miércoles, 23 de agosto de 2017

Hablando de olvidarse

Nos pasamos la vida buscándolo. Aceptando y rechazando como si del botoncito de Tinder se tratase. Prejuzgamos que da gusto. Buscando alma donde sólo hay carne. Y hasta alguna que otra vez hemos metido al mismísimo diablo en nuestra mismísima cama. Hemos dormido los sueños tanto, que ya ni ilusionan. Y nos conformamos con abrazos calentitos de un cualquiera vestido de don nadie.

Mil veces hemos pecado ante un cuerpo de mujer condenada al cielo. Tenía que ser buena. Porque ya lo que se exige en este renglón es que trate a los tuyos tan bien o igual como te trata la boca. De estas que te arropan en la cama. Que te besan en el sofá. Tiene que ser la que no le dé miedo darlo todo a cambio de nada. Que no iba a ser así pero bueno, al menos que no se venda, ni que cueste tanto dejarse querer. Ni para dar un beso en el cuello. Tiene que sorprender, más que enamorar.

El amor, si se da, que se dé a todas todas. Nada de aparecer tras varias semanas de orgullo desmedido. Ni de ese amor que viene cuando los demás se les fueron. A la porra todas las compañías, y no me refiero telefónicas, que te exigen contrato de permanencia. A todas aquellas que calculan el valor de un mes, que miden el tiempo, que te cobran a final de año. Y te devuelven todo el amor de golpe en forma de recuerdos que olvidar. Un cajoncito lleno de polvo. Y no me refiero a los de suciedad.

Toca escribirse. De escribirse mucho. Hasta tal punto de acordarse de que siempre hubo ahí un nosotros vestido de tú. Decidida, enciendes el teléfono móvil, abres la aplicación, y me mandas un mensaje privado para decirme que estabas ahí. Que si me voy, que si hay lugar en mi mundo para ti. Un rinconcito donde estar. Donde ser.

Ese es el amor que se pide. Uno que escriba sin miedo a. Que inicie más que finalice. Queremos amores que correspondan. Que se esfuercen cada día un poquito más. Queremos contestar. Que nos pregunten. Que nos hagan el tiempo olvidar.

Hablando de olvidar,
Casi se me olvida responderte,
Sí, me voy, ¿te vienes conmigo?

martes, 22 de agosto de 2017

Amor pa' luego

Una oda a favor de toda aquella que ha venido a quererse de puertas pa' fuera. Por favor, démosle un fuerte vente a toda la que viene a quedarse. Felicidades a la cobarde que leía. A la que se acaba de ir. A toda la que se dejó algún texto a medias. Bueno, a ésa no. A esa que le den. Que le den remordimientos y que vuelva. Más o menos que vuelva a esta altura. Que ya a estas líneas no se va. A la que se da por aludida. A todas las que un día tuvieron una ilusión. A todas esas tontas que se enamoran. Esas que, precisamente, de tontas no tienen ni un pelo.

Basta ya de amor egoísta. Mandemos a la porra a todo aquel que por miedo ha venido a decirnos quizás. Ni un hasta pronto más. Ni un depende de éstos descorazonadores. Ya está bien de tanto amor pa' luego. Que parecemos gilipollas. Que como sigamos así en dos meses se nos van a acabar las excusas. Que como sigamos así, tanto postureo en instagram nos va a devolver de un guantazo todo lo que en realidad somos.

¿A quién queremos engañar? Ya está bien de tanto me quiero. De tanto yo. Dejarse de compartir selfies y empecemos a compartir tiempo. A regalar momentos. Demos me gustas de bocas. Que no cuesta nada hablarse. Que no cuesta nada escribirse. Que no cuesta nada molestarse en contestar. Tanto orgullo. Tanto tick azul, coño. Que parecemos como si fuéramos los únicos que nos mereciéramos atención. Como si no hubiera más peces en el río. Como si fueras la única con bonitos labios de besar. ¡Venga ya!

Parece que nos da miedo. Parece que nos han vendido la cortesía como en un 2x1 que no queremos. Que parece que escribirse es ya casi que pedir matrimonio. Os lo digo porque ya, cualquier hola suena a pedir matrimonio. Que parecemos mongolos tanto ir a la defensiva. Que consumimos la droga de un amor que nos hizo tanto daño que pagamos el plato con cualquiera que viene a invitarnos a una vida de estas de verdad.

