sábado, 2 de mayo de 2015

El Día que Dejemos de Ser Anónimos

Sin nombres, sin identidad, sin sabor a labios, ni escuchas sinceras. Aquí andamos los dos vacíos, faltos de contenidos, de sentidos, de detalles. Vivimos en tiempo angosto. De este que se va sin pena ni gloria. Del tiempo poco sustancial que no se queda en el recuerdo.

Somos dos auténticos anónimos enamorados y estamos a la espera de ese día que nos presenten como conocidos. Porque ya a partir de ahí todo va a ser muchísimo mas personal, mas sustantivo, mas cariñoso, mas firmado.

El día que dejemos de ser anónimos nos vamos a hacer un favor tan grande como la vida. Esa que hay intención de ocupar con nombres y apellidos cada uno de nuestros detalles. Firmaremos con sonrisas todas las bromas que se hagan en un salón para dos.

Si hay que besar se besa, pero que sea bajo nombre y custodia de todos los besos deseados que se pidieron en el anonimato mientras nos veíamos. Morder nunca fue tan de cobardes y tu y yo estamos ansiosos por darnos un par de bocados en ésto que se llama afecto.

Sin intención de dañar, pero vamos arañarnos el cuerpo hasta tal punto que la marca sea tremendamente visible. No es estética lo que nos atrayó sino fortuna, y de esa manera vamos a colorearnos los días que hay entre medio del final y este principio.

Porque si algo deseamos ambos es que llege ese dia que dejemos de ser anónimos.

Porque si hay algo que deseamos ambos es nombrarnos a la cara unos cuantos besos.

Y firmar bajo el pseudónimo de enamorados...

O anónimamente eternos.

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