sábado, 14 de noviembre de 2020

Imperfectos

Ojalá nos volvamos a cruzar. Ojalá nos provoquen otro encontronazo. Ojalá ninguno de nuestros planes funcionen. Y se vaya todos a donde nos mandamos la última vez. A ese rincón que nunca estará para ordenar. Al rincón del olvido. Al rincón de volver a empezar.

Ojalá nuestros amantes no triunfen, que por no ganar no ganen ni a las cartas. Ojalá todo nos falle. Y tengamos que volver a dejarnos arrastrar. A los besos que aún se quedan por dar, a los imposibles que aún nos rozan sin tocar. Aquellos que se rechazaron con tan ímpetu proporcional a la pillada de haberte visto en los labios de otros. En los paños calientes de un cualquiera. Ojalá te equivoques a conciencia, errar por amor, querer sin querer.

Ojalá vuelvan esos abrazos. Aquellos donde no huíamos ninguno. Donde siempre el tiempo se tomaba una pausa. Ojalá el destino te tenga preparada una sorpresa que no tenías pensada. De éstas que por mucho que sueñas no la veas venir. Y te devuelva de un guantazo todo lo que te quise dar.

Ojalá me tuvieras una visita guardada en plena cuarentena. Ojalá tengas un te quiero alquilado para mí. Y poder endeudarme a plazos que jamás sería capaz de pagar. Ojalá me tuvieras guardado un sempiterno de estos de verdad. O dos. Y me compres mil tiritas para curar las heridas de las que no tienes culpa pero que piensas sanar.

Porque ojalá fueras dueña de estas letras,

Y firmaras aquí,

_____________

O en cualquier párrafo de estos que son imperfectos.

Porque en todos, absolutamente en todos,

faltabas tú.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

El amor no existe

El amor no existe. Y el amor se va. Prosa que se aprende cuando has querido a contrarrembolso. Cuando fuiste el último en irse. Cuando ella jugaba con las fotos de otro. Cuando jugaban contigo pero sin ti. El amor no existe. Como conjetura aún por demostrar, como hipótesis de que podamos rozar la esperanza de que nos pudieramos equivocar.

El amor no está. Ni va a venir. Porque al amor hay que ir. Al amor hay que llegar. Buscarse entre los trozos de una relación que te dejó en trocitos de un puzzle al que siempre le faltará una pieza por terminar. El amor no existe. Como excusa de no atreverse, como miedo que todo lo vence. El amor no existe como ejercicio pa' casa, como antesala de todo lo que va a fracasar.

Que ni exige ni demuestra. Sentencia. Como final de capítulo, a otros besos, a otros ruegos, a beberse otras mentiras. Aquí, en ese momento se empieza desde cero. Desde el cero más natural. Que hemos empezado a restar todas las promesas que se quedaron en el tintero. Que nos multiplicaron las ganas con un gran negativo delante que lastró todas nuestras esperanzas positivas, convirtiéndolas en la regla de signo más cruel de las matemáticas: que más por menos es menos, te pongas como te pongas.

Y el amor no existe. Entre risas de cualquier verdad incómoda. El amor no existe entre ninguna sábana de hotel, entre ningún labio pasado que te vendió amor, cuernos y una bonita relación de instagram. El amor no existe en ese rincón de despropósitos al que un día le llamamos cariño, a todas esas excusas de rincón que quedaron por barrer.

El amor no existe. Como eufemismo de que mal nos quisimos. Como hostia a mano abierta a cualquier tiempo que está por venir. Para dar de antemano tu postura de todo aquello que te gustaría leer pero del que no te crees. El amor no existe como religión, como prueba de una fe ciega a todo pasado que te olvidó.

Y el amor no existe. 

Salvo en los hoyuelos de tus comisuras. Salvo, en casos excepcionales, en cualquier domingo que me regalabas de sudaderas anchas y palomitas. El amor no existe salvo en tus deseos que se mezclaban con las palabras, con los te quiero que sonaban a quedarse. No existe salvo en el conjunto de los reales, allí donde no queda hueco en el sofá, donde no hay imaginarios rompiendo el sueño.

