sábado, 27 de julio de 2019

Nadie está acostumbrado al amor

Y tú menos. Que siempre has vendido los besos bajo las sábanas de una habitación. Y yo menos que siempre te los daba sin razón. Y nosotros muchísimo menos que siempre nos hemos creído el pronombre por encima de nuestras posibilidades, haciéndolo todo nuestro, las ganas, la vida, el amor. A todo le hemos puesto un ‘nuestro’ delante como si fuera, éso, muy nuestro, como si fuera un título de honor, merecido por apellido, por palabras, por qué sé yo.

Nadie está acostumbrado al amor.. Ni al dejarse querer, Ni amar de corazón. Nos han querido tan mal que ya amor no es lo que era. Nos han querido tan mal que ya no entendemos lo que es el querer. Que ya los besos no son para siempre, ni las caricias a flor de piel. Que el amor ya no es un nombre, ni una mirada, ni la primera vez.

Al amor nos lo han presentado como que duele. Y aquí nadie quiere curarse después de caer. Porque hemos tropezado tantas veces que el amor ya es sinónimo de que nos vamos a estrellar contra todo pronóstico. Ya querer, molesta. Ni se hace bien.

El amor nos lo han vendido como una contrarreloj. Nadie nos ha enseñado a acabar. Que ya nadie se ha acostumbrado a terminar las cosas bien. Que ni empezar si quiera aprendemos, por hacer las cosas rápidas, deprisa y sin fe. Porque hemos demonizado el amor, y ya el pecado le gana a toda una mismísima religión.

Amor de cobardes que en las noches nos tacharon de pasado, y el presente nos lo vende como papelinas de fumar, de un solo uso, consumo propio, en cajetillas de intenso olor, sexo en una cama; pero que amar mata, provoca arrugas, quiera menos, como rezaba el guión.

Y nadie se preocupa en amar flojito y vamos retando al tiempo, contándole los segundos por él. Que a todo le ponemos fecha, a todo le ponemos fin. Por eso nadie está acostumbrado al amor, ni a tus manías, ni a los sueños del otro,

Ni a una vida sin ti.

miércoles, 24 de julio de 2019

Caprichosa

Que todo lo quieres. Que todo se te antoja. Niña que busca lo que nadie tiene. Con exigencias del guión. Pides los besos con abrazos por sorpresa. Roces que van a los besos de verdad. De estas que piden siempre fuera de carta. Caprichosa, que lo quieres todo. Que lo demandas sin pedido mínimo, sin coste adicional.

Amor a cobro revertido. De amores sin camiseta en el sofá. De antojadizas manías. Que cuando más pedía, más se le daba. Avariciosa de habernos querido mucho. De habernos amado mejor. Caprichosa de los momentos. Que siempre contabas las horas para volvernos a ver. De estas que te hacían perder los días queriendo. Muy queriendo. Que ahora me doy cuenta que hasta el tiempo has querido controlar. Caprichosa de bocados en mis labios. Ladrona de caricias. Que todas las demandabas desnuda al pie de una cama de hotel.

Caprichosa de mi cuerpo. Que has ido a probar cualquier recoveco de mi piel. Acumuladora de mis miedos. Que todos me quitaste con tus formas de querer. Veleidosa de cualquier muestra de cariño. Que todas las quería para ti. No compartiendo absolutamente nada. Que todo de mí lo querías hacer tuyo, muy tuyo. Y yo me dejaba tener.

Y que en cualquier rincón, paisaje, viaje, sitio querías más hechos, más palabras, más besos, más. Y llenaste todo el rincón de inolvidables. Y me fuiste a comer los labios, el cuello, los sueños. Y veía como callabas mi voz con un solo dedo de tu mano, exhausta, tirada allí donde me dejé perder muchas veces.

Caprichosa de versos, que todos los lees a escondidas, a solas. Como una ladrona de ilusión. Que toda te la escondes, que toda te la guardas. Y sin hablar pide todo un nosotros. Caprichosa de fotos, de vídeos, de juegos, de vicio, de un ratito más.

