domingo, 31 de mayo de 2015

Detrás del Primer Beso

El salón a semioscuras, no se veía a más de cinco centímetros de ti. La ropa esparciada por el suelo dentro de un desorden tan perfecto como la situación para darse más allá de un beso.

Ella se lanzó a darle la primera palabra en boca. Lentamente inclinó su cuerpo y su rostro para darle el que podría ser su primer beso. Él inmovilizado por las piernas de ella, la espera venir. Quizás como nunca antes, pues hacía tiempo que el beso no estaba tan cerca.

Tras varios segundos de contacto de sonrisas, se apartó de su rostro, dejó de apretarle las manos contra el respaldo del sofá y empezó a sonreir a la vez que apretaba los labios en esa oscuridad tan intuíble. Saboreaba con gusto el rastro de colonia que le dejó durante toda esa tarde.

O noche. Porque la noción de tiempo se había perdido a la misma vez que las vergüenzas, y la lujuria campaba por el salón a oscuras, agarradita de la mano de la pasión que buscaban hueco entre cuerpo y cuerpo de desconocidos.

Él, sorprendido, la agarró del brazo antes de perder más centímetros de distancia entre sus ojos y la piel de ella, y le dijo:

- Dame otro.

Ella sonrió, pues parecía que la petición era más ruego que capricho. Más necesidad que abuso de opulencia. Volvió a girarse hacia él, y cuando creyó estar lo suficientemente cerca de su oído, le susurró:

- ¿Qué hay detrás del primer beso?
- No lo sé, nunca me dieron uno.
- ¡Mentiroso! - exclamó ella mostrándose media enfadada.
- Es cierto - continuó él-. no es mi primer beso. Pero si el primero que he querido repetir.

Ella sonrió. Él también. Y se volvieron a besar, pues ella no era la única en aquella habitación que quería saber qué había detrás de un primer beso.

El silencio formó parte del mobilario. Era la única respuesta a una pregunta con tantos misterios. Ambos, uno frente a otro, siguieron curioseando, ya para siempre, detrás del primer beso.

jueves, 28 de mayo de 2015

Las Estrellas Fugaces No Brillan De Día

Me la volví a encontrar por debajo del cielo. Iba dos asientos por delante de mí. Guapa como la conocí. Hasta de media tarde era hermosa. Y aún así tan de día, lo era, pero no era su momento, no era su tiempo.

Hoy he conocido su silencio. Dos asientos por delante de mí. El desprecio sin querer de una estrella fugaz. La que tanto me inspiró, hoy ha vuelto a destellar ante mis ojos.

Pero me concedió deseos de "no te conozco". Me miró sin nombre y sin los dos besos de aquella noche que se presentó como la estrella fugaz que nunca debí amar. Rechazó mi sonrisa con la crueldad de una chica más guapa que su ego. No quiso besos, recuerdos, ni oportunidad.

El sol brillaba en su melena. Que la convertía en reluciente, elegante, seductora. Pero los ojos negros ya no destacaban, ni la sonrisa era tan blanca como aparente.

No pude evitar mirarla, pues siendo estrella fugaz, se hacía impensable no tentar los ojos al pecado. Ella se acomodó en su asiento casi incómoda por la persistencia de una mirada que no tenía respuesta.

Entonces entendí porqué, dos asientos por delante de mí, ya no estaba la que tanto quise querer conocer. Entendí porqué me equivocaba en querer a una estrella fugaz todos los días. Las veinticuatro horas.

Porque las estrellas fugaces no brillan de día.

martes, 26 de mayo de 2015

No Fue Amor a Primera Vista

No fue amor por capricho de ojos. No fue quererse desde que te vi. No fue amor a primera vista, ni a segunda. Y si me apuras, no fue a la tercera, la vencida.

No fue amor a vista, a secas. Ni si quiera a tientas. No recorrimos los labios del otro como gustaría, ni besamos tanto como quisimos.

No nos miramos a los ojos y nos dijimos te quiero cuando más nos hizo falta. No quisimos querer y punto. Ya no fue amarnos la conjugación que más nos repetimos en cada roce de piel. Ni dejarnos conocer formó plato del festín que nos metíamos entre detalle e ilusión. Y ahí, en esa brecha sentenciamos nuestro amor a primera vista.

No fue amor incondicional, ni amor a ciegas. No fue amarte sin control ni quererte sin medidas. No nos quisimos de repente, ni amarnos de golpe.

El amor se negó a juntarnos y la ruptura fue un hecho tan inminente como necesario. Ya dejamos de querernos, de vernos, de leernos.

Ya nada fue tan bonito como lo que duró, ni lo que viene mejorará lo que se quiso perder. No vengo a decirte que amarnos fue lo que mejor nos pasó, pero si fue lo mejor que nunca va a pasar. Porque no quisimos. En los dos sentidos de la palabra. No quisimos, no nos quisimos.

Estropeamos cuentos de princesas por falsos hechizos. El perdón lo ocultamos tras varias capas de "no pasa nada" y disimulamos las ganas de darnos un par de verdades en la cara que más duele, la mentira.

