuya. Amores de museo. Aquel que no se toca, pero se deja ver. Guardados bajo llave tras años de historia, tras frases en alguna red social. De visita guiada por tus curvas, de sueños pintados, de mármol tu piel, de oscuros tonos mezclados con tus colores en los labios, prohibido fotos, silencio en cualquier ausencia, pronombre nosotros. Que como rezaban otros renglones, museo lo hacía yo allá donde tú estés.

Que me creí tuyo, muy tuyo, siendo de nadie. Y me rogaste un despacio que sin pronunciarlo nunca me sabré contener. Como las ganas de volver a leerte. Como las ganas de aprender a quererte.

Y guardarlo en cualquier mesita de noche para que nadie se entere. Siendo muy nuestro. Celosos de cualquier compartir, ansiosos de cualquier ven. 

Amores de museo en cualquier sofá donde tu cuerpo descansa sobre el mío. De estos que no te cansas de mirar una y otra vez. Donde tú te quedabas dormida. Donde yo me quedaba despierto a escondidas para poderte contemplar.

Como si fueras una obra de arte.

Como si el museo fuese ese salón. 

El que ya imagino casi sin ti.

viernes, 4 de marzo de 2022

El amor es historia

El amor es historia. Allí donde yo te contaba cualquier vida y tú me leías cualquier tontería. El amor es historia donde tú me escribías inocentemente, y yo con toda la intención. Para enmudecer a cualquier Goya, para hacer llorar a cualquier Venus de Milo. Eso fue lo que sentí cuando vi tus labios. La excusa perfecta para aprender un poquito más de una historia que nunca nos contaron. Así empezamos a jugar al ratón y al gato. Un ni contigo ni sin ti.


A eso me recordaron tus palabras. A cualquier cuadro de Claude Lorrain, a cualquier compañía pagana de tus ojos, a cualquier te quiero que nunca se pronunció. Donde tú eras tan experta, donde yo era tan autor autobiográfico. Que recuerdo hasta como volaba tu pelo cuando te girabas por vergüenza. Que recuerdo hasta los últimos minutos previos a todos esos "mañana te veo" que nos prometimos. A todos esos quizás que te agarrabas como si yo fuera Hades.

El amor es historia. De eso recelo. De todas las veces que escribías con toda la intención de hacerme soñar. De escribirme de un pasado que siempre me dejaba un buen regustillo de futuro. En cualquier paleta ocre de color, en cualquier trazo de todos tus miedos. Que siempre me contabas lo difícil que fue para ti sentirse acompaña y lo fácil que nos lo pusimos en cualquier rincón de nuestro cuerpo. De todas esas esquinas donde me dejaste algún repeluco que erizó mi piel, y me dejó ciego de tantos ojos. Los tuyos, que dejaban un verde que impregnaban toda mi habitación con la ayuda de las primeras luces de sol.

Porque de todo lo que nos contamos me quedo con todo lo que siempre se quedará por contar. Donde tu curiosidad me dio alas para seguir siempre un poquito más. De eso se trata. De querer querer. Tan fácil como curar una herida sin permiso. Como apagar la luz cuando te quedabas dormida. O la de veces que fui a mirarte antes de ello sin tú saberlo. Ese trocito donde dedicarnos, aunque sean siete minutos al día, un poquito de paz entre tanta guerra. Donde cuando tardábamos más de la cuenta, se nos derretía el tiempo entre unos apuntes viejos y cualquier cuadro de un triste Goya.

A cualquier silencio le llamamos arte y fuimos testigos de cualquier no hay entradas de anteriores relaciones que ya no nos querían, que ya no nos acompañaban. Supongo que en eso andamos empatados. A tantas ilusiones rotas, a tanto teatro, a tanto drama. Me gustaron todas tus prudencias barrocas, todas tus miradas. Por eso las guardo en cualquier sueño.

Te pintaría un cuadro con solo mirarte. Y dibujaría cualquier futuro contigo. Pero me quedo a escribirte. Porque siempre he sido más de letras que de colores. Siempre he sido más tuyo, que mío.

Museo es cualquier lugar donde tú estás.

Arte es cualquier línea que dibuje tu cuerpo. Cualquier perfil que robe tu piel al espacio. Agarrando con fuerza tu presencia para que me acompañes en cualquier momento del día.

Donde yo me creía Hades.

Donde tú te creías Perséfone.

miércoles, 12 de enero de 2022

A otra guerra

Tú siempre has sido de frases muy cortas, de ilusiones muy largas. Que siempre has sido muy amiga, que siempre has pensado que sería posible, que apostaste por un amor que no fue. Siempre has sido de quererse más que de encapricharse, que la vida te ha regalado todos esos 'nuncas' que has guardado cuidadosamente en un cajón, en el cajón de pensar.

Y hemos volado a cualquier excusa que venía con un contigo de regalo, que hemos viajado a cualquier rincón de piel ajena a comernos los besos, a acariciarnos el alma. Hemos sido, me incluyo, de cualquier volveré, de cualquier espérame, de cualquier voy a estar aquí.

Y nos lo hemos creído como críos. Soñadores que hemos pensado que no había ni Málaga ni Sevilla que nos distanciara, ni vida que nos separase. Que nos hemos tatuado la piel con sus promesas, que nos hemos dejado llevar por cualquier brújula que marcaba su pecho, por cualquier mapa que señalara de todo menos el norte.