El amor no existe, topológicamente, lejos del borde del cuerpo. El amor no existe de piel pa' fuera. En la frontera donde se pierden mis besos y mis dedos. El amor no existe a una distancia épsilon elevado a menos uno de tu cintura, de tus labios, de tus celos.

Porque fuera todo ésto, fuera de todo verso,

El amor existe.

Aunque tú sigas leyendo una y otra vez este texto.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Mi vida, tuya

La excusa es mía. La sonrisa tuya. Las ganas mías, todas mías. Que cuando te pierdo de vista se rompe mi brújula. Aquella que ya no divisa el norte, sino cualquier dirección volviéndote a buscar. La locura es mía, muy mía. Que a cualquier aparición tuya le rezo, que a cualquier tontería me apunto si es contigo. Las esperanzas guardadas en cualquier cajón de una mesita de noche que te huele, que te sueña y que te deja un huequecito que lleva tu nombre.

Las ilusiones mías, los besos ojalá que nuestros, las palabras corren de mi cuenta, las miradas tuyas; que llevas ojos ganándome desde que te vi. La timidez a medias; a cualquier juego de enfadarnos invito yo, a cualquier enfado tonto de pelea de sofá, a cualquier carantoña de habitación.

El amor en cama, la ropa al suelo, los mordiscos al salón. El sexo empata, mientras tu boca mete el gol del honor. Mis sueños muy nuestros, tu frío mío, mi calor tuyo, muy tuyo. Todas las arrugas de tus comisuras mías y mi boca tuya. Tuya, mil besos tuya.

Mi tiempo contando las horas para verte de lunes a viernes. Los findes tuyos, cuando venías a pies juntillas a darme la sorpresa de aparecer pidiendo, exigiendo un poquito de atención. Y yo iba y te la daba. Como mi vida. Que por cierto; mi vida, tuya.

Mi vida sin ti.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Prometo volver

Prometo volver, como eufemismo de todo un buen 'espérame'. Prometo volver, como preludio de cualquier incertidumbre entre tú y yo. Prometo volver. Dos verbos muy unidos que definen una despedida, una separación, una posible larga espera.

Prometo volver. Como el que lanza un suspiro a ver que pasa. Prometo volver como adverbio de tiempo, de modo, de lugar, de besos. Que cuenta los días para ver si es verdad que se volvió. Prometo volver para que cuando llegue, si llega, se diga un claro 'te lo dije'. Prometo volver como el que besa despacio para ver si no se acaba nunca. 

Prometo volver en mitad de unas sábanas que no supieron amar. Prometo volver como la piedra que se lanza a cualquier cristal frágil de tu amor. Prometo volver como el silencio que lo precede, como todas las caricias que lo antecedieron.

Prometo volver bajo los ojos que te hicieron quedarse, con los mismos labios que un día pidieron entre risas que nunca te fueras. Prometo volver como deuda que jamás llegarás a pagar si nunca vuelves, dejando huérfano de amor al verbo. Convirtiéndolo todo en una gran e ilusa mentira.

Prometo volver, con la ropa tirada en el suelo, con el mordisco aún fresco en el labio, con tu mano aún en mi piel pidiendo más. Prometo volver como sinónimo de nunca me iré. Como antesala de cualquier 'quédate'. 

Prometo volver como tatuaje que nunca se borra, como vida que está por llegar, como canción de culto, de amor propio, de juego sucio. Prometo volver en cada final de línea, en cada último instante de beso, en cualquier abrazo donde se aprieta,

Porque el día que vuelvas, si vuelves,

Nunca lo tendrás que volver a rezar, rozar, tocar.

Porque no pienso dejarte que lo prometas ni una vez más.

Para que sea yo el que diga,

Prometo quedarme.

Prometo quedarme, como eufemismo de todo un 'nunca me iré'. 

Prometo quedarme, como preludio de...