Y no nos dejamos enamorar por impacientes. Porque no estamos hechos para amar a primera vista. Cometemos el error de besar más labios que palabras. De entregarnos, en vez de compartirnos. No sabemos querer de largo, amar de lejos. No encontramos el amor de por vida, sino que la perdemos gastándola en amores.

Porque siempre que nos equivocamos fue desamor a primera vista. Aunque costara meses, dos ojos, y un baúl para desprenderse de lo que tanto quisimos.

Volver a enamorarnos a primera vista.

lunes, 25 de mayo de 2015

Cuando Se Pierde

Puso sus dos alfiles sobre seguro. La espada del caballero montado a caballo brillaba tan vilmente como la enfermedad que le retaba una y otra vez cada final de partida.

Juanmi volvió al hospital para poner sus ocho peones encima de la mesa. Uno a uno avanzaban por el desfiladero de la esperanza de su familia. Familia que no paraba de mirar los números rojos de un cronómetro que marcaba el final del suero. Suero que se repetía cada vez que el frágil cuerpo del rey de piezas negras no asumía bien un medicamento.

Las dos torres que sujetaban su silla de ruedas tenían nombres y les había dado apellidos. Su padre y su madre, uno en cada esquina del tablero empujaban la silla y campaban por el borde del tablero, sufrimiento o como se llame esa sensación que nos hacer estar tan al precipicio.

La reina de sus amores, la que tanto quería, la niña del pañuelo en la cabeza, la chica del walkie-talkie, la del cáncer de amor, estaba allí con él, oculta en un dibujo que él conservaba en su pijama de hospital.

Contra el gotero se encontraba la inestable salud de nuestro valiente jugador y caballero. Que tras dos meses volvía a esta partida que le había tocado vivi tan joven, tan inoportuna, tan cruel.

Allí volví a jugarnos una partida de vida. Una partida de hospital. Allí volvieron a ganarnos ocho peones, dos torres y cuatro sonrisas.

Allí volvimos a dejarnos ganar por las ganas de un #MartesDeHospital.

Y cuando se pierde. Porque allí fuimos a perder.

A perder en manos de niños.

domingo, 24 de mayo de 2015

Café y Besos

El ruido ensordecedor del tráfico de la mañana la despertó de sus sueños. Desperezándose en la cama abrió los ojos en la habitación blanca que la acompañó desde que se independizó de sus padres.

Se fue directa a la cocina a por el primer sorbo de café que encontrara en la vieja cafetera que le regaló su tía cuando aún tenía pareja, noviazgo, o como se llame eso que aparece y desaparece como le viene en gana al caprichoso destino.

Cómo era habitual en su día a día, lo que más le apetecía en cada momento no había. Fijó los ojos en la taza del café vacía y recordó la de veces que él bajaba a la tienda de abajo cuando faltaba alguna cosa. Siempre tras una sonrisa, le decía que no le iba a faltar de nada y tras un beso se ponía la sudadera para bajar un momento por cualquier cosa que le hiciera falta.

No se molestó en buscar una alternativa al desayuno pues llegaba tarde al trabajo, pero lamentó por un instante, el haberse acordado de cuando ella, aún tenía café y besos por las mañanas.

Volvió a la habitación para ver qué conjunto pegaba más hoy con su añoranza, que se había levantado a la misma par que ella, igual de espabilada, igual de malas. Siendo justos, cualquier vestido le sentaría bien pero a diferencia de dos meses, hoy nadie le ayudaba a elegir vestido, ni tampoco la besaban alocadamente contra la cama, aún sin hacer, cuando terminaban de elegir color, complementos, detalles.

Todo casi listo para un día más, ser aquella que fue abandonada por aquel que tanto la mimó. Al encuentro un marco de fotos con el cristal roto yacía en la mesita del salón, justo al lado del teléfono, dónde el cobarde se atrevió a decirle ya no te quiero.

A lo lejos, justo encima del recibidor del pasillo, estaban las dos copias de llaves que ahora tanto sobran. Al cerrar la puerta, un silencio ensordecedor.

Los tacones lo rompieron con una pisada fuerte y directa. Supongo que iría hasta mi encuentro pues, esta mañana me he levantado en su cuarto.

Entonces olí a café.

E inmediatamente después, a besos.

jueves, 21 de mayo de 2015

Todo Lo Que Aprendí de Desamarte

Recuerdo como remoloneabas cada mañana entre las sábanas de una cama de matrimonio más tuya que mía. La locura desataba pasiones que cada uno de nosotros dos formábamos en los sueños que compartíamos de noche, tras cada día que sumaba uno a la lista de éstos que faltaban para dejarme de amar.

Empecé a valorar que quererte formaba parte del trato y que a cambio de besos todo era muchísimo más fácil. Amar nunca costó tan poco y leerte los labios diciendo te quiero fue la mejor imagen que pude ver de ti entre cada amanecer temprano.

