domingo, 4 de abril de 2021

Nunca me fallas

Nunca me fallas. Ni aún cuando herido de otras guerras vienes y me vuelves a sanar. Nunca me fallas. Que allí, a lo lejos, me prometes que me merezco tu compasión, tu tiempo, tu vida. Nunca me fallas, ni aún cuando sin merecerlo vienes y me lees otra vez, como si el tiempo no hubiera corrido en nuestra contra, como si yo no tuviera culpa de todo.

Nunca me fallas, aunque sea el responsable de mis alas rotas, de todas esas promesas que en otros labios no supe dilucidar el veneno. Y que yo tanto me tragué. Y aquí, intoxicado, te tragas mis miedos conmigo y me curas a presencias. Que eres antídoto de todos mis errores, suero de todas mis heridas. Nunca me fallas, ni aún cuando roto, no tengo nada que ofrecer. Ni aún cuando curado, pierdo tus ojos de vista en una vida que no nos une sin sabernos bien el porqué.

Siempre estás ahí, aún cuando el destino no quiere, aún cuando la distancia lo hace difícil, aún cuando me veías volar en manos de otro ángel negro. Siempre has estado ahí, esperando la caída, aguantando mis golpes, llorando conmigo.

Y a veces he sentido que la vida nos debe una oportunidad. Nos debe dos cervezas, mil abrazos, noches de sofá. He pensado que nunca me fallabas, porque tú sí estabas dispuesta a algo más que prometer con palabras que, a diferencia de otras, tú nunca hubieras negado jamás.

Nunca me fallas, y eso es algo que nunca podré pagar. Que nunca podré recompensarte.

Ni aunque te escriba bonito.

Ni aunque te haga el amor.