viernes, 30 de enero de 2015

No Seas la Típica Guapa


No enamores por capricho. No contagies amor porque sí. No mientas, no decepciones a la primera muestra de cariño, ni a la segunda, ni a la tercera,...

No quieras por querer. Importante, no quieras por pena, y muchísimo menos, no quieras por olvidar. No quieras tan rápido, no se puede, a no ser que seas la típica guapa. Ésto no es un juego, y las fichas no son de plástico. 

No seas la que conquiste por imagen, que también, pero que no sea tu único, que no sea lo que te haga única. No vaya a ser que el día de mañana seas la amante que nadie quiso tener. No te comportes como la que no eres, ni imites querer.

No seas la que enamora sin sentimientos, o la que poquito a poquito se los va cargando. No seas la típica guapa que no queremos, de verdad, que no nos merece la pena, a ninguno, que nadie la queremos.

No seas la típica guapa que acaba siendo la pobrecita de alguien, de un cualquiera. No quieras ser la guapa de turno, ni la belleza a secas. No porque ésta ya se ha dejado de valorar. Y aquel que aún valora eso, está muy lejos de valorar todo lo demás.

No seas la típica guapa y empieza a enamorar con detalles, con palabras. Gánate el corazón de alguien. Convence a una piel que tú eres la que ha venido a ponerle los pelos de punta, y sé la guapa que sabe escuchar. La guapa que sabe querer. La guapa que se gana con hechos nuestro parecer.

Sea esa que mima el corazón, que seca las lágrimas con su hombro, que tiene una sonrisa para cada ocasión. Sea esa que nunca se va, sea esa que es para siempre.

Sea esa guapa que algunos queremos, y cuando sea, haz de mí, el típico feo que siempre estuvo ahí. El típico feo que siempre te quiso amar.

miércoles, 28 de enero de 2015

Te Lloro Mucho

Llorar no es triste. Ya está bien de tanta etiqueta social mal colocada. Repito. Llorar no es triste. Llorar no es derramar lágrimas de cocodrilo. Llorar no es convencer al otro que estás mal, es demostrarle que hubo días que estuviste mejor.
Llorar es sano. Y lo digo yo que estoy 'curao' en salud. Llorar enriquece el alma, rejuvenece las penas. Llorar no es malo. Malo fue quién provocó el llanto, quién hace llorar queriendo, quién saca provecho del lamento. Sospechen de aquel que no llora, que no derrame una lagrimita por ti.
Llorar, como todo lo que sale de los ojos, es sincer
o. Y la sinceridad escasea hoy en día. Por eso, cuando se llora, se está diciendo la verdad, se están poniendo los puntos sobre las íes, las cartas sobre la mesa, y el corazón en un puño. Y aquí no hay discusión que valga.
Llorarle a tu pareja es un acto de amor, a tu expareja es un acto de amor y a tu futura pareja es un acto de declaración de amarse.
Y aún teniendo tantas cosas buenas, jamás en la vida me gustaría verte llorar. Porque la cosa más amarga de llorar es ver llorar. Y aquí, el que ve llorar lo sufre. Ver llorar a la persona que amas es la imagen más impactante que te puedas echar a la cara. Ver llorar a tu pareja es fracasar. Ver llorar a tu expareja es equivocarte y ver llorar a la que amarás es inquietante.
Pero aún así, si algún día decides derramar una lágrima por mi, que sea de alegría, que sea de añoranza, que sea cercana, que aquí estaré yo, preparado con este papel en las manos, mirándote con los ojos llorosos, dispuesta a cuidarte la mirada, a limpiar tus penas, a secar tus males.
Porque si algo he aprendido de llorar es que se acaba con dos personas queriéndose mucho.
Y yo te quiero mucho. Yo también te lloro mucho.

martes, 27 de enero de 2015

¿Quién debe a quién?

Me debes. Sin haber pedido nada a cambio pero me debes. Estás tremendamente en deuda conmigo y aunque no lo quieras reconocer, lo sabes. Me debes tantas cosas ya que ni te imaginas.

Estás condenada a devolverme todo lo que probablemente nunca te dé, pero aún así me lo debes. Estás pagando los platos rotos que yo tarde o temprano romperé. Por no hablar de los que vamos a romper juntitos, agarraditos de nuestro errores meñiques.

Para empezar, me debes infinidad de palabras. Tantas como van sumándose poquito a poquito aquí. Me debes frases, párrafos, de todo lo que nunca te atreverás a decirme. Me debes imágenes, fotos, instantáneas, tantas como yo me imaginé. Me debes esa en la que salimos tú y yo en ese viaje a Roma, la foto delante de nuestra primera casa. Me debes esa foto tamaño carnet que todo enamorado tiene de su prometida.

Me debes abrazos, tantos como yo te he dado en sueños. Besos tantos como quise darte. Me debes sonrisas y lágrimas. Dos por cada una mía. Y creeme que te saldrá a devolver. Y sí, me debes ojos, y muchos.

