domingo, 2 de enero de 2022

Mi vida pirata

Confieso que no creo en cuentos de sirenas si no llevan su nombre. Que la brújula me marca su boca, que mis besos no tienen norte, que mi tripulación son mis versos; que mis miedos son la tormenta, la distancia, sus captores, su ausencia, su silencio, el borde de su cama. Donde alguna que otra vez lideré algún motín, donde tantas otras veces me echaron a los tiburones.

Me enredo en cualquier pecado aún por cometer. Donde siempre he sido más de pedir perdón que de pedir permiso. Que a cualquier horizonte me enganchaba, que a cualquier excusa, le dije, me apuntaba contigo. Ahora levo anclas, izo las velas, y pongo rumbo a cualquier rincón de su piel. A cualquier recuerdo que me deje en el verano donde ella me trató como tesoro, como reliquia, como deseado.

Y me echo a la mar con un mapa que sólo dibuja su silueta, con ánimos de perderme en cualquier geografía de sus senos, para conquistar cualquier vicio suyo. Y hacerlo mío. Muy mío. Ahí voy a la deriva, esperando que el destino le dé la vuelta a las estrellas, y me deje ante cualquier surco de sudor de su piel, ante cualquier suspiro de excitación, ante cualquier mordisco que no tenga vuelta atrás.

Confieso que la busco tres o cuatro tardes, esperando, como ella dice, que el destino nos provoque, nos acerque, nos atraque en cualquier puerto, en cualquier caprichosa casualidad. Que la bandera que lleva mi barco tiene sus comisuras marcadas con un rojo carmín. El mismo color del vino que ahoga su ausencia, que sacia sus recuerdos. Que calla las palabras de cualquier lunar de su piel, su adiós en cualquiera de mis pesadillas, donde sonreía, ilusos, los dos, de volvernos a ver, de volvernos a encontrar.

Y cuando la marea está en calma, me dejo caer por algunas de sus instantáneas de instagram, donde abraza a otro, donde capitanea otra ilusión, donde los besos se los roban lejos de mis deseos, lejos de mí. Confieso que cada vez que dejo alguno de estos escritos en una botella de cristal y lo echo al mar, es mía. Muy mía. Donde siempre me lee a escondidas, y me dedica cualquier verso de amor platónico.

Pirata soy, que robo tesoros a 200 kilómetros de distancia, como si fuese un plan diseñado por el profesor. Porque soy la resistencia. Su resistencia.

Y voy a ir a por mí. A por ti. A por todo un nosotros.

A por mi vida. Que cuando desenrolles este pergamino lleno de ganas de ti, me veas ante cualquier abrazo, ante cualquier futura mirada, ante cualquier te quiero que te van a vender en cualquier Isla Tortuga, en cualquier tasca nocturna de licores y faldas.

Que cuando acabas este escrito, vas a querer ser tripulante de mi navío, de mi vida.

De mi vida pirata,

Contigo,

pero sin ti.

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