martes, 6 de enero de 2015

El Mensaje que Nunca Te Llegó

¿Nunca has estado delante de ese mensaje en blanco? ¿Nunca has estado delante de esa ventanita con el icono de escribir parpadeándote en la cara, esperando a que aporrees el teclado? ¿Nunca te has sentido lo suficientemente valiente para escribir tres, cuatro líneas expresándote sentimentalmente?


Alguna vez lo has hecho. De estas veces que la ves y dices: Hoy se lo digo. Y así, dispuesto enfrente de su perfil le dices que la quieres, que te encantaría salir con ella, que te encantan sus ojos, su boca, que tienes dos entradas para el cine, el teatro, a tu corazón a donde sea, y que te gustaría compartir ese tiempo con ella. Ese espacio, ese momento. Esa imagen.

De estas veces que te quedas en blanco y punto y a parte. Y entonces en un párrafo nuevo te excusas porqué no lo dijiste antes. Porque no te atreviste, porque tenías miedo a esa partícula tan negativa como corta, porqué miedo al no. Porque te quedas sin palabras cuando estás delante suya. Porque te gusta tanto y la ves increíblemente gigante ante tí.
Y tras la despedida que esperas que no sea tal, le mandas dos besos, uno por mejilla, y firmas con tu nombre, suspiras y colocas el puntero en el icono azul de enviar, ese único botón que puede hacer enviar todo lo anteriormente escrito. Ese botón que marca un antes y un después.
Ese botón que te hace recordar todo los días que le escribes que siempre has estado delante de ese mensaje que nunca se llegó a enviar.
Y a ustedes os convierte automáticamente, día tras día, en esa destinataria del mensaje que nunca os llegó...

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