Tienes pendiente devolverme todos esos regalos de fiestas señaladas y aniversarios de aquí hasta tu arrugada piel. Me tienes que devolver todos esos detalles que tenemos pendiente de hacer. Estamos pagando la distancia a precio de diamante.

Y hablando de joyas, nos debemos las alianzas de compromiso, el anillo de pedida, el de enamorados, el del primer aniversario separados.

Me debes tantas cosas, me debes tantos momentos, qué a veces me pregunto quién debe a quién. Y lo peor de todo no es eso, lo peor de todo es que sin conocerte a veces me pregunto si soy yo el que aún está en deuda contigo. Y tú sin saberlo, tú sin conocerme, tú sin creer deberme, tú sin quererme…

domingo, 25 de enero de 2015

Cómo Decir Te Quiero

Aún no sé cómo decirte te quiero. No encuentro la manera, el lugar, el tiempo, el cómo. No sé como lo quieres escuchar, y tampoco me dijeron como no volver a decirlo.

No tengo las palabras claves para dejarte caer que me he enamorado de ti. Tampoco las palabras de después, ni si quiera las de dentro de un mes. Reconozco que no sé decir te quiero y que te suene agradable.

Pero déjame al menos que lo intente una vez más. Quizás no tenga la oportunidad de decírtelo nunca más, pero déjame que sea aquí, así, ahora.

Déjame ver de qué soy capaz yo mismo y haber que se me ocurre. Voy a empezar como todos, voy a decirte te quiero, a ver que se me va ocurriendo.

Te Quiero. Que te quiero. Eah ya lo he dicho. Te quiero y mucho. Te quiero más que a todos. Te quiero terminado en "o" de "ostras que guapa". Te quiero a voces, en silencio, por escrito.

Te kiero kani, y  Te Quiero   de forma pija. oɹәᴉnb әʇ del revés y del derecho. Te quiero en negro, y __ ________ en blanco. Te Quiero flojito, fuerte como un abrazo. TE QUIERO en mayúsculas. Te querré en futuro, y te quise en pasado. Te quiero como cantidad, y como calidad. Te Quiero cerca, lejos, qué más da. Te Quiero aunque seas de otro, aunque yo sea de otra. Te Quiero aunque nunca lo leas, aunque tú no seas la destinataria. Te amo, que es quererse en superlativo y te extraño, que es te quiero en los comienzos.

Vamos, que te quiero de todas las formas posibles que se puedan escribir con un teclado. Y seguramente si te hubiera conocido antes, o si nunca nos fuéramos de nuestro lado, tendría más posibilidades de decirte te quiero, pero siempre puedes irte a la primera frase de este texto. O a la última, son la misma, que sí, que aún no sé cómo decirte te quiero.

miércoles, 21 de enero de 2015

Para ese ratito

Siempre hemos discutido qué significaba amarse en tiempo. Siempre nos hemos preguntado qué es aquello que diferenciaba a ése del resto. Qué era lo que lo hacía eterno, tuyo. Qué señal esperabas, qué lo hace definitivo.
Vamos poniéndole excusas al destino que da gusto. Como si éste no tuviera fondo. Pero llega un día que hasta el mismísimo futuro revienta. Y los daños colaterales son en presente y muy indicativo.

La vida te va dando años, a la par que conocidos, pretendientes, pero nunca te dice qué es lo que te hace valedora de aquel que te tiene engatusada. Y claro, vienes aquí esperando a que alguien te diga lo que nadie te contó.
Tenemos la terrible manía de que, en un ratito, nos convertimos en el nadie de alguien. Que sí, que después utilizamos muchos eufemismos, que si expareja, que si solamente amigos, pero no nos engañemos, somos el nadie de alguien, alguna vez lo hemos sido o lo seguimos siendo. Esperas a que yo, que soy nadie de alguien, venga a decirte qué fue lo que no funcionó en otros y qué es lo que merece la pena comprobar de los siguientes.
Quizás no se tenga la fórmula mágica para encantar, ni si quiera acercarse al prototipo que realmente sea ese de conocer a la media naranja pero si hay una cosa que siempre se necesita y que no tiene coste ni pérdida de probabilidad.
Prueben a observar a ese que está ahí para ese ratito. No para el que te quiere para un ratito. Y lo digo porque nos confundimos, y mucho.
Quiere al que busca excusas para estar contigo ese ratito. No al que busca un ratito y el resto del tiempo pone excusas.
Mira aquel que actúa para, a veces, ni si quiera estar contigo, sino, verte un ratito, leerte un ratito, sentirte un ratito. El que se sacrifica para que ese ratito sea vuestro. El que te despide en un tren un ratito, el que sale de trabajar y te habla un ratito, aquel que coge un autobús más tarde para ese ratito, el que desayuna en tu mismo bar por verte ese ratito, el que se alegra si te ve solamente ese ratito porque, quizás me equivoque, pero ese que está ahí, ratito a ratito, granito a granito de arena del reloj, ése, está ganándose un ratito más grande contigo.
Esa es la señal que puede indicar que ése es el que te hará de ratitos una vida plena. Dedíquenles ustedes también un ratito, lo vais a notar en su cara, lo vais a notar cuando lo tengáis delante.