Tontas que se piensan que la culpa la tiene el próximo, y no todos los sinvergüenzas a los que anteriormente les dio toda las respuestas que ahora se guardan. Como si su palabra fuera tesoro. Como si nuestro tiempo esperando sus respuesta no valiera tanto como su sonrisa.

Que no cuesta nada intentarlo. Que no se enamora con un cuerpo de gimnasio y un capricho tuyo. Que no hay amores de barbie y ken que duren dos mentiras. Ni flores que te abracen. Que no existe el ligarse. Y que si algún día me comentas aquí abajo en la cajita de comentarios sea nada más que para decirme que me quieres empezar a conocer.

Que no cuesta nada decirse te quiero con mucho sentimiento. Aunque fuera a perderse todo en tus labios. Ahí va mi texto.

A ver si éste los respondes con recelo.

A ver si este amor decides dejarlo pa' luego.


viernes, 18 de agosto de 2017

Me voy

Me voy. Pero de verdad. De estos que no vuelven. Que cogen las maletas, y se piran. Y te dejan ahí con toda la ropa por planchar. Con todas las ganas en la sartén. Me marcho, me mudo, huyo. Como lo quieras tú llamar. Ahí te quedas con todas las esperanzas puestas en mí. Ahí te duelan, porque no te quepa la menor duda de que esta noche vas a pensar en mí.

Y no vuelvo. Te aviso que no pienso volver. Que esto es un adiós de campeonato. Más o menos parecidos a los de tus ex pero con sentimientos a flor de piel. Te jodes, y no pongas esa cara pero mira que te lo avisé. Me vas a perder, me vas a perder y mira tú por donde ya, lo que se dice ya, ahora te ofende hasta el leer.

Y no, no te pongas de justa y de mira, no sé qué, perdóname. Porque asumo toda la culpa de los siete mil ticks azules que me enviabas por doquier. La responsabilidad de no dejarte bien claro que te amaba cuando te vi por primera vez. Asumo que no estuve a la altura de tus bonitos tacones y que si algo he aprendido en esta vida es que marcharse, a veces, es amarse a más no poder.

Sé que dejo muchas cosas que me gustaban. Ahí se queda tu sonrisa. Ahí el moreno de tu piel. Ahí escondidas están tus vergüenzas, ya ocultas por timidez. Me reservo el derecho a no hablar de tu nombre, que me tiene en vilo desde que se presentó y que, preguntó a los labios de otra si tenía pareja, si estaba enamorado, si tenía cuello que morder. Me guardo tu solicitud de amistad, tus fotos de instagram, tu indirecta a intercambiar cualquier excusa de verse.

Por eso hoy cojo el camino y me voy. Mirando de reojo como reaccionas a mi último párrafo. Deseando de que algún día me agarres del brazo y me sueltes:

No te vayas,

Quédate.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Estoy perdido

Eh, pero de verdad ehn. Que ni me encuentro ni amo hasta el final. Que por no saber no sé ni donde querer. Que me he perdido de verdad. Queriendo, sí. Pero a ver ahora quién es la guapa que me empieza a buscar. A ver quién es ahora la simpática que me encuentra en el momento, en el sitio, en el lugar. Se trata de eso: de perderse allá donde fueras a buscar.

Aquí empieza mi pasotismo descarado. Ahora vas a ser tú la que se lo tiene que empezar a currar. A la porra los cuelga tú primero, que ni medias tintas, ni a ésta invito yo. O me encuentras la primera o, no te preocupes que ya habrá alguna otra que se molestará.

Así de simple nena. Que me he empezado a valorar. Y estoy como que el amor me debe tres o cuatros copas de más. Tómatelo como quieras pero aquí, hoy, ya, empieza tu cuenta atrás. Ya está bien de escribir al amor. Ya está bien de buscarse para luego perderse.

Que me he dado cuenta que no se trata de que yo quiera, sino de que tú lo pretendas. No es que te encuentre, porque está visto y comprobado que cuando te pongo cara, nombre y un escrito coges la puerta y te vas. Ya no sé ni que nombre. Ya no sé ni que hombre.

