sábado, 15 de abril de 2023

Tiburones

Demasiado amor para tanta bendita locura. No se sabía ni lo que quería. Sus ganas fueron dos días mal contados. Duraron lo mismo que esos amantes suyos que tanto criticó y prometió no repetirse. Injusto para estas maderas, cruel para mi tripulación; mis ganas, mis ilusiones, mis miedos, todo lo que tenía por regalar. Que me sigue allá donde voy sin pedir permiso, sin casi si quiera preguntar. Probablemente querría ella, olvidar otro motín a sus pretensiones. Demasiadas risas para su sonrisa. El amor se te quedó grande. No te cabía tanto. Y no supiste como recogerlo, ni lo supiste abrazar. Me encantó conocer tu historia, de verdad. Me encantó empaparme de tu diario de a bordo y dibujar un mapa en tu brazo, en tu piel, de todo lo que nos íbamos a enamorar. Me encantó tu historia, sobre todo, cuando parecía no tener un final.

Otra orilla con mi bandera pirata clavada en la tierra. Ondeada por el viento que me hace alejar. Otros labios conquistados sin maldad. A diferencia de otros, inolvidable, porque nadie te supo hacer tan bien el amor, porque nadie te va a tratar con tanto cariño en ese reloj de arena que me marcaba un agónico tiempo en el que nos lo teníamos que currar. Lo sé, mis frases, te van a cuidar allá donde otros van a destrozarte la cama. Vas a recorrer el Mar Caribe buscándome, y ahí, sólo vas a encontrarte tiburones. Y, ¿sabes qué? Te van a invitar a una copa, o a dos; a una vida de mentiras, y luego te van a devorar en aguas cristalinas. Del mismo color de unas lágrimas que hubiera secado con gusto miles de noches en un sofá; cansada del trabajo, de la casa, de la vida. No te digo yo que fuera a gustarte mi plan fatal, pero desde luego, no nos íbamos a ir a dormir al fondo del mar, en las mismísimas fauces de cualquier escualo del cariño, siendo presa, comida, de cinco minutos. Pues eso es lo que dura el amor en los tiburones.


Otra playa virgen donde venden cualquier cosa que creen ser amor, cuando era la mitad de un capricho divino de mal contados dos puestas de sol. De nuevo a la mar. Trofeo por un tiempo. Y, aunque siga brillando, nuevo en las aguas de un casi te quiero. Un desatraque más a este barco que, sin timón, busca de nuevo cantos de sirena, playa donde vivirse una relación, pero de las de verdad. La próxima x en el mapa, son unas buenas dosis de alguien que te busque, que te escriba con toda la intensidad. De esas que te queman whatsapp, el perfil de instagram. De las que saquean una ciudad por ti. Y te la hacen inolvidable. Donde te dan tu lugar, tu valor, tu gusto y te dejan intacta la dignidad. De las que se piensan quedar sin dudarlo un segundo, coño. De las que te vendan los ojos en una cama, en mitad de un viaje largo y te dicen; de aquí no te vas a escapar. 

Te escribo porque tú también has estado al otro lado de esa maldita frase de whatsapp que te llega un día después de dos o tres ilusiones. Que detrás de esos no eres tú soy yo, detrás de esos no tiene nada que ver contigo, de todos esos puntos donde se lo tiene que pensar un poquito más, ahí estamos nosotros sosteniendo un final de campeonato. Y te lo digo de verdad, de corazón, lo que menos importa es como te lo piensan terminar. Da igual el final. Poco importa con qué excusa se larguen, porque en altamar, te puedo asegurar, que se tiene prohibido hablar del horizonte, del fin del mundo, y de todos esos sueños que dejaste porque pensabas que el amor se acabaría sin ni si quiera intentarlo.

De eso se trata el amor. De que no tenga final.

Y si nos lo pusieron,
entonces,
Es que no era amor.

O que volverá después, 
    a limpiarse las heridas de aquellos tiburones que
        acechan, hambrientos, este texto...

domingo, 9 de abril de 2023

El amor de una pirata

Alguien que se eche a la mar. Que se pinte los labios rojo carmín. Rasgarse las vestiduras en cualquier sábado de pasión. Alguien que se eche a la mar, sin miedo a la deriva. Que vaya directa a los tiburones. Que la compañía sea la excusa de todo. La voluntad de un alguien. Así venimos a este parón, a exigirse que se partan el alma sin sacrilegio. Amarse en tiempos de orgullo propio, de quererse de puertas pa' dentro. Icónico que en la era del amor libre, es cuando más agarrotados estamos. Yo ya no soy capitán de nada ni de nadie. Surco sin rumbo, naufrago en cualquier playa y bebo vino cuando todo creía estar bien, como todos ustedes cuando creen salir con aquellos que se acumulan en sus agendas del teléfono. Voy perdiendo mapas sin equis por orillas que me dieron sed, arena y sangre.

Así vienen estas nuevas letras. Con ganas de leer fuera de carta más que de escribirse. Así nos ha traído la marea, con un oleaje de heridas cicatrizadas a punto de convertirse en bonitos tatuajes de trofeos. Amores que vinieron pa' decirnos 'así no'. Eso somos, un mar de indudables desdichas. Así vamos, con el miedo de bandera a caernos en unos labios que, por mucho que se lean estas letras no se piensan dar por aludidos. 

Que aquella chiquilla de ojos marrones me hacía de pecado, donde yo me creía Adán en su mismísimo Edén. Donde cuando surcamos los mares de alguna ciudad remota, iba como una cría recordando las miles de fotos de aquel fotomatón, donde me recordó que hay ciertas pieles, ciertas bocas, ciertos trenes que no regresan. Que estos escritos ya no quieren ser leídos sino ser vividos. Alguien que invierta su tiempo, en hacerlos realidad. Aquella que no piensa esperar a su príncipe azul sino que piensa ir a buscarse una locura más.

Pues eso quieren estas letras. 

Pecar de lo lindo, sábanas de domingos al suelo, la camiseta como pijama ajeno, la piel brillando al sol, dormida, cansada, a su lado; un pirata, exhausto, destruido, cansado de mil naufragios.

Ella era, en su locura,

La que mejor se echó a la mar.  

Para un mapa vacío, él era la equis, y ella,

Ella, pirata.