En un ratito.

martes, 20 de enero de 2015

Buenos Días Princesa

Buenos días princesa. Sí, a ti, a esa que lee, a esa que llora, a esa que ríe. Buenos días princesa a la que cree no serlo, a la que se lo cree, a la que lo es. Buenos días a ti, a la pasada, a la futura. A la que nunca vendrá, a la que vino, a la que está por venir. Buenos días a aquella que un día decidirá apostar por mi.
Buenas tardes princesa. A la que se queda, a la que nunca se irá. Buenas tardes a la que quiera pasarlas a mi lado, a la que las convierte en eso, en buenas tardes. Buenas tardes a tus ojos, a tus formas, a tu saber estar. Buenas tardes princesa a la que aparece temprano, a la que llega tarde, a la que nunca se le esperó y a la esperada.

Y buenas noches princesa. Buenas noches a aquella que decida acompañarlas en la misma cama, a la que sueñe conmigo y con nosotros, a la que se acueste al ladito mía. Buenas noches a todas esas que sueñan viviendo, y que viven soñando. Buenas noches a la que mañana se despierte junto a mí, a la que compartirá almohada.
Y buenos días princesa, a la que siguió, a la que se despertó de nuevo, a la que quiso seguir escuchando "Buenos días, princesa".

domingo, 18 de enero de 2015

Si fueras Tú

Me estaba preguntando que pasaría si fueras tú la que escribieras. Que pasaría si fuera yo el lector anónimo. Si fueras tú la valiente, si fuera yo el oculto.
Me estaba preguntando si fueras tú la que esperases, si fuera yo el que las iba viendo venir. Estaba yo aquí, preguntándome en esta parada de autobús, si fueras tú la que estuviese pasando frío, si fuera yo el que tuviese la oportunidad de apaciguarlo.

He mirado el móvil antes de escribir esta línea y me he preguntando si fueras tú la impaciente, si fueras tú la que desease un "me he acordado de ti", si fuera yo el emisor, sin saberlo, de tanta ilusión tan tonta.
Me he preguntado, literalmente, si me quieres, y si la duda ofende. Si todo lo preguntado tendría sentido, si tú también te lo has preguntando.
Porque, ¿Qué pasaría si fuera yo esos ojos verdes y tu esos que tanto desean tener?, ¿Qué pasaría si fueras tú aquella que tanto ansia por un beso, por unos labios, por una piel?
Dime qué pasaría si fuera yo el deseado y tú la que lucha por querer. Si yo el amado y tú la que quieres querer. Dime que pasaría si yo viviera allí y tú aquí.
Dime si los papeles fuera inversos, si la vida fuese de otra manera, si el ser tú y yo es lo de menos, si todo eso verdaderamente importa, porque yo nada más hago preguntarme si fueras tú, esa que tanto esperé...

jueves, 15 de enero de 2015

Ponga el Intermitente

La última vez que me quedé sin combustible fue mortal. La vez que paré en carretera por frenazos que estropearon las ruedas fue temerario. En mitad de una autopista llamada vida se dieron un par de volantazos y la colisión fue casi inminente.

Y sino ese momento del ya no viajo más, del ya no puedo más. Esa válvula de escape que se necesita de vez en cuando. Esa estación de servicio que personificamos en aquella que sabemos que jamás nos cerrará las puertas. Ese momento cuando te quedas sin combustible para continuar un camino ya sea solo o acompañado.

Pero hay algo que todo el mundo hacemos cuando nos quedamos sin combustible. Llenar el depósito de nuevas esperanzas e ilusiones. Y continuar el viaje porque no queda otra. O sí. Y ahí te ves, siguiendo la inercia de un viaje que lo bueno que tiene es que no sabes a dónde deparará, pero que sí es tu camino a seguir.
Es cierto que la ausencia de alguien en tu vida es desgaste de neumático de campeonato, pero ¿sabes lo bueno que tiene la carretera? Que no teniendo combustible, nunca se viaja solo.
Cuando buscas compañero de viaje, cuando tienes ahí a esa persona a tu lado en ese largo viaje unidos por el destino, que no es otro que llegar juntitos al final del trayecto, a la anciana meta.
Cuando pegas un giro en tu vida y esa persona, dé los tumbos que tú des, te sigue. Cuando no importa seguir una línea recta, un rumbo, una dirección. Cuando no hay distancia insalvable y ella ahí, detrás tuya para que no patines, para que no colisiones.
Así que ponga el intermitente cada vez que quiera dar un giro a su vida, cualquiera puede ser el coche de detrás.
Cualquiera te está siguiendo y tú, sin mirar el retrovisor...

miércoles, 14 de enero de 2015

Para Otro Día

No os imagináis las ganas que tengo de que llegue ese día. Ese que siempre nos cuentan. Qué ganas tengo de que llegue el día que se pactó como eso, El día. me llevan años echando en cara que ese día será, que pase lo que pase, ese va a ser nuestro día.
Imaginaos la de veces que todo se ha dejado para otro día. Y además se dice así, para otro día. No es excusa. Es que parece que da miedo que sea ya. Es que lo bueno se hace de rogar.