Tú de vez en cuando déjame un bonito like en instagram. Véndeme humo con cualquier excusa para verse. Sal. Diviértete. Baila. Déjate, de nuevo engañar. Por otro que te venda que ha ido a buscarte de verdad. Esos te quieros de plástico que luego guardas debajo del sofá. Y cuando sumes una decepción más a tu lista de daños y perjuicios, vienes y me buscas.

Que a lo mejor vas y me encuentras,

Que a lo mejor, te crees, que me pienso dejar encontrar...

lunes, 14 de agosto de 2017

Amores de verano

Siempre me han gustado las cosas que provocan ese tienden a acabarse. No me mal interpretéis. No es que sea masoquista. Es que, pensadlo bien, si hay algo que es para siempre, entonces automáticamente deja de gustar. Es la esencia del morbo. Que todo tiende a acabar. No es que te quiera por lo que vaya a pasar. Te quiero por lo que queda por ocurrir. Que es sutilmente muy distinto. Que es sutilmente muy mío. Que es sutilmente muy nuestro.

Los primeros en caer en la tentación somos los que nos enamoramos en verano. Siempre dejándolo todo para el último momento. Tirando junio entre miradas. Julio se hace corto con el resto de sentidos. Luego agosto que viene a pronosticarnos un te voy a echar de menos de campeonato. Y luego septiembre, ese mes de rupturas y desamores para recuperar todas esas miradas que se quedaron pendientes. Siempre caemos igual. Da igual la nueva canción cursi del verano, el flotador de unicornio o el bikini de los años sesenta, que siempre, siempre siempre, acabamos ahogándonos en nuestros sueños.

Amor de verano. Que es lo más contraproducente a todo aquel o aquella que ha venido al mundo a quererse de verdad. Perjudicial de todo cobarde con miedos de pasado. Y mira que lo ponía bien claro en la etiquetita: lea las instrucciones de este capricho y consulte con sus pensamientos. 

Pues nada, vamos de cabeza a darnos el primer disgusto del año. Al carajo todos los propósitos de año nuevo. Me he vuelto a enamorar. De eso que se puede llegar a acabar. Que tuvo un principio y que, si no nos lo curramos, puede llegarse a acabar. Y si, a plural andamos. Que esto que te vendieron como dejarse querer no es más que un eufemismo de lo que literalmente acaba pasando.

Por eso me gustan tus besos. Por eso valoro tus abrazos. Por eso el amor se hace con ganas más que con camas. Por eso el amor se cuida y se malinterpreta a partes iguales. Por eso gusta. Porque con cualquier tontería, defecto, o palabra se puede llegar a acabar. Y por eso, me encanta cuando ambos, nos empecinamos en que dure un minutito más.

Por eso me gustan los amores de verano. 
Siempre tentados a acabarse.
Casi siempre imposibles de olvidar.

Este no es un escrito de amor

No hay huevos. Ni ovarios. No tenemos perdón. Cobardes. Que somos unos cobardes. Ambos. Tú por no llamarme. Yo por no pronunciar tu nombre. Tu nombre. Aquí, ahora. No hay valor. Vamos, dilo si hay lo que hay que tener. Te prometo que he estado a punto de escribirlo en esta línea. Te lo juro. Pero como todo lo que nos prometemos se va al garete, aquí andamos, igual de anónimos. Igual de tontos. Idiotas de amores que han acabado peor que este párrafo. Donde tanto tú como yo hemos sido los últimos en irnos de una cama deshecha.

Miedo. Tenemos miedo. Porque nos han enseñado que los besos no valen como prueba irrefutable de que nos encantaría comernos. Porque nos han enseñado que las palabras se las lleva el viento. Nos han enseñado que querer hace tanto daño como dejarse querer. Y que ni tú ni yo vamos, hoy en día, a dar un pasito adelante para romper esta racha de fracasos sentimentales. A la porra todo lo bonito que iba en esta frase. Al carajo todo lo que soñamos.