Recuerdo que, cuando te ibas,

Yo siempre era el que quería más...

lunes, 22 de julio de 2019

Labios

Líneas que cruzan una promesa. Son el pecado de cualquiera que se creía libre de ellos. Lugar donde la cordura perdió más de una apuesta. Es lo más cercano a un beso. Lo que más roza a una ilusión. Son el lugar donde cada cual asienta su miedo, dándole paso a toda una aventura. 

El primer sino de una relación. Son aquellos con forma de Atenea que van en busca de tu lengua, de tus besos, de tu sinrazón. Son el abismo de otro cuerpo pues, más allá de ellos, sólo estás tú. O lo que quedaba de ti antes de fijarte en ellos. 

Sitio dulce donde guardarlo todo. Reconozco que es el primer lugar donde te miré,  porque son el reflejo de la intención. El placer en forma de dos rectas que sin cruzarse te atraviesan las ganas. Paralelas que pintadas o sin pintar dicen mucho más de lo que besan. Besan mucho mejor de lo que pensabas.

Nos hemos enamorado de labios. Y los hemos ido a mirar como si fueran a devolvernos la mirada. Que siempre acabo los momentos ahí, justo en el sitio donde quería empezar. Tocando la única zona que es capaz de decirnos que no, tanto como te quiero.

Y al borde, las comisuras. Mi lugar favorito. Sitio que sin tocarse atrapa. Amores que se han quedado ahí, a punto de labios. Que si no recuerdo mal, fue el último destino de alguno de tus bocados. 

Son la esquina donde más veces nos han dicho quiero volver a verte.

Rincón donde acaban los te echo de menos.

Siempre mejor los del otro.

Mejor cerca.

Mejor los tuyos.

Mejor tus labios.

sábado, 20 de julio de 2019

El teorema que llevaba tu nombre

A mí me lo enuncias. Pero que no suele a plástico, ni se quede todo en un corolario de quita y pon. A mí me lo marcas, y que se quede tatuado en mi piel, como después de un bocado, como la habitación por la mañana de un hotel. Salvaje, a mí me lo pruebas salvajemente y que sea lo que Dios quiera, que tenga lo que tenga que pasar.

A mí me lo demuestras. Pero a golpe de tacón, a doble clic en el corazoncito, a pulso. Con la rapidez de unos cuernos, con la codicia de quererse más, con toda la mala intención de quedarse para siempre. Con todo lo que eso conlleva, quiero una demostración de las de verdad. De las que cuando se escriba, se quede como teorema, con estas mil aplicaciones en sábanas que le íbamos a sacar entre mi boca y tus muslos.

Teorema: Que dado un momentito mayor que cero, con unicidad y pretensión, existes entre cualquier decepción e ilusión. Dados tres besos en el conjunto de todos los voy a olvidarte, para toda comisura, existe un único punto de no retorno tal que mi cordura tiende a cero.

Demostración: Y entonces recuerdo el sofá, el café, mi camiseta, que te quedaba grande y usaste de pijama, tus piernas respirando luz del día, el otoño lejos, tu boca cerca, tus ojos mirándome, mi ropa en el suelo, tu bocado marcado en mi cuello. Dolor que no duele, porque en ese momento, sin lugar a dudas, positivo; la unicidad bebía café por la resaca. Tus pretensiones quemaban a fuego mis ojos, que ya no recordaban otro escenario donde la ilusión se escapaba por el balcón cada noche en busca de otra decepción.

Y fueron tres besos, uno al borde de la cintura, con alevosía dejó un rastro de pretensión, otro en el pecho, subiendo lo inevitable, el último a los labios que venían pidiendo clemencia de mentira, a la vez que pedían un poquito más de condena.

Y me mirabas controlando toda la escena. Como si la hubieras ensayado mil veces delante del espejo. Que de ahí no salía nadie sin pecado. Y tu atrevimiento acabó con todo beso y toda verdad. Al carajo el juegecito juvenil de los catorce años, y de ahí que tu boca se declarara dueña y señora de la patria y potestad de todo mi cuerpo. Amor que se consumió como la cuerda de una vela añeja, lenta, quemaba con toda la intención.