Pero un día la ilusión ya no servía de cebo y se escapó. Porque la ilusión, como los pájaros tienen alas. Un día voló y no se supo de ella. Mientras encontrabas refugio en otro cuerpo, mi alma ya no caminaba. Mi cuerpo poco importaba si las heridas no eran superficiales aunque sí profundas. Todo lo vivido se guardó en un cajón, incluido los olores y la pasión y se cerró con candado sin llave.

Lo cual me llevó a plantearme que quizás ser aprendiz de amor tampoco es tan malo. Y empecé a valorar todo lo que aprendí de desamarte. Entonces aprendí que el amor tiene un final, pero que no por ello tiene que ser malo, y muchísimo menos se debe imponer. Que las cosas acaban cuando tienen que acabar y que las ganas corren un papel importante en cada instante de beso.

Aprendí que olvidar es todas las conjugaciones en tiempo pasado del verbo amar, y que recordarte es un acto más de que aquí, el que se quedó, le gana a la añoranza un pasito de terreno al orgullo.

Aprendí que tus palabras no importan del labio que besen y que susurrarte al oído fue lo más romántico que te dejé en la cara. Aprendí que comparar es sinónimo de no olvidar y que tus manos son tan frías como la ignorancia que hubo después del abrazo.

Abrazo que me hizo aprender que a veces tocar no es querer sino despedirse, y que llorar es cosa de pronombres. Tú, yo, nosotros y todos los ella y él acaban sentenciados a plantearse porqué desamarte es tan explicativo como tu despedida.

Desde aquí te mando un beso.

Como el primero que nos dimos. Aquel desde donde aprendí a desamarte.

Como nadie nunca me enseñó.

El Desamor Son Dos Líneas Paralelas

El amor, el capricho, lo inesperado y lo que te pertenece como correspondida es algo contínuo, duradero, se podría decir que hasta infinito.

Lo que andas buscando está al final de alguna línea recta que tendrás que elegir una vez te situes y tomes una dirección.

El amor es para siempre. Siempre y cuando no te salgas del caminito de la paciencia. El amor es aquí y donde quieras mandarlo al descuido. En resumen, el amor está allí, a lo lejos, esperándo ser encontrado.

El amor es tan rutinario como necesario que a veces se confunde con el desamor. El desamor es el amor descuidado. El desamor es el amor desorientado, despreocupado. El amor hecho desastre. Hecho a destiempo. Hecho deprisa.

Por eso cuando vas andando con tu amor hacia el punto de fuga de vuestros dos destinos crees que algún día te reecontrarás con él.

Y no. Porque el desamor son dos líneas paralelas.

Que nunca se cruzan.

Que nunca se tocan.

martes, 19 de mayo de 2015

La Última Pregunta de la Tercera No Cita

Me gustaron sus formas, su bondad, sus ojos. Me gustó el detalle de regalarme una sonrisa en mitad de una tormenta. Me gustaron sus manías, sus defectos, sus caprichos de niña chica que con gusto yo los saciaba sin medida. Me gustaron sus detalles sin venir a cuento, sus gestos de mujer adulta, su seriedad cuando las cosas no iban bien.

Me encantó la primera cita. Por jovial, por espontánea, por inmadura. Me gustó lo valiente que éramos dentro de nuestro anonimato hablándoles a los que en su día aún éramos desconocidos. Creo que lloramos de felicidad. A algunos se nos escapó alguna lágrima, de haber creído estar en el final del viaje.

Pero con la ilusión prendada del alma ella me negó la segunda cita. No coincidíamos en tiempo, en destino, y muchísimo menos en ganas. Ella huía cada vez que podía de nuestros besos. Siendo honesto, nunca se lo llegué a pedir, pero me hubiera encantado darle aquella rosa roja que se marchitó en un jarro con agua esperando ser regalada.

Y entonces fue el momento donde empezamos a quedar en ‘no-citas’. Casi todos los días, ahí los dos, nos mandamos un par de mensajes de “te quieros” camuflados por palabras neutrales. La picardía y el juego lo escondimos detrás de varias bromas de buen gusto. El amor debajo de la amistad, y tapados con la sonrisa los besos que tanto nos queremos dar. En eso consistían las primeras ‘no citas’ contigo.

No se quedaba en nada, simplemente en querernos sin decírnoslo. Y de hecho había cierta soledad cuando no había noches de ‘no-citas’. Nunca nos dijimos la verdad, pero estábamos enamorados de hasta las pestañas.

Y sí, probablemente no era la chica de mi vida, o simplemente yo no era quién ella pretendió tanto amar. Seguro que tienes mil razones para decirme No en la tercera cita. Una vez más.

Ahora estamos a las puertas de la Tercera No Cita, y hay una regla que siempre se cumple cuando dos personas andan enamoradas y juegan a esto de no quedarse enamorados. Que en la tercera no cita el subconsciente funciona sin previo aviso y empieza a contar los sueños tal como van viniendo. Dice, esta regla de la tercera no cita, que el amor llega sin aviso, sin cita previa y tras un par de tachones en la agenda del querer.