Porque nos vendieron que lo que se soñaba se convertía en realidad. Y aquí ni príncipes azules ni princesitas de cuento. Ya nada ni nadie se compromete. Ya el amor no es más que suerte de unos pocos. Afortunados que un día dejaron de leerse para sentirse.

Verbo que hemos conjugado mal desde el primer beso. Que ya los 'lo siento' no suenan igual de creíbles. Que ya el amor no se hace, se esfuma. Convirtiéndonos en pasivos de todo lo que vamos a dejar en el tintero. El amor ya no está. Y lo peor es que ni se le espera.

Así que vete por donde quieras que hayas venido, que hoy esto no iba a ser un escrito de amor.

Y viéndote, imaginándote como te entristeces, y viendo como quiero ahora despedirme, al final vamos a sumar uno más a uno de estos que no nos merecen la pena, que no nos une,

Esto no es un escrito de amor,

Salvo que lo firmes tú de tu puño y letra,

Aquí abajito,

Con cariño,

_ _ _ _ _

domingo, 13 de agosto de 2017

Ahora que tengo tus ganas

Creo que lo guardo todo de ella. Su boca, tan delgada. Sus dientes pequeñitos. Los labios finos como dos líneas acotadas por sus mejillas. Tan sutilmente descaradas, provocadoras de mordidas. Vendedoras de posibles dulces tardes de verano. Besadas por despedidas más que por un deseado amor. Hablo de su cara. De todo lo que le hace ser diferente a las demás. De la que me enamoré en una terraza de verano. De la que guardo un bonito recuerdo.

Guardo sus ojos grabados en mi retina. Sus ojos pequeñitos. Muy a juego con las miradas que nos marcábamos entre cubata y cubata. Amores de vista, como me gusta llamarlo a mí. Ciegos, por aquel entonces, de todo lo que se veía venir. Que corrían lejos de nuestras bocas pero tan permanentes en nuestra mente, que ya es difícil de olvidarse. Olvidarse de olvidarnos. Que aunque suene tan evidente, en los tiempos que corremos no lo es. Que el prefijo nos, ya casi está en desuso. Y aquí nos vemos, donde una que lee, el otro le escribe. Todo, como me enseñaste a amar, sin tacto, sin tocar. Sin estar, pero queriendo estar. Todo guardado. Ya se verá.

Pero, sin embargo, por cada cosa pequeñita de la que me enamoraba tenía otras que eran gigantescas. Y entonces las cajas de la mudanza se quedaron pequeñas. Y empecé a tirar miedos pa' hacerle hueco a todo su cariño. Empecé a reciclar te quieros. Haciendo hueco a lo único que de momento ella me dió. Los abrazos por ejemplo. Los abrazos eran enormes. Fueron enormes. La presencia. Otra que tal ocupa. Que tuvimos que ampliar el salón de la ansias. Como siempre, ella, rompiéndome los esquemas de una vida que ya la sueño con sus imperfecciones. Las que más me gustaron. Porque no es perfecta. Y eso es lo que más me gustó.

Ella no es consciente de todo lo que provoca. Apareciendo, sin ser llamada, a buscarme a cualquier sitio lejos de su cama. Apareciendo en cualquier rincón de mi esperanza. Para hacerla grande. Para mejorarla si cabe. Porque otra cosa que tiene enorme son las cualidades como persona. Es una bonita persona, pero no solo por guapa, que también, sino por buena. Jodidamente buena. Que sin prejuicios te sonríe la primera vez que te ve. Que se deja querer. Y que tiene una pinta de amar que más quisiera yo tenerla ahora aquí en este estrecho sofá.

Ah, se me olvidaba,

tengo tus ganas, que se han hecho un lío con todas las mías...

A ver cuando te las devuelvo...

A ver como las diferenciamos esta vez...


sábado, 12 de agosto de 2017

Solamente a dos...

No se trata de tener química. Se trata de ponernos patas arribas todo el concepto físico. Todo el espacio. Todas las redes sociales. Que ya no todo lo que ocupa es material. Que no toda la energía se transforma. Que no todo lo que cuenta tiene porqué ser contado. Te lo digo porque nos han empezado a dar igual hasta las unidades. Nos dan igual los kilómetros. A la porra todas ésas de longitud que nos tienen tan lejos como esperanzados. No pienso perder más el tiempo en contar a cuantos pasos estamos de un hipotético principio. Como si no hubiera empezado ya. Como si no nos estuviéramos buscándo desde entonces.

