domingo, 31 de mayo de 2015

Detrás del Primer Beso

El salón a semioscuras, no se veía a más de cinco centímetros de ti. La ropa esparciada por el suelo dentro de un desorden tan perfecto como la situación para darse más allá de un beso.

Ella se lanzó a darle la primera palabra en boca. Lentamente inclinó su cuerpo y su rostro para darle el que podría ser su primer beso. Él inmovilizado por las piernas de ella, la espera venir. Quizás como nunca antes, pues hacía tiempo que el beso no estaba tan cerca.

Tras varios segundos de contacto de sonrisas, se apartó de su rostro, dejó de apretarle las manos contra el respaldo del sofá y empezó a sonreir a la vez que apretaba los labios en esa oscuridad tan intuíble. Saboreaba con gusto el rastro de colonia que le dejó durante toda esa tarde.

O noche. Porque la noción de tiempo se había perdido a la misma vez que las vergüenzas, y la lujuria campaba por el salón a oscuras, agarradita de la mano de la pasión que buscaban hueco entre cuerpo y cuerpo de desconocidos.

Él, sorprendido, la agarró del brazo antes de perder más centímetros de distancia entre sus ojos y la piel de ella, y le dijo:

- Dame otro.

Ella sonrió, pues parecía que la petición era más ruego que capricho. Más necesidad que abuso de opulencia. Volvió a girarse hacia él, y cuando creyó estar lo suficientemente cerca de su oído, le susurró:

- ¿Qué hay detrás del primer beso?
- No lo sé, nunca me dieron uno.
- ¡Mentiroso! - exclamó ella mostrándose media enfadada.
- Es cierto - continuó él-. no es mi primer beso. Pero si el primero que he querido repetir.

Ella sonrió. Él también. Y se volvieron a besar, pues ella no era la única en aquella habitación que quería saber qué había detrás de un primer beso.

El silencio formó parte del mobilario. Era la única respuesta a una pregunta con tantos misterios. Ambos, uno frente a otro, siguieron curioseando, ya para siempre, detrás del primer beso.

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