Dicen, que en esta tercera no cita, tú vas a ser tan mía como yo tuyo. Pero que nunca nos lo diremos. Que nos haremos de rogar pero que también alguno caerá en la tentación de incitar esta tercera. Dicen que no hay reglas en esto de invitarse a quererse, que no hay trucos, ni camino a seguir para enamorar. Que lo que se pide, se deja de dar y que lo nunca pedido es para siempre.

A ninguno de los dos, nos importaron las reglas. Jugar nunca fue tan anárquico, y quererse nunca fue tan bipolar. Decir te quiero, nunca fue dicho tan popularmente, y darse besos nunca fue tan deseado. Creo que en eso ambos ganamos. Pues dimos más besos que palabras. Y lo único que hacíamos, parecía, era contarnos cuánto nos queríamos, cuánto nos costaba, y cuánto, preguntaste, ibas a ganar.

A mí sólo me queda entonces preguntártelo de una manera, sin pedir, sin presionar, sin exigir. Bajo las ganas de un encuentro fugaz contigo, bajo las estrellas de un cielo testigo de nuestras noches en vela, hoy me apetece decirte,

¿Te apetece una tercera ‘no-cita’ conmigo? ¿Te apetece seguir siendo aquella no-enamorada?
¿Quieres ser mi amor siempre correspondido pero nunca reconocido?

¿Quieres salir conmigo?

La Regla de los 20 Besos Nunca Dados

Queda terminantemente prohibido no acabar en beso. Se exige buscar excusas para darlo al final del texto. Ahí va el primero, a tus ojos, a tu memoria, a tus labios, directo a tus deseos, al mío. Ahí va con forma de "para siempre". Saboréalo porque puede llegar a ser el último que quiera darte por sorpresa. Lo próximos prometerán ser a conciencia.

Por cada motivo que tienes para no darlo, tengo yo aquí guardaditos en la recámara 19 formas de darlos sin que te des cuenta. Aquí besar es cosa de dos, y si uno no quiere, no se besa, pero a veces besar no es el acto sino el deseo. Y aquí querida no hay quién me gane. Ahí va otro con forma de imperfecto, llenito de no correspondido.

Besar se puede de muchas maneras e intenciones. Por ejemplo puedes venir sin aviso y dar un beso que no esperaba. Se puede besar avisando e incluso besar a oscuras, a escondidas, con una nocturnidad digna de la pasión en cama de a dos.

Se puede besar desayunando y en sábanas, besar aún estando la otra persona dormida. Esos son los besos más sinceros, los que no se devuelven, los que no se piden, los que menos se aprecian.

Si quieres se puede besar desde la distancia, mandarlo por carta a cualquier lugar de tus mejillas y recibir el acuso de sonrisa como que ha llegado bien, en condiciones. Perdón en intenciones.

Besar en sustitución de te perdono o besar en vez de dar las gracias. Se puede besar pequeñito para todo lo grande que viene después del beso.

Se puede, aunque duela, besar sin ganas, y besar por besar, que aunque sea al cuadrado no es más intenso, ni más sentido. No recomendable besar sin amor, y muchísimo menos sin cariño.

Si besa de boca para abajo, acuérdese de rozar la piel cerca del cuello. Robe los escalofríos del pecho y la cintura. Porque si se hace bien, besar es robar. Delinquir en cuerpo de otro.

Besar a cambio de amor es tan bonito como los besos que nunca se dieron. Añorar besar es querer, y sino que se le pregunten al amor no correspondido.

Se puede besar cómo se quiera y cuando se quiera. Dónde, nunca importó si es pedido con respeto. Es decir se puede besar de 19 maneras diferentes.

Porque tú tienes 19 formas, oportunidades, posibilidades de darme un beso.

Y 19 besos que no me das de ninguna forma ni manera.

Al menos no cómo solamente tú sabes...

Bésame otra vez, otra más. Por petición, por reto, por curiosidad. Besa que no muerdo. Prometo que nunca te va a gustar tanto como besarme veinte veces.

20 besos.

Tantos años como aquellos que aún están por darse.

Por besarse.

Por la regla de los 20 besos nunca dados.

viernes, 15 de mayo de 2015

Ya Te Echo en Falta

Te echo cuatro o cinco besos de menos. Una vida sin ti se hace larga. Te echo de menos, tanto o más cómo tu ignoras tu poder en estas palabras de una noche sin tu presencia.

Te echo de menos. Irónico el destino que nos separa como le viene en gana. Astuta la distancia que cada vez se hace más sentimental que kilométrica. Te echo de menos unos abrazos de más.

Echo de menos tu perfume. El de tu cuello cuando yo sin querer queriendo rozaba con mi nariz hasta llegar a tu boca. Ésa que tantas veces me dijo "te echo de menos".

Ahora ya te echo de menos en casi todo. En las palabras, en las sorpresas, en las fiestas que nos dábamos bajo una manta en invierno. Ahora ya sólo queda el calor del estío, porque el nuestro, el de nuestros cuerpos, se heló.