Desde aquella noche nosotros, lo que quiera que fuéramos antes de vernos, ya no somos. Lo digo porque ya no medimos las distancias en metros. Que tú y yo no estamos a setecientos catorce kilómetros. Que ya no es que sea ganas de volvernos a encontrar sino que es que ni si quiera se puede llamar velocidad. Que ya no es espacio partido por tiempo.

Desde aquella noche, lo que quiera que pensáramos antes de despedirnos, ya no se piensa igual. Que ya no es amor lo que se pide, sino compañía. Que ni si quiera rozamos besos, y ahora mismo mataríamos por probarlos. Ahora lo que estamos incitando es a la frecuencia. La frecuencia con la que te escribo, la frecuencia con la que apareces por aquí, o por mensaje privado, la frecuencia con la que tardas en contestar. Al fin y al cabo frecuencia.

Quererse a un par de unidades de longitud que van a quedar establecidas nada más que te termines de leerte este texto. Que estamos a dos de rozarnos los labios. Estamos a dos de acabar en cama. De pasar una noche de desenfreno. Estamos a solamente dos de ropa tirada en el suelo. A dos piernas salvajemente apretadas contra todas nuestras ganas. A mañana de desayuno en cama. Estamos, de querernos, a dos, solamente a dos.

Porque tú y yo estamos a dos milagros. 

A dos malditos milagros...

viernes, 11 de agosto de 2017

Amor en venta

Quiero momentos. Contigo. Conmigo. Con nosotros. Quiero esas respuestas que nunca vienen solas. Todos esos síes y siempres que venían seguidos de una sonrisa tuya de armas tomar. Me gustaría comprarte todas tus decepciones para, ponerlas en un cajoncito que, con ayuda del desorden de nuestros miedos, nunca volverlo a encontrar. De verdad, dime que se nos dejó en el tintero que si tengo que darle mil vueltas al mundo, pienso irlo a buscar. Cueste lo que cueste. Pague lo que tenga que pagar.

Así de amor en venta te exijo. Dos ojos que vayan a mirar por ti. Por nosotros. Currarse un amor que te sientas tal afortunada que diera la impresión que todo iba a coste cero. No se trata de dar más. Se trata de regalarse momentos. No de darlo todo. Ni de ser el mejor, sino de ser el único. No es cantidad, es unicidad. Que no haga falta más que un poquito para que se llene el saco de todas las cosas que vayan a sacarte una sonrisa proporcional a los besos que me ibas a dar.

Dime que tengo que escribirte mientras duermes. Que yo vendía mi alma al diablo por saber cuanto sueñas de verdad. Dime cuanto tiempo nos vamos a dedicar. Cumpliendo las dos premisas del amor en venta: La primera, mudarse a un corazón mejor. La segunda; gastar millones de tiempos en volverse a enamorar. 

¿A cuánto están esos abrazos? ¿Que se debe por aquello dos? ¿A cómo están los ratitos de sofá? ¿Cuánto cuestan ahí, nuestras piernas entrelazadas? ¿Y tus manos andando por mi piel? ¿Tu mirada puesta en mis lunares? ¿Mis labios devorando las pecas de tu tez?

De eso se trata. De querer todos esos momentos que valgan lo que valgan, piensas irlos a comprar. Como si fueras el canto de sirena de cualquier navío a la deriva. Buscando esperanza en cualquier muestra de cariño recíproco. Como si fueras el amor que tanto nos quisimos comprar.

Y acabar con todo el amor en venta, comprado. Y entonces, cuando ya no quepa ni una caricia más, mirarse a los ojos, y de entre todos los que están ahí afuera, 

Cariño,

Volvernos a comprar.

jueves, 10 de agosto de 2017

Ella lo mira a los ojos

Ella lo mira a los ojos. Él la foto que le hizo recordar. Instantes previos a los que ella se toca el pelo. Donde él agacha su mirada. Ella se dejaría besar el cuello. Él se acercaría a sus labios. Podrían haber tenido más que palabras. Se deseaban besos en silencio. Muchos besos. No se sabe que se dan, pero ahí están. Él diciéndole no te vayas. Ella diciéndole que ojalá.

