viernes, 28 de octubre de 2022

El amor es un juego

El amor es un juego donde lo único que hay que hacer es jugar mejor. No se trata de ganar y ganar. Sino aprender a perder. Que algún día no cueste levantarse de tanta caída, de tanta patada a destiempo, de tanto mal vicio, de tanto mal amor. 

El amor es ir a empatarse las ganas. A llegar ahí donde otros no supieron ver. Amor de los que meten goles en cualquier serie de Netflix, en cualquier sofá-cama de salón. A cualquier beso, responder con otro aún mejor. Amores de abrazos en tiempo extra, de añadidos, pidiendo la hora en cualquier cama de matrimonio, en cualquier principio de relación.

Al amor hay que ir con ideas, y si vas con ideas te llamarán loco hasta que triunfe. De mientras, la expresión "locos de amor" invadiendo instagram, la toxicidad titular en cualquier envidioso de corazón. El rival sube la defensa a medio campo, presionados, bajo la única verdad. Que nadie nos supo querer. Que nos queremos cada año, peor.

De lo que no me cabe duda es que fuimos a ganar el partido. Aún a sabiendas que se jugaba en cama ajena, visitantes de una cita surgida de cualquier conversación. Alguna sonrisa y mirada que se nos escapó tontos de amor. Minuto sesenta de este párrafo y enganchada como si fuera a pronunciar tu nombre. Tus labios secos pidiendo perdón. Una falta al borde del área, clímax, caricias, alcohol.

Final del partido y alguno acaba pidiendo la hora, la revancha o la camiseta de fútbol que te quedaba grande con mi nombre y mi número a la espalda; pelo recogido, tus manos aún en mi cuerpo, tarjeta amarilla, mirada a destiempo, sonrisa de roja. Se mira al VAR, hubo contacto, hubo besos, hubo amor.

Pues esa es mi definición de amor.

Un juego donde lo único que hay que hacer es, volver a jugar cada semana mejor.

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