sábado, 13 de julio de 2019

Estaba para ti

Estaba ahí. Con la forma y figura de un para ti. Estaba ahí con la intensidad y la fugacidad de una estrella. Estaba ahí para siempre, para quedarse. Estaba, y te lo dejó caer, para los buenos días, para acostarse tarde, para quererse en sofá de a dos, en viajes de contigo, en compañía de las que se quedan hasta tarde. Estaba ahí de esas veces que no se va. Que hasta que te quedes dormida, de los de tonto tú, y de fresas con chocolate, y amor de salón, de copa en mano, amor de niños, familiar, de tuyo más que mío.

Estaba para ti. Con toda la intención y el arrebato de provocarte una vez más. Con su nombre de remitente, iba exclusivo dirigido a ti. Con la tinta borrosa de haberte querido escribir muchas veces. Con la premisa y la esperanza de ser devuelto. Con la imaginación de haberse leído felices. Con todo el tino de haberse destinado a tus labios sin previa respuesta. Estaba sellado a tus comisuras, con cariño, bien rojo, y un atentamente muy marcado.

Estaba. Que te lo dejó caer. Que se molestó. Lo que quiero decirte es que fue a buscarte y te encontró. Costara lo que costara, estuvieras donde estuvieras. Bajó dos o tres renglones de su agenda y marcó el tuyo. Te tocó con las yemas de sus dedos y con miedo lo envió. Te lo envió.

Que era tuyo, que estaba para ti. Que en ese momentito tonto, no había otra persona más que tú. Miles y miles de estrellas y fue a buscar la tuya. Y te la bajó. Y te dijo, aquí estoy. Aquí estoy para ti. 

Y esperó. Minutos, días, meses. Y ahí estaba. Buscándote otra vez. Jugándole al destino, arriesgando no volverte a ver. Y tú no estabas ahí. Y tú no eras para siempre. Y tú no eras la de los buenos días.

Y tú no estabas. Ni con intención ni curiosidad. Tú no lo vistes llegar para quedarse. Le agradeciste el gesto con una bonita sonrisa. Y fuiste a los hombros de otra esperanza. Y te imaginaste que él siempre estaría para ti. Ahí escondido entre tu agenda. Ahí estaba esperándote. Con miedo a molestar.

Y estaba. Y te lo dejó caer. Que no fuiste a buscarle ni a dejárselo caer.

Ni te tocó con las yemas de sus dedos. Ni le diste una señal.

Una maldita señal.

Y estaba ahí.

Estaba.

Aquí.

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