lunes, 26 de marzo de 2018

Compañera de vicios

La que esté dispuesta a subirse sin pedir permiso. De esas que pelean en sofá tanto como en la vida. Una compañera que sepa hacernos olvidar el tiempo, el que pasó, y el que está por venir. Que sepa contar las veces muchísimo mejor que los besos. Una compañera de videojuegos, de piques infantiles, de venganza sana por ganar en todo, de sudaderas de invierno, de lectura bajo el sol. De estas que saben sonreír tanto como besar.

Una compañera de viaje de ida. De las que entran en tu vida sin billete, sin destino, casi sin intención. Compañera de cañas en cualquier ciudad perdida de nuestra imaginación. De estas que te retan a decir palabras desconocidas que ya no suenan a 'lo siento'. Compañera de síes como respuestas y bocados como intención.

Compañera de sábanas, una rival a batir en cualquier pelea de almohadas. Se trata de encontrarse a posta. De iba con toda la intención. Compañera de ropa en el suelo, de habitación a punto de ebullición. La quiero sin tener que dar explicaciones. Que ninguna palabra suene a justificación. Que todo sea un 'no sé, porque es ella, porque sí'.

Nos vale cualquiera que venga a desequilibrar la balanza más si cabe pero sin ánimo de destrucción. Que sepa respetar el espacio y los tiempos, y que cuando quiera, pueda dar su opinión. Que diga un buen no con una sonrisa, que le lleve la contraria al destino y que nos deje fugarnos sin control.

Se busca compañera de celda. Donde su único delito fue ponernos la vida patas arriba. Una buena ladrona de sentimientos. Que sepa cumplir condena en cualquier verano del montón.

Porque al final no se trata de quererla, ni de regalarle palabras que se marchitan. Al final no es tan te quiero sino tan, ¿dónde vamos ahora?. Compañeras de estas que nos buscan atención, que no piden fuera de carta y que siempre invitan al postre en cualquier cama sin broches, en cualquier sitio donde andemos los dos.

Se busca compañera que vaya por delante. E ir siempre detrás de ella a la carrera porque un paso por delante de ti, tu compañera de vida te agarra el brazo y te guía a cualquier lugar sin previo aviso ni permiso.

A cualquier escrito mejor que este.

A cualquier vicio mayor.

domingo, 11 de marzo de 2018

Te Quise

Con todas sus vertientes, con todas sus conjugaciones. Me atrevería a decir que, hasta con todo su dolor, el que provoca y el que se materializó. Ahí está todo puesto en un verbo. Ahí está, todo firmado bajo el nombre, de lo que un día, quisimos llamarle amor.

Te quise. Con la sinalefa de añadir tu nombre, que ni si quiera empieza por vocal, con el verbo que mejor supimos conjugarnos. Que por cada vez que me nombrabas todo un bonito quizás yo siempre lo estropeaba con un ahora. Y es entonces cuando entendí que no era la magia de tenernos sino simplemente acariciar la idea de podernos tener.

Ahí entendí que haberte querido es mucho más presente que el te quiero. Con todo eso comprendí, que la fugaz idea de perderte era tenerte aquí, y ahora. Que vale muchísimo más un beso por darse que uno dado. Que el amor se sustenta en el pasado más que en todo un prometedor futuro. Que si te escribo no es porque te quiera sino por te quise.

Que si te escribo no es porque te quiera ya. La impaciencia corre a cargo del deseo. Pero yo más que desearte te persigo. Y me imagino que el amor es ir dos pasos tras de ti sin meta, sin fin. Que las ganas son lascivas, puede ser, lo admito. Pero eso no quita que el amor sea sentido. Muy sentido. 

Tan sentido como escribirte tiempo vista de haberte querido. Como tan sentido cuando tú me prometías abrazos largos,

Y yo, roto, te los quise dar.

jueves, 1 de marzo de 2018

¿Me enamoras?

Te lo pregunto porque siempre me ha gustado entrar a todo a pies juntillas. Siempre a todo, pidiendo permiso. Te lo pregunto con moderación, sin ánimo de lucro y sin ofensa a tu libertad de respuesta. Te lo pregunto a conciencia de todo relato anterior. ¿Me enamoras? Pero más como ilusionado que como dubativo. ¿Me enamoras? Como intención y causalidad. Como efecto más que como consecuencia. ¿Me enamoras? Pero de verdad. Pero real, muy real. De estas veces que el verbo dice muchísimo menos que la acción. De estos quererse de sentimiento. De estos de vamos a vernos aunque estemos a mil kilómetros de lugar.

Me enamoras. Pero sin signos de interrogación ni puntuación que catalogen. Me enamoras como en todas en las que me has ganado doscientas o trescientas veces según mi parecer. En todas esas donde me dejé perder. Me enamoras. Pero a conciencia de que todo lo que vendrá será mejor. Y a sabiendas que al principio sólo bastó con verse. Sin tocarse, pero a ojos de que todo cuadraba. De que todo iba, sin irnos.

¿Me enamoras? Y me lo envuelves todo para regalo. Que me lo llevo. Que me lo compro. Que nos lo quedamos. De estas veces que da gusto quedarse. Llevarse. Dejarse arrastrar a cualquier lugar. ¿Me enamoras? Pero con esa sonrisa frágil y rota con anterioridad, para volverla a recomponer en cada beso. En cada vicio de la palabra nosotros. ¿Me enamoras? Pero de estos amores fríos de invierno a pie de playa. Del este. De pijamas y series de café. De esos me enamoras de domingos. De esos puentes largos de vida. De hogar. Tan intensos. Tan imposibles de consumir.

¿Me enamoras? Y le decimos al tiempo que nos espere. Le pedimos a la vida que nos vuelva a juntar, a la suerte que nos deje perder. ¿Me enamoras? Y nos dejamos de tantos no como respuesta, de tantas historias de nunca acabar.

Me enamoras y me lo cuentas aquí flojito en el labio. A la altura de las ganas. A la altura del muerde que quiero más. Y me enamoras, y nos decimos cuantas veces hemos firmados unos jamás, y le negamos la palabra a los nunca, dándole rienda suelta a todos los siempre. Invitando a nuestros cuerpos a un abracito más de sofá.

Y entonces, cuando nadie se dé cuenta, vas y me lo lanzas. Me lo dejas caer sin previo aviso. Cuando quieras, vas y me lo devuelves. 
Cuando quieras, como quien no quiere la cosa, vas y me haces dudar:

¿Me enamoras?