De estos planes que te apetece hacer y te lo suplantan para otro día. Esa cita con la que suspiras que se suspende para otro día. Un partido entre su corazón y el mío que se cancela para otro día.
Y se contagia. Creedme que se contagia. Sobretodo cuando pasa en el terreno personal. En lo afectivo. En los días marcados del calendario como importantes.
Y todos los abrazos que pides en silencio se darán otro día. Cualquier beso que se desee, se promete y se comprometen para otro día. La llegada de que vendrá y nunca se irá, será para otro día. El amor, para otro día. Quererse, otro día. Mirarnos, otro día. Venderse en sonrisas, para otro día. Quién nos quiere lo dejamos para otro día.
Por eso te decía que tengo ganas de que llegue ese día que tanto nombramos como ese otro día. Porque parece que va a traernos de golpe lo que se quiere y se desea. Parece que va a ser "El Día". El mejor día de nuestra vida. El mejor tiempo que se espera.
Pero tiene un problema. Sólo uno pero muy importante. Y es que ese otro día implica que no es hoy. Y hoy también se apetecen esos labios, esos abrazos, esas manos,...
Hoy algunos necesitamos un "para otro día" dicho con anterioridad para que hoy fuese ese día.
Hoy también podría haber sido el día. Y mañana, y ayer, y pasado mañana. Porque hoy podría haber sido esas 24 horas que tanto prometen.
Pero siempre nos pasa una cosa, y es que tú y yo siempre quedamos en decírnoslo,

Para otro día...

martes, 13 de enero de 2015

Queda Prohibido

Queda terminantemente prohibido ser el primero. Queda prohibido mostrar intencionalidad de enamorar, capacidad de dejarse querer.
Queda totalmente prohibido cualquier palabra que suene a aprecio, cualquier frase que dé a entender que sí, cualquier gesto que delate como conquistada.

Quedan prohibido los besos en líneas rojas y paralelas, los abrazos en el alma, las caricias en los vellos de punta. Queda tajantemente prohibido encandilar, ser detallista, regalar tiempo.
Prohibido queda contarse, conocerse, darse al otro. Queda prohibido decir te quiero, me gustas, me encantas. Queda prohibido utilizar el corazón por encima de la razón, hacer el amor con amor, y recíprocamente.
Queda prohibido lo que se desea, lo que se quiere, lo que está por venir. Prohibido ilusionarse, imaginar futuro. Hay que ser inflexibles contra aquellos que miman el detalle, contra aquellas que se dejan mimar con gusto. Queda prohibido pensar que esa sí, que ese es el chico de mis sueños, la mujer de mi vida, el hombre que amé, la mujer que me complementa.
Solamente queda permitido una cosa. Que por una vez, tú y yo, nos saltemos las normas mal establecidas, que la multa a pagar tenga tu nombre seguido del mío con una "y" en medio, que la fecha de emisión sea ya, ahora.
Que lo prohibido es tentador, que lo permitido sea tentar, y lo que queda en medio de todo ello es la multa que pronto tendremos que pagar...

lunes, 12 de enero de 2015

La Culpa La Tiene Ella


La culpa la tiene ella. Se presenta cuando le viene en tiempo. Abandona con la misma sutiliza que lo hace esa persona que quieres y aún no puedes. Su presencia es tan efímera como un mensaje de texto o un cruce de miradas con aquella que ansias ver más de lo que lo haces.
La culpa de que esté yo aquí escribiéndole a ella la tiene esa casualidad digna del que quiere convencerse de que acordarse no es casual. Ha cometido el delito de juntar en segundos su aparición con mi añoranza y ambas se han compensado en la mina del lápiz que casualmente caía sobre un folio ya menos blanco.

Ella es la culpable de que nos creamos que esa que está ahí es la definitiva. Ella es la culpable de que nos creamos que aquel suceso inesperado pasase por algo. Y ese algo se lo regalamos al destino como una razón más para autoconvencernos de que ella sí, de que ella es la pieza de puzle que encaja con tu vida, que completaba el mosaico de tus dudas.
Ella es la culpable del pensamiento irracional de que dos sucesos independientes tengan una coordinación digna de ser valorada. Ella es culpable de que cogieras un trocito de tu tiempo y lo utilizaras en el mismo momento en el que yo más lo necesitaba.
Ella, la casualidad, es culpable de ser capaz de otorgarle a cualquier beso, eterno, a cualquier abrazo, no olvidado, a cualquier mensaje, incendiario de "aquí está la que estabas esperando, ya llegó".
Porque ella, la casualidad, es la única culpable de que yo esté pensando en ti como aquella que vendrá, y a su vez, de que me llegue un mensaje, al mismo tiempo, con un contenido ajeno a la intención.
Intención que era "Yo también me he acordado de ti". Y claro, aunque sea casualidad, quién no te dice a ti que la culpa la tenga ella...

