Valiente no es el que va, sino el que se queda. Que mirando las cicatrices, las heridas, las batallas pasadas, se vuelve a tatuar en el pecho cualquier abrazo que quedó por darse. Que sin querer compañera, ya demandaba una compañía buscando cruzar mirada en cualquier terciopelado mensaje provocador.
Amores que van sin pedir permiso, valientes, a cualquier destino, a cualquier abismo. Donde nunca se le dé cabida al quizás. Que respetando los tiempos, al reloj se le ha pegado una patada de campeonato, donde ya no cuentan los años, sino los irse a buscar. Que valiente, no es quien no tiene miedos, sino quien, con ellos se fabrica una espada, un escudo y miles de textos. Y a batallar. A lucharse labios. A querer comérselos.
Valiente es quien hace el amor sin complejos. En busca del placer ajeno. A devorar los instintos primarios de cualquier verso robado en las comisuras de tus labios, a sentir cualquier rocío de la mañana, bien temprano, bajo la atenta mirada de unas sábanas blancas que robaban delitos de noches de lujuria y sexo.
Valiente el aguantarse a irte a buscar y perderse en cualquiera de tus curvas, para pedirte vida en cualquiera de tus piernas. Y besarse hasta cualquier punto y aparte.
Cobarde,
Ahí delante.