Tú has sido de las mías. De las que pensaba que ella volvería. Que ella se arrepentiría. Y con dos copas de vino y una cerveza le hemos reído a la vida, le hemos versado los labios, y le hemos contado mil historias para que por favor volviera. Eres de las mías, que siempre has estado al otro lado de la frase 'lo siento'. 

Y que has visto como conforme nos íbamos haciendo más adultos, al decirnos la frase no se sentía nada. De las que nos hemos levantado de mil caídas por batallas que nunca provocamos. Porque nunca hemos sido de ir a la guerra, sino de curar heridos.

Donde tú eras enfermera y autora de mis heridas a la misma vez,

Donde yo era tu soldado caído.

Tu único 'prometo que volveré' que vas a ver venir por el horizonte.

Por cualquier infinito 'te quiero' que te dediqué mientras te marchabas.

A otra guerra, a otro soldado.

O a otro amor.

sábado, 8 de enero de 2022

Miedo a volar

Miedo a volar. A coger las maletas de toda una desilusión y cogerse otro vuelo, otra vida, otro amor. De estos que vas sin billete de vuelta. Miedo a volar solo. A buscarse un nuevo destino sin compañía. A perderse en cualquier Europa de su piel. A pedir patria en cualquier esquina de su boca. Miedo a desayunarse en una cama de hotel, a moder el polvo, de ropas al suelo, de tonto el último, de amores intermitentes. Miedo a quererse según agenda, dependiendo de la estación, con todo lo que eso jode, con todo lo que eso molesta. 

Miedo a todas esas colecciones de besos al aire. Que se fueron con una bonita sonrisa y jamás tuvieron la decencia de decir el porqué. Miedo a todas esas que cuando más le escribías menos leían. Miedo a volar así, otra vez, a tener que vivir más lo prometido que lo cumplido. Miedo a volarse a besos sin pisar tierra, sin pedir permiso.

Miedo a tu viaje de vuelta. Cuando vengas de esa relación ajena donde se viajaba mucho, pero no se te quería nada. Donde se valoraba más lo material que cualquier vuelo de tu pelo, que cualquier sonrisa de tus celos. Miedo a las ilusiones que vas a dejar en cualquier puerto y que yo tanto te regalé. Miedo a tu viaje de vuelta a mis hombros. Miedo a que nuestros rumbos no vuelvan a coincidir como tantas otras veces nos regaló el dichoso destino.

Miedo a que cojas las maletas y no vuelvas. A que te escudes en cualquier frase de internet para justificar tu ausencia. Miedo a irte a buscar a tu mismísima tierra y que no aparezcas. Miedo a todas tus idas y venidas, que con un sutil giro de la situación me devuelven a atracar mi barco en cualquier isla, en cualquier labio.

Miedo a volar.

A volar sin ti.

domingo, 2 de enero de 2022

Mi vida pirata

Confieso que no creo en cuentos de sirenas si no llevan su nombre. Que la brújula me marca su boca, que mis besos no tienen norte, que mi tripulación son mis versos; que mis miedos son la tormenta, la distancia, sus captores, su ausencia, su silencio, el borde de su cama. Donde alguna que otra vez lideré algún motín, donde tantas otras veces me echaron a los tiburones.

Me enredo en cualquier pecado aún por cometer. Donde siempre he sido más de pedir perdón que de pedir permiso. Que a cualquier horizonte me enganchaba, que a cualquier excusa, le dije, me apuntaba contigo. Ahora levo anclas, izo las velas, y pongo rumbo a cualquier rincón de su piel. A cualquier recuerdo que me deje en el verano donde ella me trató como tesoro, como reliquia, como deseado.

Y me echo a la mar con un mapa que sólo dibuja su silueta, con ánimos de perderme en cualquier geografía de sus senos, para conquistar cualquier vicio suyo. Y hacerlo mío. Muy mío. Ahí voy a la deriva, esperando que el destino le dé la vuelta a las estrellas, y me deje ante cualquier surco de sudor de su piel, ante cualquier suspiro de excitación, ante cualquier mordisco que no tenga vuelta atrás.

Confieso que la busco tres o cuatro tardes, esperando, como ella dice, que el destino nos provoque, nos acerque, nos atraque en cualquier puerto, en cualquier caprichosa casualidad. Que la bandera que lleva mi barco tiene sus comisuras marcadas con un rojo carmín. El mismo color del vino que ahoga su ausencia, que sacia sus recuerdos. Que calla las palabras de cualquier lunar de su piel, su adiós en cualquiera de mis pesadillas, donde sonreía, ilusos, los dos, de volvernos a ver, de volvernos a encontrar.

Y cuando la marea está en calma, me dejo caer por algunas de sus instantáneas de instagram, donde abraza a otro, donde capitanea otra ilusión, donde los besos se los roban lejos de mis deseos, lejos de mí. Confieso que cada vez que dejo alguno de estos escritos en una botella de cristal y lo echo al mar, es mía. Muy mía. Donde siempre me lee a escondidas, y me dedica cualquier verso de amor platónico.

Pirata soy, que robo tesoros a 200 kilómetros de distancia, como si fuese un plan diseñado por el profesor. Porque soy la resistencia. Su resistencia.

Y voy a ir a por mí. A por ti. A por todo un nosotros.

A por mi vida. Que cuando desenrolles este pergamino lleno de ganas de ti, me veas ante cualquier abrazo, ante cualquier futura mirada, ante cualquier te quiero que te van a vender en cualquier Isla Tortuga, en cualquier tasca nocturna de licores y faldas.

Que cuando acabas este escrito, vas a querer ser tripulante de mi navío, de mi vida.

De mi vida pirata,

Contigo,

pero sin ti.