domingo, 11 de enero de 2015

Es Fundamental Quererse

Claro, lógico, normal. Es fundamental quererse. Esa que está frente a ti necesita sentirse querida, apreciada. Necesita sentirse especial, que no única, aunque también se exija. Esa necesita un ápice de cariño. Pero cariño del no material. El que se mide en momentos, en cada sonrisa. Aquel que está en la comisura de unos labios, en el rimel enamorado, en aquella unión de sinceridad y afecto.
Claro que es fundamental. Es fundamental estar. Con ella. Junto a sus miedos. A sus problemas. Hay que estar para lo malo. Hay que estar por y para ella. Sin forzarse. Hay que estar flojito, pero estar. Y que ella te deje estar también es importante.

Y es fundamental comunicarse. Por escrito, por besos, por caricias. Hablarse cuerpo a cuerpo. Contarse lo que sí, corregir hablando lo que no. Es fundamental hablar con labios. Dialogar con sentimientos, con ganas, con convicción de querer arreglar lo que nunca se habló.
Y a estas alturas nada ni nadie nos ha contado nada nuevo. Eso de que quererse es fundamental, de que estar es importante, de que hablarse es necesario, toda esa teoría la teníamos más que aprendida. Inclusive habíamos hecho práctica de ella.
Quizás es que nadie nos ha contado que quererse es cosa de tres. Claro, es que eso es fundamental también. Que quererse es cosa de más de dos y menos de cuatro. Y nunca te lo han dicho y ni si quiera aunque yo te lo diga, te lo vas a cuestionar.
Y como no nos lo creemos, algunas veces nos preguntamos qué fue lo que no funcionó. Quién cometió el error y quién dejó de ser fundamental. Porqué se acabó, porqué ya no. A quién culpamos de los dos.
Y es que a veces el destino no sabe comunicar que no eramos nosotros. A veces el destino no está, que a veces el destino no quiere. Y nosotros seguiremos pensando que querernos, los dos, solamente los dos, era lo fundamental.
Pues mirad, quererse no es fundamental. Quererse es condición, sí, pero no suficiente. Quererse era fundamental, pero a día de hoy se necesita algo más. Seguir queriéndose sí es lo fundamental. Y aunque parezca lo mismo no lo es. Aunque nadie te lo diga, aunque no os lo digáis, aunque el destino no quiera, aunque todo esté al borde del no, seguir queriéndose es fundamental.
Y sino, probadlo...

sábado, 10 de enero de 2015

Tienen Derechos

Tenéis derecho. La que se fue, la que promete nunca volver, la que vino sin avisar, la que avisó de que se iba. Todas esas tienen derecho sobre ti. Porque está escrito en la sociedad que tienen derechos civiles y penales sobre la compensatoria de todo lo que andas haciendo mal en vida. Y para compensar todo eso...

Tienen derecho. Ella, la otra, la que nunca existió, la que provocó sus celos, la que nunca los provocó, la celosa, la que nunca lo fue. Cualquiera de ellas tienen derecho. Tienen derecho a todo. A opinar, a juzgar, a sentenciar. Tienen derecho porque sí. Porque aunque no lo parezcan importan y mucho. Se merecen todos los derechos del mundo y ya está.

Y sí, tienen derecho. La que te amó, la que no, la que te quiso como amigo, la que ni si quiera eso, porque se han ganado un trocito de tu corazón, bien arrancándolo o por méritos propios. Mérito que ellas se han ganado con el sudor de sus palabras, con su saber estar, con sus sonrisas, sus besos, sus una de cal y otra de arena.
Y aún así tienen derecho coño. Porque tú firmaste el documento que acreditaba esta sutileza de ejercicios que pueden ejercer sobre ti sin ningún tipo de consecuencia hacia sus personas. Tienen derechos y admítelo de una puta vez, que pueden hacer lo que les venga en gana, desahogarse por cualquier medio, tirarte al contenedor de "éste ya no", jugar al "ahora sí, ahora no", pintarse la cara pa' otro, degustar el sabor de los labios de un cualquiera con más derechos que tú.
Y tienen derecho a pronunciar la palabra olvido tan suave que suene hasta agradable, y colocártela en el Ipod para que todos los días de tu vida te acuerdes de ellas. Porque a melancólicas no les gana nadie.
Pero que también tienen derecho a velar por ti si hace falta, y darte importancia. Y a amarte sin condiciones, y derecho a darte un beso, y un abrazo. Derecho a enamorarte, por primera vez, de segunda, de tercera. Derecho a encantarte, a sentirte útil, a darte el sustantivo de novio, el vocablo de pareja. Tienen derecho a sumarte uno y que seáis dos. Tienen derecho a darte una vida contigo y para ti. Derecho a envejecer juntos. En definitiva, tienen derecho a amarte.
Y tú tienes derecho. Tienes derecho a guardar silencio, a esconderte todos tus miedos, a no incitar a la ironía, al desahogo personal y silencioso. Y por supuesto tienes derecho a la recursión.
A esa que es esperar que vengan otros ojos, otros labios, otras maneras, otra con derechos a decirte de nuevo y que lo parezca, dame todos tus derechos.
Y tú tienes derecho a dárselos. Y punto.