Ya no queda nada más que recuerdos y probablemente divagan en mi memoria buscando un poco de lo que tanto echastes de menos, mis sentimientos.

Hoy te echo en falta seis o siete sonrisas de esas que marcan un día. Te echo en falta en mi piel, que ya no se deja acariciar por nadie ni por nada. Ahora ya te echo en falta ocho o nueve despertares con tu cara de dormida aún pidiendo el primer beso de la mañana.

Te echo en falta diez detalles sin venir a cuento en un día cualquiera. Uno por cada lunar de tu cara. Echo de menos tus manías, tus errores y hasta tus miles de defectos.

Hoy echo en falta un "tú y yo". Una que me eche en falta a mí.

Aquella a la que echar en falta cuando me decida a escribir.

Aquella a la que recordar entre frases.

Aquella que merezca ser echada de menos. Y que cuando no esté, se quiera que esté de vuelta. 

Porque se le echa en falta tras cada punto y final de beso.

martes, 12 de mayo de 2015

Por Si Algún Día Te Apetece

Me apeteces. Mucho. Tengo unas ganas de ti que ni te imaginas. No, no le hablo a tus labios, qué también, pero no. Esta vez no. Esta vez muerdo por ti. Hoy más que nunca necesito de esa boca algo más que besos, necesito algo más que labios.

Hoy tengo ganas de ti. Mañana y pasado también. Para mí ya es inútil contar horas y minutos, cuando lo que deseo a día de hoy, es andar a segundos de ti, milésima a milésima de tus “siempre”.

Hoy, por fin, te he puesto cara, nombre y apellidos. Hasta un bonito lunar recae por tu cuello pidiendo ser excusa de muchas cosas. Entre otras, de ser sentenciado a revivir la pasión que tanto nos faltó en esta piel. La tuya, la mía, o ya mismo la de ambos, juntas, rozando todas las razones de por qué hoy, tú y yo , tanto nos vamos a querer.

Hoy, amor, me apeteces. Quiero sentirte tanto como mirarte. Si puedo, me encantaría escuchar tu voz, tanto como tus latidos. Y que ahí, ambos acostados en las mismas sábanas nos prometamos dormir de lo lindo tantos sueños que están por llegar.

Quererte a largo plazo nunca fue tan fácil. Lo difícil es conservarlo en una cajita junto a las ganas. Y que, a ser posible, no estalle todo de golpe.

Como explotó todos mis “apetece de ti" hace apenas cinco párrafos.
O cómo acaban de explotar los tuyos tras otro texto más sin que sepas, que éste, también iba por ti.

Por si algún día te apetece. Algo como quererse, algo como sentirse cerca.

Algo más que leerme.

Puntos y Seguidos

Tras cada palabra en prosa, tras cada ojo, grande, verde, iluso, se esconde todo lo que se andaba buscando por este perdido rincón. En mitad de una cita sin fecha, un beso nunca dado, la primera carta de amor todavía sin recibir está toda la pasión que voy a ponerle tras este punto y seguido.

Otro vendrá más abajo. Piel con piel, a escasos centímetros de tu parte de la cama. Aquí seguimos luchando porque un día la alusión te suene por el corazón y huela a deseos, tanto como tu perfume. ¿Por qué me gustan tanto tus puntos y seguidos si no he tenido aún ocasión de probarlos?

Estoy loco por conocer a dónde conducen todos ellos. Todos esos signos gramaticales de tu sonrisa. Los que tienes situados al borde del cuello. El que anda justo por encima de tu escote pidiendo seguir hacia donde indican tus labios y por ahí, perderse un rato en besos.
Si supieras las ganas que tenía de hablar de tus puntos y seguidos… Si supieras cuánto echo de menos no leer todas esas imperfecciones de piel que te quedan tan bien… Lo que me gusta contarte la hilera de caprichos que recorren tu suave piel, pienso yo, mientras veo una foto tuya que deja presagiar todas esas partes besables que guían tus puntos y seguidos.

Estoy buscando excusas para no escribirte mi nombre detrás de cada punto y seguido. Ando en busca de mil millones de razones que compensen las mil que tengo para enamorarme de ti. Pierdo buscando una mujer con mejores giros gramaticales que los tuyos, porque no conozco mejores puntos y seguidos que los que tu cuerpo posee.
No encuentro mejor definición a todos esos lunares que me guían por donde seguir escribiéndote. Y sólo se me ocurre una manera de acabar este escrito, este beso al alma o esta declaración de amor hacia tu persona.

Sólo se me ocurre terminarlo en punto. Y que sea, seguido hacia tus labios.

domingo, 10 de mayo de 2015

Y me Volvió a Besar

Su pelo liso se dejaba caer por su cuerpo, más o menos, a la altura de sus pechos. Siempre me gustaba decirle que el color de su pelo era como el color del atardecer. Ella, que podía, sonreía. Y a continuación me besaba con sus labios rojos pasión. Siempre le gustaba pintárselo con una tonalidad muchísimo más fuerte que sus sentimientos y qué cosas, siempre le quedaban genial. Siempre besaba bien.

