jueves, 10 de marzo de 2022

Amores de museo

Así llegué a ti. A pies juntillas. A empaparme de cualquier historia que me quisieses contar. Que iba a dejarme engatusar con cualquier copa de vino blanco, con cualquier te lo prometo del verde de tus ojos, con cualquier beso por dar. Experto en cualquier salto al vacío. Ahí iba con todo el equipo, con todas las de ganar.

A buscarme un huequito en cualquier comisura de tus labios. A ganarme el derecho a cualquiera de tus pintalabios. A contarte los lunares de una piel que nunca toqué pero que ansío morder. Bajo la patria de un cuerpo herido, con la bandera pirata de un náufrago del querer, donde mis únicas pertenencias son  palabras y tachones en unas maltrechas hojas que lees a ciegas, que lees por mí, que escribo por ti.

El caso es que me curo más con las tuyas que con las mías. Que siempre, a escondidas, sonrío con el primer buenos días, con las primeras noticias de una voz que me promete cualquier tarde al sol. Y me hace olvidar cualquier tesoro, cualquier botín. Porque me cegaron tus ojos, y me quedé por tu curiosidad. Que siempre me contabas un cuento donde yo me creía protagonista. Donde tú también te dejabas un poco enamorar.

Que me dibujabas cualquier cuadro donde yo encajaba en tus te quieros. Y lo hiciste sin querer, que ya me ando esperando los mil besos que nunca sabré compensarte. Por eso escribo. Por culpa tuya. Amores de museo. Aquel que no se toca, pero se deja ver. Guardados bajo llave tras años de historia, tras frases en alguna red social. De visita guiada por tus curvas, de sueños pintados, de mármol tu piel, de oscuros tonos mezclados con tus colores en los labios, prohibido fotos, silencio en cualquier ausencia, pronombre nosotros. Que como rezaban otros renglones, museo lo hacía yo allá donde tú estés.

Que me creí tuyo, muy tuyo, siendo de nadie. Y me rogaste un despacio que sin pronunciarlo nunca me sabré contener. Como las ganas de volver a leerte. Como las ganas de aprender a quererte.

Y guardarlo en cualquier mesita de noche para que nadie se entere. Siendo muy nuestro. Celosos de cualquier compartir, ansiosos de cualquier ven. 

Amores de museo en cualquier sofá donde tu cuerpo descansa sobre el mío. De estos que no te cansas de mirar una y otra vez. Donde tú te quedabas dormida. Donde yo me quedaba despierto a escondidas para poderte contemplar.

Como si fueras una obra de arte.

Como si el museo fuese ese salón. 

El que ya imagino casi sin ti.

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