Ahí van comiéndose las ganas. Devorándose las penas. Cada uno a su estilo. Cada uno desahogándose como pueda. Apretando en el abrazo. Metiendo de golpe y porrazo dos corazones encerrados entre cuatro brazos. Queriéndose de otra manera. De otra maldita manera. Diciéndose con los ojos 'te quiero'. Comprobándose, que a ambos, le han vuelto las ganas de comerse el mundo. 

Se han enamorado sin querer. Se buscan sin estar. Parece como si fueran a luchar por algo que no tiene ni pies ni cabezas. Pero ahí están. De vez en cuando dejándose asomar en cualquier red social. Invitando a la locura entrar a pies juntillas a la habitación que algún día compartirán. 

Y entones ahí te das cuenta que el amor va ciego de razones. Dando tumbos por cada lado de la esperanza. Borrachos de haberse tenido a centímetros. Amores que se dejan pa' un luego que vete tú a saber cuando se citan. Que vete tú a saber cuando se besan.

Presentándose aluciones tan sutiles que cualquier día se escapa una sinceridad. Nunca se han dicho te quiero pero es que no les hace falta. Falta. Eso si que se lo curran. Llenando la bolsa de las cosas que faltan de cantidades y cantidades de oportunidades. De volverse a encontrar.

Porque ambos saben que cuando terminen de leerse este texto. Van a volverse a buscar.

Ella a mirarlo a los ojos.

Él, a la foto que le hizo recordar.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Ojalá

Que de amores circulan por ahí. Dando a diestro y siniestro contra cualquier otro. Algunos locos al corazón que cogen carretera y manta. Los amores perdidos que hay por ahí sin ser encontrados. Están los amores fugaces que van más rápidos que la propia relación donde están inmersos. O los amores imposibles, tan esperanzadores como sufridos. 

Están los amores de verano. Que son los que mejor se recuerdan en Noviembre. Los que más se echan de menos en otoño. Están los amores prohibidos. Esos que siempre probamos a escondidas. O los amores que matan; que te mantienen tan vivo como loco. Amores de amores. Tan infieles como correspondidos. Amores de corazón. Siempre a base de infartos.

No sé que nos damos, que volvemos a caer. Y sumamos un amor a nuestra lista de 'podría ser'. Cuando menos te lo esperas vas, y ya estás metida en otro abrazo. Bien apretadita entre pecho y brazos. Bien escondidita entre un principio y final. La de veces que nos hemos enamorado. Como tontos, donde más nos hemos dejado engañar. Nos hemos enamorado como salvajes. Donde siempre somos los últimos en abandonar las sábanas. 

Nos hemos enamorado como niños. Engañados por unos labios sabor piruleta. Nos hemos enamorado a la primera. Nos hemos enamorado de repente. Sin guión, sin plan establecido. Improvisando los momentos. Temblando las palabras que salían de las bocas. Que se enamoraron de los rojos del otro. Buscando cualquier 'quédate'. Rogando un 'no te vayas'.

Que siempre buscamos cualquier excusa para quedarnos un ratito más. Esos amores que acompañamos a la puerta para verse en horas. Y ahí si que no excusamos al tiempo. Porque se trata de enamorarse de cualquier amor que venga a devolvernos, con la mano bien abierta un 'te quiero'. Y es que, al final siempre acaba igual,

Ojalá.

martes, 8 de agosto de 2017

Una cobarde que lee

Me he dado cuenta que lo importante no es el fondo. Que ya no se valora el contenido. Ya no cuenta lo que se deja por escrito. No vale lo que se promete, por malversación y abuso del verbo. Que lo hemos denigrado hasta el sustativo de mentira. Ahora lo que vende es el envoltorio. Contra más haya que desenvolver mejor. Se lleva el querer a colores. El amor full HD. Con un buen filtro de instagram. Ahora mola molar. Que se vea más que que se viva.

Lo mejor siempre está por llegar. Que es la frase tóxica de las relaciones que tienden a acabar. Me gustas, me quieres, cincuenta comentarios y a fardar. Amor de ventana, más que de hogar. Hemos perdido el fondo tanto que ya ni nos vamos a molestar a volverlo a buscar. Y así nos va.