Sus ojos no eran grandes pero sí alargados. No excedía en maquillajes porque tenía unas pestañas negras que ya los decoraban por sí solos. No eran ojos claros. Y me pareció importante el dato. Eran los primeros ojos marrones que me gustaban. Y sus cejas tan finas como sus pupilas marcaban dos rectas que conjuntaban al unísono con su bonita frente. Ahí fue donde más de una vez me quedé dormido en días de verano.

Si se reía le salían dos rayitas en los cachetes provocadas por los músculos de su sonrisa que pedían espacio en esa cara tan bonita, tan guapa, tan linda.

Recuerdo su armario repleto de ropa, su cuarto lleno de espejos. Me encantaba como se vestía. Nunca conjuntaba dos prendas desentonantes, imposibles. Iba elegante a donde fuera y no dejaba ningún detalle a la casualidad. Nunca sabréis lo que se siente al acariciar su piel. Era suave y cuando empezaba no podía parar. Recuerdo que a ella le encantaba que le pasara la mano por la espalda y llegara a su cuello. Siempre me decía te quiero cuando terminaba.

Por terminar me gustaría destacar sus pecas. No tenía muchas, pero si lo suficientes para destacarlas como imprescindibles. Justo debajo de los ojos había una hilera de perfecciones, como me gusta llamarlas a mí, que te dirigían hacia su nariz. Ya una vez ahí, era inevitable no bajar a sus besos.

Y entonces, ahí, en mitad del sueño, ella me volvió a besar.

viernes, 8 de mayo de 2015

El Amor Sigue Siendo Joven

Hoy hemos conocido el amor de ayer. El amor de hace mucho. El amor del "hoy no me ha llamado". El del corazón en un puño porque son las diez y aún no han llegado sus buenas noches por whatsapp. Casi llamado amor juvenil. De ese que deja cicatrices inolvidables cuando se va.

Casi el primer amor. Que por ello lo convierte en el primero en irse. Son el amor de los dieciseis, casi diecisiete celos, años, o como se llame éso que se nos va sin darnos cuenta.

Permítanme la redundancia. Es el amor que se necesita para creer en el amor. El corazón que se enciende con el primer beso. Las primeras risas ante la atenta mirada de dos jovemente enamorados. Y la unión de labios posterior. Y la risa que le sigue. Y el olor al otro. Y querer repetirlo.

El amor joven que vivimos agarraditos de la mano de uno que promete ser añejo, intenso y a la misma vez, loco. Porque enamorarse por primera vez nos cuesta años. Encontrar el amor joven nos hace creer precisamente en los siguientes, que conforme pasa el tiempo, empiezan a ser menos jóvenes, y casualmente más sensatos.

Porque del amor joven te enamoras sólo y exclusivamente una vez. Del amor joven tenemos mil recuerdos guardaditos en cajas que nos hacen derramar una lágrima por recuerdos. Del amor joven aprendemos a querer con sensatez y a madurar queriendo.

Curioso que cada vez que te apasionas parezca como que hayas encontrado a otro amor joven. El que nos hizo creer en ésto que ahora tanto lees.

Es curioso que tras años y años de amores sigamos enamorándonos como la primera vez.

Locos, ilusionados, intensos.

Por eso el amor, como véis, sigue siendo joven.

Dame un Segundo

Dame sólo un segundo. Déjame un intervalo de tiempo más corto que la línea de tus amores. Déjame gastarte un segundo ya que no puedo gastarte los labios.

Sólo será un instante, un momento, un ratito de tu vida, de la mía, de la nuestra. Dame tiempo. Pero no de ese que esconde un "ya no te quiero", sino dame tiempo de ése que vamos a pasar juntos. Prometo convencerte, si me dejas, en tan sólo una pizca de intenciones.

Acércate por dónde quieras. Por dónde creas que más daño te hicieron. Por la ilusión, la compañía, la confianza. Dame la oportunidad de trastocarte un poquito los planes. De ser el inoportuno que ya no esperabas.

Mírame a los ojos, y en silencio dime sí. Sonríele a mis esperanzas y acaríciame los sentidos con la mano que un día prometo pedirte. Si me dejas tan sólo un segundo, déjame hacer lo que tanto deseo, lo que tanto me negó tu destino, el mío, y el de muchos otros que pasaron por tus desilusiones antes que yo.

Ahora que ya estás frente a mí esperando una justificación de este trocito de tiempo, ahora que tus cabellos largos y morenos tocan sin querer mis hombros, ahora que tu perfume está tan cerca mía como tu boca. Dame un segundo largo. Un tiempo entre tu amor y el mío.

Si me dejas libres tus rojos labios, déjame besarlos por última vez como conocidos, y empecemos a adjetivarnos como enamorados.

Dame un segundo que dure toda una vida. Un tiempecito entre boca y boca, una pequeña dosis de droga llamada quererte.

Dame un momento para el primer beso.

