viernes, 4 de noviembre de 2022

Amores de entreguerras

Siempre viene bien una tregua. Entre cualquier batalla donde salimos heridos o ilesos, da igual, la paz de saber que nadie viene a robarte la dignidad, que nadie viene a fingirse los besos. Treguas de batallas donde tu cuerpo sangra por esas cicatrices que parecían cerradas, entre cualquier trinchera donde te escondiste de tanto amor roto, de tanto fuego amigo, de tanto sofá vacío, la paz de saber que nadie te hiere, que nadie te quiere, pero que nadie te daña.

Un pacto con cualquier diablo que venga a destrozarnos, con cualquier enemigo, con cualquier decepción. Que no están estas letras para tanta ilusión perdida, para tanto amor de guerra. Que siempre hemos ido a la deriva cuando el barco se fue a pique, y a algunos, la marea, nos ha dejado en alguna que otra playa virgen de tanta maldad.

Siempre hay un vencido. Un derrotado. Al amor se va con el testamento ya hecho, con la promesa jurada de un volveré que no sabes si piensas cumplir, con una mirada al frente, pero con todo un saco de trastos de historias pasadas. Al amor se va siempre con miedo, con resistencia, con freno, pero a toda velocidad. Derrapando por cualquier te quiero de plástico, por cualquier promesa de arena que se escurría entre mis dedos. 

Por eso valoro esos momentos donde el amor no está, donde al amor no se le espera. A lamerse como un gato las heridas. A escribirse mucho a sí mismo. Para hacer una lista de todo aquello que se nos quedó entre las sábanas, de todo aquello que se perdió tras una noche de este maldito verano que se fue.

Para no volver jamás.

Como sus abrazos,

Como sus besos.

Donde su piel desnuda hacía de mapa. 

Ahí, si que hicimos la guerra...

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Aquí no rompas nada

Aquí toca todo lo que quieras, pero no rompas nada. Como decía aquella canción, aquí ya no rompas nada, que cerca del invierno ya no queremos despedidas. Metidos en épocas de nieves queremos que no nos dejen solos en una manta. Una cama que se gane el nombre de matrimonio, que se nos quede pequeña de tanto cristalito partido en otras lágrimas. Que queremos tardes de Netflix en un sofá no vacío, maximal de cualquier tiempo pasado.

Aquí no rompas nada. Como frase para tatuarse en un hombro que ya no se besa. No sé si me explico. Que no están estas pieles para tantas cicatrices. La piel que se deja aquí cinco minutillos escribiendo, y la piel que se eriza cada dos días a leerse esto. Nos vale con un beso robado en cualquiera de las comisuras frías de tanta relación de hielo. Nos vale cualquier buena intención, cualquier abrazo noetheriano, de estos que, por mucho que aprietes, no duele.

Aquí no rompas nada. Que ya se rompió de todo. Que aquí yacen todas esas fotos que acabaron en un álbum que nadie recordará, en unos colores que ya no te colorean, en un perfume que ya no te huele. Aquí no rompas nada, como concepto de responsabilidad afectiva, como alarma de cualquier desastre no natural.

Aquí no rompas nada, como carta de presentación. Como antesala de todo aquello que aún te queda intacto. Aquí no rompas nada, como ese último aliento de proteger todo lo que aún conservas virgen de tanta mentira, de tanta traición, de tanta desazón.

Aquí si rompes, la pagas. Aunque sea un 'karma' que siempre nos daña a los de siempre. Con un destino que siempre es caprichoso con los más sensatos de una relación que se ahoga. Aquí no rompas nada.

Al menos en estas letras. Aquí toca lo que quieras, pero, no rompas nada. 

Como un escrito que se acaba, como unas manos que ya no te tocan.

Aquí no me rompas como me rompían otros labios, otras palabras.

Amarse en esta dudosa sociedad, donde ya no nos exigimos un te quiero sincero, sino,

Que no nos rompan más. Que si se van a ir, al menos,

Que lo dejen todo como estaba.