Mi comisura saqueada, tus dientes rompiendo los muros de mis inseguridades, el amor era un campo de batalla donde tu locura portaba el estandarte ganador. Ya no quiero que me lo demuestres recé sin miedo de volverte a perder e hicimos el amor.

Mi cordura rozó los límites de la habitación; al suelo, como la ropa, como la vergüenza, como tu precaución a leerse ésto más de la cuenta. 

Como nos queríamos demostrar. ⬛

Y que todo teorema es para siempre. 

Que todo teorema llevaba tu nombre.

O al menos eso me dijiste antes de empezar.

sábado, 13 de julio de 2019

Estaba para ti

Estaba ahí. Con la forma y figura de un para ti. Estaba ahí con la intensidad y la fugacidad de una estrella. Estaba ahí para siempre, para quedarse. Estaba, y te lo dejó caer, para los buenos días, para acostarse tarde, para quererse en sofá de a dos, en viajes de contigo, en compañía de las que se quedan hasta tarde. Estaba ahí de esas veces que no se va. Que hasta que te quedes dormida, de los de tonto tú, y de fresas con chocolate, y amor de salón, de copa en mano, amor de niños, familiar, de tuyo más que mío.

Estaba para ti. Con toda la intención y el arrebato de provocarte una vez más. Con su nombre de remitente, iba exclusivo dirigido a ti. Con la tinta borrosa de haberte querido escribir muchas veces. Con la premisa y la esperanza de ser devuelto. Con la imaginación de haberse leído felices. Con todo el tino de haberse destinado a tus labios sin previa respuesta. Estaba sellado a tus comisuras, con cariño, bien rojo, y un atentamente muy marcado.

Estaba. Que te lo dejó caer. Que se molestó. Lo que quiero decirte es que fue a buscarte y te encontró. Costara lo que costara, estuvieras donde estuvieras. Bajó dos o tres renglones de su agenda y marcó el tuyo. Te tocó con las yemas de sus dedos y con miedo lo envió. Te lo envió.

Que era tuyo, que estaba para ti. Que en ese momentito tonto, no había otra persona más que tú. Miles y miles de estrellas y fue a buscar la tuya. Y te la bajó. Y te dijo, aquí estoy. Aquí estoy para ti. 

Y esperó. Minutos, días, meses. Y ahí estaba. Buscándote otra vez. Jugándole al destino, arriesgando no volverte a ver. Y tú no estabas ahí. Y tú no eras para siempre. Y tú no eras la de los buenos días.

Y tú no estabas. Ni con intención ni curiosidad. Tú no lo vistes llegar para quedarse. Le agradeciste el gesto con una bonita sonrisa. Y fuiste a los hombros de otra esperanza. Y te imaginaste que él siempre estaría para ti. Ahí escondido entre tu agenda. Ahí estaba esperándote. Con miedo a molestar.

Y estaba. Y te lo dejó caer. Que no fuiste a buscarle ni a dejárselo caer.

Ni te tocó con las yemas de sus dedos. Ni le diste una señal.

Una maldita señal.

Y estaba ahí.

Estaba.

Aquí.

martes, 9 de julio de 2019

Faltas Siempre

Nos falta. Que por más que nos esmeremos, la vida ha dicho otra vez no. Mil veces no. Una detrás de otra. No, no y mil veces no. Que el tiempo no estaba para acompañarnos, que por muchos venga que nos propongamos, vienen detrás todos los pero. Faltan síes, falta oportunidad, falta valor.

Cuando es que no, es que no. Que dos no se aman si uno no quiere. O algo así era. Que valían más las coincidencias que la intención. O eso nos dejaron caer allí donde fuimos a besar de picado. Allí donde nos levantamos entre sábanas de hotel. Muy arropados pero muy solos. 

Te hablo de que por mucho que quieras, esto no iba a funcionar. En primer lugar porque no te llego ni a la suela de tus labios. Y que de llegar me perdería en las comisuras de los mismos,buscando un lugar donde quedarme. Que conociéndome me costaría negarte cualquier cosa. Y que conociéndote, acabarías pidiendo quimeras en forma de amor de sofá. Porque siempre, y no me digas que no, siempre nos han gustado los imposibles. Esos que, por mucho amor que se le sueñe, poco amor amanece.