Dame un segundo,

Para no olvidarlo.

miércoles, 6 de mayo de 2015

A Mi Gitana


Amor moreno. De sevillanas azucenas y melena larga al viento. Flor morada que recogía un flequillo tan rebelde como la poseedora de tal.

- Te quiero de gitanas maneras - decía entre bailes de flamenco. De amor canela en piel. Besos de calor candela. Amor fuerte. Del de corazón con ramaretazos negro ojos.

Amar un piercing justo encima del alma. Ojos color manzana. Dos euros el quererse. Caracoles en el final de su cabello insinuando suaves caricias en camas ajenas. La niña morena de amor café. Amores de ferias. Ambulantes de la fortuna poniéndole precio a la agonía de algún día quererse por encima de las posibilidades, familias numerosas de quererse hasta morir.

Entrega de amor pura. Guapa, elegancia saboreada con mantones de colores y lunares. Andaluza por montera y tierna bondad. Luchadora madre de tres churumbeles fruto del amor sin excusas.

La negra flor de un jardín harto de rosas rojas que pinchan. Labios grandes de besos inmensos. Muñecas de muñeca. Decoradas con mil y una pulseras de oro. Regalos de amistades sin escrúpulos.

Amor a la gitana que roba el corazón tanto como cautiva. Niña de azules intenciones. 

Gitana. 

A ti, 
de mis amores.

martes, 5 de mayo de 2015

Mi Mejor Regalo

Ahí lo tienes con un lacito, envuelto y decorado con el papel de regalo y las sonrisas que sobraron de la última vez. Ahí va todo mi amor. Te lo regalo. Espero que te sirva tanto o más como me sirvió a mí.

Felicidades y que lo disfrutes. Mis labios, mis besos, mi piel. Ahí van todas las armas que me dejaron vírgenes de escalofríos. Todo lo corporal ya es tuyo. Sedúcelo a tu gusto. Del mío ni te preocupes, ya está más que saciado con tu mirada.

Ahí van mis promesas, que de antemano sabes que voy a incumplir. No porque me lo proponga sino porque soy tan humano como errante. Equivocarse una y otra vez me han llevado a vender todas mis verdades como última hipoteca, y la sinceridad de mis ojos debe a plazos todo lo que nunca supo decir mi boca, tan mentirosa como besable.

Tienes todos mis sentidos puestos en tu próxima acción. Me tienes atónito a cualquier próximo movimiento de jaque mate que me puedas hacer en este tablero donde al parecer el único que juega y pierde soy yo. Porque con una sola reina me estás debilitando las defensas que tanto preparé en batallas perdidas.

Si no te gusta lo descambio. Si te queda chico te compro una talla más. Si ya lo tienes perdóname por llegar tan tarde. Aquí te dejo el regalo más inmaterial que tengo.

Para que cada día que te levantes lo veas en tu mesita de noche pidiéndote que te gires. Que estoy a tu lado.

Que te quiero con todo el amor envuelto. Con todo el amor ya, regalado...

lunes, 4 de mayo de 2015

Amarte Lejos de Ti

Un amor a distancia nunca está tan lejos. Un amor a distancia es proclamado así porque en algún momento se sintió cerca. O al menos más cerca de lo que está. El amor a distancia se padece se sufre pero también se quiere.

Un amor a distancia son metros y metros de relación. Unidades no físicas de amarse. En el sistema internacional es quererse al cuadrado, al cubo o cualquier potencia que tenga tantas soluciones como opciones. Querer de lejos es empatizar con la nostalgia y desear cuentos de finales felices. Querer de lejos es juntarlo todo en uno y sonreír como si nada, o como si todo.

Nunca se sabe cuánto eres capaz de amar si no amas de largo. No es una cuestión de distancia, que también, sino de poder. Y aquí se hace obligatorio hablar del querer y no poder. Querer y no poder es muchísimo más que querer, a secas. No poder es querer lo que ya sabes que nunca se debió. Y deberse en el amor es sinónimo de sufrir de lo lindo.

Todos tenemos un amor a distancia esperándonos en cualquier esquina del planeta. Todos tenemos un amor imposible, un querer y no poder, un amor a kilómetros de vida. Y sólo cuando ambas personas coinciden en quererse de lejos, es cuando se produce lo que ambos estaban esperando.

Encontrarse.

No en cuerpo, sino en sentimientos. Y entonces el amor se convierte en algo menos físico y más emotivo. Es ahí cuando quererse cobra todo el sentido. Cuando dos amores a distancias coinciden en amarse en tiempo.

Ya que si a día de hoy no se puede, al menos, que sí se quiera, ¿no?

domingo, 3 de mayo de 2015

A Una Madre

Felicidades a las que de todo corazón nos quieren. Independientemente de cómo seamos, nos aman. Felicidades a todas esas que un día decidieron con un par de detalles hacer vida en pareja y tenernos, cuidarnos y regañarnos cuando creían que lo hacíamos mal.

Amar, es un verbo que permite tantas conjugaciones como formas, maneras. Aquí hoy el amor se expresa de ellas a nosotros y no hay mejor manera que devolvérselo como mejor sabemos, cada uno como mejor entendemos su forma de amar.