viernes, 9 de enero de 2015

Lo Que Se Pide

Amarse es un beso. Quizás no tan seco. Amarse es besarse. Mucho. Es probarse. Apasionado, es quererse en mejillas, quererse en cuello, en espalda,...
Amarse es una cosquilla, una caricia. Amar es corporal. Es tocar al otro. Es acariciar. Que provoque un cosquilleo, un repelús. Amar es escalofrío y vellos de punta. Amar está en la piel. Amar es tacto. Es cercanía. Es dejar mano en cuerpo de.

Amar es compañía. Amar requiere más de uno. Amar
es sinónimo de hacerse amigo de tu mejor amiga. Amar es estar cerca aún estando lejos. Amar es querer estar. Querer quedarse junto a.
Amar es abrazo. Es bordear con tus brazos a la persona que quieres. Es recoger a dos en uno. Es protegerse en el pecho de alguien. De querer estar más cerca si cabe. De acaparar todo sin ser el protagonista de la acción.
Amar es futuro. Amar es secuencia en tiempo. Pide explicaciones y exige ilusiones. Amar es estar mañana y el querer estarlo. Amar es tan presente como futurible, y así debe ser.
Como ves amar es cualquier cosa que esté en condiciones de ser pronunciado o exigido. O acaso, ¿Nunca habéis pedido un beso? ¿Nunca le has preguntado a ese que tanto quieres si mañana te querrá? ¿Nunca has exigido un abrazo? ¿Nunca has pedido una caricia?
Por eso, aunque nos vendan aquello de que amar es recibir sin pedir, de que amar es voluntario, no os engañéis. Amar es lo que se pide por la misma razón que dejar de querer es dejar de pedirse, o de pedir tarde. Amar es pedir porque hasta cuando uno se casa la expresión es, pedir la mano. Y amar es todo lo que se pide porque recibirlo es señal de que se ha pedido, aunque sea sin decirlo.
Y yo ahora mismo quiero contigo, todo lo que se pide. Que yo quiero pedirte un beso, un abrazo, una caricia... Que yo ahora mismo quiero pedir amarte...

jueves, 8 de enero de 2015

Póngase en lo peor, su mejor vestido.

Alguna vez, como en la vida, has tenido ese día que no. El que te levantas y dices que no es tuyo. Que no eres nadie. Que hoy no amaneció por ti, que no dormirá contigo. Ese día que recuerda el próximo párrafo como propio.



Que no te quiere. Póngase en lo peor. No te ama. No te valora. Es más, no sabe que existes. No conoce tus labios. Nunca los ha probado, ni tiene intención. No te mira, ni con deseos ni con pretensiones. No conoce ojos. No mira cariño.

No te molestes que no. Que no estás para él. Ni él por usted. Que aquí menos por menos no es más. Que uno más uno no son dos. Que dos no son si uno no quiere. Y vuelva a leerse ese párrafo, que tiene como suyo, en ese día que no prometía gran cosa.

Vuelva a leer que no le quiere. Que no le quiere lejos, distante, ajena. Póngase su peor vestido, que da igual, que no le amará por apariencia, sino por ser, y no por parecer.

Vuelva a leer eso que decía de que no le valora. Que no valora sus errores, sus defectos. Porque son considerados como suyo, y a él le gustó lo que te diferenciaba de las demás. Lo que te hacía única. Vuelva a leer que él no se hace la idea de que no existas. Que no existas fuera de su corazón, de su vida, de vuestras vidas.

Vuelva a leer que no conoce sus labios. Y es porque nunca los ha probado no porque no los quisiera. Y que no tiene intención, por no querer ofenderla con un beso que nunca le pediste. Y vuelva a leer que no le mira. Porque le avergüenza ver a alguien tan bella como tú. Porque teme que le descubras sus deseos y sus pretensiones en tan sólo una mirada. 

Vuelva a leer que no conoce ojos, que no mira cariño. Porque aún están por conocerse. Porque aún no ha habido abrazo. Porque aún no se han atrevido a mirarse con las manos.

Porque como ves, este último párrafo convierte, que todo lo que te pongas como peor se acabe convirtiendo en tu mejor vestido. Y en esos días que nos ponemos en lo peor, haceros un favor:



No os la quitéis, esa que tanto bien conjunta. Esa que tanto necesitamos. Esa que tan bien nos sienta. No os quitéis vuestro mejor vestido, no nos quitéis vuestra presencia.

martes, 6 de enero de 2015

El Mensaje que Nunca Te Llegó

¿Nunca has estado delante de ese mensaje en blanco? ¿Nunca has estado delante de esa ventanita con el icono de escribir parpadeándote en la cara, esperando a que aporrees el teclado? ¿Nunca te has sentido lo suficientemente valiente para escribir tres, cuatro líneas expresándote sentimentalmente?