Ya no se hace bonito. No se escribe bonito. No se juega con la curiosidad. Que ya da igual cualquier cama. Cualquier lunar. No se mira a los ojos ni se folla de verdad. Nos vale cualquier cuerpecito de plástico con mil followers más. Desayunamos decepciones que luego se publican en cualquier red social. Es el baile de los 'me encanta', que se han despersonificado como cualquier frase más. Ya los te quieros no tienen valor. Se ha desvirtualizado el amor. No se hace amor de sofá.

Las formas han cambiado. Ya no se enamora. Ni se encandila. Ni te imaginas la de 'likes' que equivaldría cualquier cartita escrita a mano a tu buzón. Y es que ya no se deja nada por escrito, por la sencilla razón de que nos hemos acostumbrado a dejarnos como leídos. Que aunque se diga así, a veces ni nos leemos.Y como siempre la culpa al tiempo. Que ya para todo hay prisa. Hasta para querer hay que pedir la vez. 

Se han perdido las formas y el fondo. Y se hace oídos sordos a cualquier forma de amor antaño. Porque ya no se quiere querer. Nos hemos acobardado de cualquier muestra de aprecio sincera. Nos hemos acostumbrado tanto a la mentira que la verdad es ahora, la que nos da miedo. Tú ya no quieres que te quieran, tú lo que quieres es que te abracen. Sin condicionamientos.

Vengo a decirnos que nos queremos muy mal. Que nos dejamos enamorar aún peor. Y me gustaría que quedase por escrito:

Que me has dejado como leído.

Como yo quería,

Muy leído.

domingo, 6 de agosto de 2017

Noelia

A la porra los eufemismos. Al diablo con todo lo políticamente correcto. Y un cuerno al disimulo, al miedo, al no me atrevo. Ni un minuto más de gloria al despacito, al tacto, a las buenas maneras, a la espera eterna. Si tiene que ser que sea ahora, aquí, ya. Sobre estos renglones, sobre tu cama o en ningún sitio jamás. Pero que sea así de tajante. Así de directo. Así de claro.

A veces en la vida hay que plantarse de manera descarada ante los ojos de vete tú a saber quién. De vete tú a saber dónde. En los tiempos que corren faltan frases tajantes. Faltan besos que manden a callar. O que lo digan todo. Falta sentenciar. Nada de amigos, nada de celos. O me quieres o me odias, pero esa escala de grises que nos hemos comprado en el por mayor no le pegan en absoluto a ninguno de los vestidos con los que mordías mi conciencia.

Conciencia. La que he guardado en un rinconcito de mi habitación para escribirte esto. Esta oda a lo brutalmente honesto. Que ya no hace falta ni que te dés por aludida, porque no se trata de nombres, se trata de pronombres. Que si quieres un "nosotros", que nos dejemos del tal egoísta "", ni del descarado ausente "yo". Que si quieres tu nombre todas las manañas con tostadas, un zumo de besos y una bandejita hasta los pies de tu cama, empieza a pedirlo en presencia y empieza a exigirlo. Pero a exigirlo de verdad.

Y nada de irse currándoselo. O te acabas el texto o te vas. Aquí a medias tintas no queremos nada. Para falsas esperanzas ya tenemos un buen recuerdo de todos esos ojos que nos engañaron tanto como pronunciaron nuestros nombres. Porque que importaba si ésto se llamara Noelia, María o Lidia, si ibas a a venir de igual manera, a escondidas, a leerme lo que nunca jamás te atreverás a decir.
 
Las dos razones por las que siempre llegados hasta aquí, disimulas y te vas. La primera; porque siempre, te das por aludida.

Y la segunda: porque, aunque no lo sepas, estás completamente enamorada de mí, tu nombre. Tu hombre.

viernes, 4 de agosto de 2017

Has vuelto a sonreír

Me encanta la manera que tienes de irte. Las formas que tienes de provocar ganas. Me encanta cuando me sueltas una de esas con labios incluídos. Que tanto me enamoran. Que tanto me cuesta olvidar. Cuando me encuentro tu mano bajo la sábana de una misma cama. Cuando te giras, remolona, queriendo dormir un poquito más. Y entonces de nuevo, sin abrir los ojos, lo vuelves a hacer. 