Hoy el día se viste de primavera para dar las gracias a todas esas que siguen luchando porque tanto tú como yo, seamos insignias de su orgullo. Desde que te mecieron en una cuna siguen ahí demostrando que el amor puede llegar a ser infinito. Puede llegar a ser materno. 

Algún día nos tocará ser padres o madres de nuestros hijos y querremos exactamente lo mismo que se despacha un día como hoy. Atención. Esa que tanto nos dan aquellas que un día, valientes, decidieron tener una oportunidad en forma de  nombre, bebé y regalo del amor.

Nuestra pareja entiende sin celos que amar a esas mujeres no supone quererles menos, sino saber cómo queremos. Todos, aunque no queramos tenemos una ahí, cuidándonos, cerca lejos, o donde sea, pero ahí está, y si algún día tuviera que dedicarle alguna palabra, el menos indicado sería hoy.

Porque a una madre no hay que quererla un día, no hay que quererla hasta un tiempo. A una madre hay que quererla una vida.

Que para eso nos la dió.


Feliz Día de la Madre.

sábado, 2 de mayo de 2015

El Día que Dejemos de Ser Anónimos

Sin nombres, sin identidad, sin sabor a labios, ni escuchas sinceras. Aquí andamos los dos vacíos, faltos de contenidos, de sentidos, de detalles. Vivimos en tiempo angosto. De este que se va sin pena ni gloria. Del tiempo poco sustancial que no se queda en el recuerdo.

Somos dos auténticos anónimos enamorados y estamos a la espera de ese día que nos presenten como conocidos. Porque ya a partir de ahí todo va a ser muchísimo mas personal, mas sustantivo, mas cariñoso, mas firmado.

El día que dejemos de ser anónimos nos vamos a hacer un favor tan grande como la vida. Esa que hay intención de ocupar con nombres y apellidos cada uno de nuestros detalles. Firmaremos con sonrisas todas las bromas que se hagan en un salón para dos.

Si hay que besar se besa, pero que sea bajo nombre y custodia de todos los besos deseados que se pidieron en el anonimato mientras nos veíamos. Morder nunca fue tan de cobardes y tu y yo estamos ansiosos por darnos un par de bocados en ésto que se llama afecto.

Sin intención de dañar, pero vamos arañarnos el cuerpo hasta tal punto que la marca sea tremendamente visible. No es estética lo que nos atrayó sino fortuna, y de esa manera vamos a colorearnos los días que hay entre medio del final y este principio.

Porque si algo deseamos ambos es que llege ese dia que dejemos de ser anónimos.

Porque si hay algo que deseamos ambos es nombrarnos a la cara unos cuantos besos.

Y firmar bajo el pseudónimo de enamorados...

O anónimamente eternos.

viernes, 1 de mayo de 2015

La Niña de Mis Errores

Todos tendremos una niña así. Tarde o temprano llegará. Y puede que la tengamos ya. Es la mujer con la que nunca queremos fallarle pero sin embargo es con la que más nos equivocamos. Es con la que siempre sin querer pagamos los platos rotos. Con la que compartimos tanto que se hace casi imposible apartarle de nuestros peores momentos.

Es en ésos cuando más la necesitamos y estando ahí la hacemos sufrir de lo lindo. Ella no está para largarse a la mínima de cambio y si se fue es porque entonces no era la niña de tus errores. Sí, has leído bien. La niña de tus errores.

El amor es la acción de no querer equivocarse mucho para acertar una sola vez. Y ahí repletitos de errores es cuando por fin encontramos a la niña de nuestro primer acierto. Probablemente sin querer, llegando sin previo aviso y con unas cuantas dosis de ilusión que nunca imaginaste encontrar en tu último error.

Esa chica que espera verte sonreír de nuevo es la culpable de que tantos errores cometidos se metan en un saquito y se lance con mucho gusto al contenedor de lo que sobró. Por eso se hace raro llamarla la niña de mis amores, como pensamos cuando empezamos a leer este texto o una nueva relación. No fue elegida para capitanear todas las relaciones pasadas sino más bien para dejarlas a la altura del betún.

La niña de tus errores no viene a enamorar mejor que nadie sino simplemente a corregir el error que nunca se cometió hasta ahora: acertar. Además acertar de pleno. Es decir, besar sin error de rechazo. Querer sin error de abandono. Tocar sin error de apartar. Poseer sin error de celos. Extrañar sin error de olvidar.

La niña de tus errores está ahí contigo siempre, y no hay mejor acierto que su compañía. Por eso, esta noche, a aquellos que tengáis la suerte de tener al laíto vuestra a una de esas niñas de tus errores, dadle un beso de buenas noches, miradlas a los ojos y decidle con todo el error guardado y contenido:

No pienso olvidarte jamás.

Porque siempre fue un error no volverle a recordar a la niña de tus errores, lo que la hizo culpable de tanto acierto.

O inocente de ser, la niña de mis tantos errores…