Me da que no. Porque me ibas a echar en cara todo lo que aún me queda por escribirte. Y me ibas a contar las palabras sin intención, las frases sin sexo, las noches sin verbo. Que conociéndome, podría escribirte sin tinta cualquier día de julio, que conociéndote ibas a leerlo con ansias pidiendo el siguiente fuera de tiempo. Y a mí se me iba a quedar pequeño el año para dedicarme a otros versos.

Falta buscarse. Eso de irse a encontrar. Que no hay nada como dejarse llevar. Falta el no pensar, y que sea lo que tenga que ser. Soltar un poquito de cordura para dejar ganar a la locura. Falta atrevimiento, porque la verdad ya la estamos poniendo cada vez que vienes a buscarme entre texto y texto. Falta atrevimiento, por encima de cualquiera de los besos que se desean pero no se tocan, ni se dicen, miedo a que, como una burbuja, explote y se esfume.

Me faltas tú,

O eso pensaba al empezar este escrito,

Que faltas tú, faltas siempre.

lunes, 8 de julio de 2019

Amor de principios

Siempre has sido más de amores de principios. Más de pedir perdón que de pedir permiso. Ha sido más de amores imaginarios, de amores no correspondidos, de amores no amados. Ilusa, se ha creído todo lo que había soñado. Siempre echándole la culpa al tiempo, le han y ha querido con ansias, ha querido con prisas y deprisa, miedo a que sé yo, miedo quizás, a que se acabara rápido, a que se acabara mal, a que se acabara sin razón.

Ha sido defensora a ultranza de que todo evento tenía causa y efecto. Y ha ido justificando los besos según los labios, el perdón según los ojos, el abrazo según la intención. Le han vendido eso de que todo tenía un porqué, que todo venía por algo. 

Nos hemos metido en relaciones porque pensábamos que estaban en el momento y en el lugar. Y nos hemos endeudado hasta las trancas porque estaba ahí, porque hubo, según un falso nosotros, una maldita señal. Nos hemos creído la causa antes de que se produjese y ahora nos quejamos de labios rotos, de falsos perdones y de abrazos que no llegarán. 

Por eso siempre tú has sido más de principios que de final. Siempre pensando que todo tenía que volver a empezar. Defensora del desorden maximal. Autora de versos sin besos y escritos donde a estas alturas inventabas el final. Siempre te he imaginado como aquella con más intención que prudencia. Con esa timidez que de vez en cuando se salía del tiesto para dar la chispa de locura que fuera a provocar. Siempre te ha gustado, al leer, el empezar. Que todo iba en busca del primer beso, que mejor te quiero que ahora, vaya a ser, que se nos vaya a olvidar. Siempre te he visto leerte estos textos imaginando el efecto y toda la causalidad.

Y no te voy a culpar. Siempre me ha gustado tu ilusión, tus dudas, tu debilidad. Porque a todas he ido dándoles forma, a todas he ido haciéndole el amor una noche más. Siempre me ha gustado que fueras de principios, para así justificar lo que tarde o temprano debería de pasar.

Siempre me han gustado tus principios, tus manías, tus quiero volver a estar. Para así hacerme ver que cada vez que me despedía, quedarme con el gusanillo de si volvernos a encontrar. Tú siempre has sido de leerme deprisa, de juzgar tres primeros párrafos pensando que las letras escribían de desamor, por experiencias pasadas, por miedo, por intuición.

Siempre has sido la causa de empezar a escribirse, de hacerse el amor, de besarse, del aquí, de la casualidad, de coincidir sin querer, de querer volver a coincidir, del primer momento, de la primera vez. Culpable sin fianza de cualquier delito de amor, de cualquiera de esos primerizos "quiero" sin "te". Siempre has sido más caprichosa que correspondida, más sin querer, que querer queriendo. Porque en todas esas te he visto jugar. De todas esas, seguro que te ha visto, ilusionada al empezar.

Y si tú has sido más de principios, yo siempre he sido, y con razón, el efecto, el producto, la consecuencia, lo leído, lo buscado, lo que se provocó,...
Porque si tú estabas en los principios, yo iba,
Y me quedaba un poquito más...