A ésto ya no se le puede catalogar de amor. A ésto ya no se le puede poner etiqueta, ni hay protocolo que lo anteceda. Lo que haríamos tú y yo en esa noche no tendría nombre, ni tiempo. Si me apuras ni espacio. Porque se nos ha quedado el cuarto chico de tanto relagarnos. Me encanta la imagen de las sábanas tapando tu cuerpo desde tus senos hasta tus muslos bordando una fina línea entre lo provocativo y lo políticamente correcto. 'Voy a por un vaso de agua' decías, mientras te ibas haciendo lo que mejor sabías hacer.

Toda culpa la tuvo tu boca, que ha perdido el norte en mi pecho y busca desesperada el abrazo que tanto me supo a gloria. Y del éxtasis a la derrota. Derrota porque no sólo perdimos la ropa. Perdimos la vergüenza, la cordura y la dulzura. Y empezamos a hacernos más la guerra que el amor. Todo en cama. 

Dejaste caer la sábana, dejando el vaso en un laíto de la mesita de noche. Desnuda, te acercabas, supongo que pidiendo atención. Ya la tenías. Porque empezaste pidiendo un beso en el cuello, un masaje en la espalda y un te quiero cerquita de la oreja. Y mientras a la piel, cualquiera de las dos protagonistas que estaban allí, se le iban poniendo los pelos de punta, tu cara giraba avergonzada hacia mí buscando quizás, más de esos besos por detrás.

Fíjate lo que hace una sonrisa. 

Fíjate lo que escribiría yo por la tuya.

¿Ves?, has vuelto a sonreír...

jueves, 3 de agosto de 2017

Podría hablarte de amor

Yo podría hablarte de amor. Como dice la expresión de moda, '#toelrato'. Y contarte la de veces que te miré sin que te dieras cuenta. Más o menos las mismas que me mirabas mientras yo creía no verte. Podría colorearte este trocito, que hasta hace poco era de un blanco despedida, a un tono de quiero volverte a ver. O confesarte como se me quedaron las intenciones sin tiempo. Como se quedaron los besos sin labios. Las manos sin cuerpo. La piel sin caricias. Tu piel...amor...tu piel...

Déjame aquí debajo un comentario respondiéndome si no soy el único que busca desde entonces, el botoncito de rebobinar. Para volvernos a encontrar. Para volvernos a saludar. Para volver a sentir eso que se quedó ahí. Ese 'no sé qué que que sé yo', que ambos lo sentimos cada uno, aquí, ahora. Por eso quiero volver atrás. Por las ganas. Y repetir tiempo. Que siento que siempre que te tengo delante me queda pa' Septiembre. Para hacérnoslo mejor. Para hacérnoslo bien. 

Quiero volver atrás. Para que estos kilómetros no pesen tanto. Para hacerlo igual de diferente. Y regresar a ti, pero contigo. Repetir abrazos. Que tanto gustó. Que tanta intención le dimos. Quiero estar en los minutos finales del irnos. Y decirnos 'no te vayas'. Tocarte la cara, besarla. Porque quiero besarte. Quería besarte aquella noche. No muchas veces, sino mejor.

Que cada vez que nos veo en esa fotografía siento la necesidad de volver a ella y hablarte de amor. Y contarte a esas altas horas de luna que me tenías enamorado. Y estoy seguro que el abrazo llegaría muchísimo antes que el adiós. Quizás con la misma despedida pero con distinta melancolía, te llevaría a un sitio donde te hablaría de amor, para convencerte de que te quedaras.

Para que te quedaras aquí, en estas líneas. Cada uno haciéndolo a su manera. Yo a veces iba por tu cuello, tú a ratos me devorabas la boca. Yo tenía tu espalda mientras tú mordías la oreja. El único sitio donde tú y yo nos hacíamos de rogar tanto como deshacíamos las sábanas.

Porque mientras yo ando escribiéndote de amor,

Tú piensas que andas leyendo toda aquella noche... ¿o no?