Alguna vez lo has hecho. De estas veces que la ves y dices: Hoy se lo digo. Y así, dispuesto enfrente de su perfil le dices que la quieres, que te encantaría salir con ella, que te encantan sus ojos, su boca, que tienes dos entradas para el cine, el teatro, a tu corazón a donde sea, y que te gustaría compartir ese tiempo con ella. Ese espacio, ese momento. Esa imagen.

De estas veces que te quedas en blanco y punto y a parte. Y entonces en un párrafo nuevo te excusas porqué no lo dijiste antes. Porque no te atreviste, porque tenías miedo a esa partícula tan negativa como corta, porqué miedo al no. Porque te quedas sin palabras cuando estás delante suya. Porque te gusta tanto y la ves increíblemente gigante ante tí.
Y tras la despedida que esperas que no sea tal, le mandas dos besos, uno por mejilla, y firmas con tu nombre, suspiras y colocas el puntero en el icono azul de enviar, ese único botón que puede hacer enviar todo lo anteriormente escrito. Ese botón que marca un antes y un después.
Ese botón que te hace recordar todo los días que le escribes que siempre has estado delante de ese mensaje que nunca se llegó a enviar.
Y a ustedes os convierte automáticamente, día tras día, en esa destinataria del mensaje que nunca os llegó...

lunes, 5 de enero de 2015

De qué te enamoras

De que me enamoro. ¿De un beso, de una mirada? De qué me enamoro, en un abrazo, en una despedida. Qué ocurre cuando te enamoras, qué se enciende, qué sentimiento se despierta.

Dime de qué nos enamoramos. Qué tiene que ocurrir, qué debe pasar antes de. Qué palabras encandilan, cuales no. Dime si la caricia es importante y si es cuantificable. Qué se necesita, ¿un corazón, dos? 

Qué se busca, o mejor, dime qué se te perdió. Que hay por encontrar, si no hay mejor tesoro que tú vestida de enamorada.

¿Qué enamora? Si los gustos son diversos, si la belleza está escrita de mil maneras distintas. ¿O son las maneras? La manera de tratar a la que amas, la manera de quererla, de sentirla única, la manera de estar, de ser, de parecer.

Pero lo más importante, dime de qué te enamoras. Dímelo flojito, que nadie se entere. Dime de qué te enamoras, que tengo mil maneras de convencerte de que no hace falta convencerte.

Dime de qué te enamoras, guapa, cielo, amor, vida. Dime tu nombre, tus formas, tus sentimientos, tus manías. Dime tus defectos y virtudes como si fueran lo mismo. Porque lo son. Dime tu gesto. Aquel que te delate como conquistada, de sorprendida, de entusiasmada.

Dime de qué te enamoras, y no de quién. Dime de qué y no desde cuando. 

Dime si enamorarse es preguntarse todo ésto.
Si enamorarse es responderse "sí quiero".

Porque si enamorarse fuera solamente ésto... 

domingo, 4 de enero de 2015

Hoy es Menos Domingo

Domingo es el día que sobra. El que tenemos guardadito para la pereza. El día para dedicarle veinticuatro horas a la nada. Al más absoluto abismo. Domingo es insípido y probarlo sabe a poco.
Domingo es excusas. Faltó sábado, faltó cariño,... Estamos mal acostumbrados a no pedirlo y domingo no se presta nunca a ello.

Los Domingos nos lo regalan como los auriculares en el AVE. Tómalo, si lo quieres es tuyo, pero a poco que lo uses, se rompen. Y al final acaban siendo un trasto más en tu equipaje. Domingo es ruptura. Domingo es carga.
Intentad que vuestros Domingos no sean domingos. Os lo recomiendo. Pedid un abrazo, un consuelo, un síntoma de afecto. Echaros a la cara una de esas de sonrisa larga e ilusión en la mirada. Acordaros de tener terapia con aquella que está sin ser llamada, sin ser buscada.
Quemad las penas y alegrías con ella porque es la única que entiende porque estás así, tan domingo. Dedicadle unos minutos, unos buenos días, unas palabras cómo estoy haciendo yo ahora, porque os va a salvar lo que queda de día, lo que queda de vida, lo que queda de domingos.
Invitadla a una copa, ponedla como prioridad en la vida y sentiros afortunados de tenerla cerca pero tan lejos. Porque esa que os digo os va a enamorar, os va haceros olvidar que hubo domingos de antaño, os va a bofetear la cara a besos. Porque ella sabe cómo levantarte, sabe como escucharte, devolverte la ilusión que creías perdida, sentirte útil , querido, extrañado. Queredla porque va a ser tu amiga, esa que nunca te dijo que estaba ahí pero estaba. Queredla porque es tu novia, tu mejor amiga, tu chica, tu amor, tu mujer y queredla porque esa estará todos los días.
De verdad creedme cuando os digo que con ella el tiempo es lo de menos. Que la fecha poco importa.
Que hoy soy más gracias a ella.
Que hoy es menos domingo.

sábado, 3 de enero de 2015

¿A quién va dirigido?

Más de una vez me han preguntado a quién va dirigido, quién es la remitente, quién osa ser la dueña y señora de todo ésto. Quién manda en la tinta que emborrona el folio en blanco.
Más de una vez me lo he llegado a preguntar hasta yo. Quién me tiene en ascuas, quién lucha por seguir apareciendo aquí. A quién van dirigido mis ocurrencias. Quién nada en corazón ajeno, quién naufraga aquí y ahora.

También me he preguntado a quién no. A quién no le he dedicado aún una carta, un te quiero, un abrazo. Y también uno se cuestiona quién deseándolo no te lo pide. Seguro que ustedes tenéis a uno o a una así. Quién pretende robarte un beso y tú sin saberlo. Quién moriría por escribirte todo lo que siente y que por miedo o falta de papel en blanco no se atreve.
Y la pregunta sigue siendo esa, que por quién va, que a quién va dirigido. Y mi respuesta es esa, que quién lo querrá, que quién lo leerá, que quién quiera que lo tome como suyo, porque a día de hoy, nadie lo ha reservado con botella de champán, nadie ha pedido su autoría. Nadie lo ha defendido como nuestro.
Nadie.
Porque ella vendrá a protestar que no es nadie. Y así de paso, se verá obligada a preguntármelo de nuevo en el tiempo, qué por quién va, que a quién va dirigido...
Y yo me veré obligado a responderle, de nuevo...

viernes, 2 de enero de 2015

Sin Sabor de Ti

Lejos. Sin contacto directo e indirecto. Sin intenciones ni pretensiones. Sin noticias tuyas. Ni de tus labios, ni de tu corazón.
Con añoranza. Con vacío, del caro. Del que cuesta. Del que te hace preguntar por qué. El que te come por dentro por no estar ocupado por esa que te tiene sin presencia, la que te tiene sin tener, la que no te deja estar, la que todo lo deja parecer.

Eso dicen que es echar de menos. O al menos eso es lo que se siente y padece. Echar de menos siempre es una acción bonita de recibir pero tremendamente horrorosa de dar.

La que disfruta es la añorada y el que la padece es el que añora. Ese mismo que espera que les pasen las horas tan rápidas como aumentan sus ganas de volverla a ver. Y en ocasiones en vano.
Porque hay veces que no hay fecha final para terminar de echarse de menos. Además es una expresión mal escrita porque no estamos acostumbrados a utilizar el adverbio menos en personas que adjetivamos de más.
Todo el mundo tenemos a esa que echamos de más. Sí, de más. A esa que decimos que es más amiga, más simpática, más guapa. Esa que decimos que es más nuestra. Más pa' mi. Y siempre la echaremos de más.
Porque se te van las horas pensando cuánto queda para volverla a mirar, cuánto falta para llegar a sus labios, cuántos días sin tocar su piel. Y cuando pongas el cronómetro a cero de echarse de más y estés a punto de besarla, siempre podrás decirle,
Cuánto tiempo sin sabor de ti.

jueves, 1 de enero de 2015

Cuando no se acaba

Qué hacer cuando no se acaba. O al menos eso es lo que debe de estar pensando las familias que celebraron el fin de año al laíto de sus hijos en camas de hospital infantil.
Qué hacer cuando fin de año no muestra el fin de nada. Cuando las uvas no son hogareñas, cuando el champán se sustituye por suero. Qué hacer cuando tus hijos se aburren entre sábanas celestitas buscando un juguete con el que entretener el alma.

Qué hacer cuando el 1 de Enero no es fiesta. Cuando no hay nada, o poco que celebrar. Cuando comenzar pierde todo significado. Cuando no hay sobras en casa. Cuando no hay casa, cuando sólo hay hospital.
Qué cara se te pone a ti, cuando compruebas que ayer, siendo fin de año, es‪#‎MiércolesDeHospital‬. Cuando abres el rincón de juguetes y aparece la niña de siete meses ajena a lo que viene por celebrar.

Explícamelo, tú que lees. Qué razón hace volverte de aquel lugar con menos ganas de celebrar nada. Dime, que se hace cuando ves a familias que no tienen nada que acabar.
Porque da la impresión de que ayer todo acababa. Que ayer era el final de los finales y que mañana todo el mundo empezaba algo nuevo.
Mentira.
Allí, en esas cuatro paredes hay personas que se preguntan qué hacer cuando la mala fortuna de sus chiquillos no se acaba, qué hacer, cuando la vida de sus chiquillos no se puede dar por empezada,
Qué hacer cuando principio de año no es principio, sino continuación del anterior...
Y por último, qué hacer, cuando apagamos las luces, se cierran las persianas, qué hacer cuando se queda a oscuras y cerramos con llave.
Qué hacer cuando esas dos horitas allí, para ellos, no se acaban...