miércoles, 5 de agosto de 2015

Mil Razones para Olvidarla

Tenía mil razones para olvidarla. Era guapa. Muy guapa. Demasiado guapa. Al menos su pesimismo la veía demasiado guapa para él. La tenía tan idealizada…


Era inteligente. Sabía idiomas tantos como formas de besar. Era espontánea, misteriosa, impredecible y guapa. Sí, guapa otra vez. La conocía de clases, del grupo de amigos, de sus redes sociales. La conocía de su ignorancia, de su inconsciencia de guapa. De ser ignorante de ser amada por alguien como él.


Era una chica de amigas. De salidas nocturnas. De pasarlo bien. De bailar. Aún así era una chica de amor familiar, de andar por casa. De estas que valen pa' novia. De estas que te dan tu espacio. Que te aman con locura. 

Era la chica de sueños. De dormir cerquita. De estas que ganan mil puntos con el pijama. Que te ganan el juego con tu sudadera puesta. Con tus camisetas. Que tienen frío como excusa de abrazo.

Ella estaba sentada en un banco. Entonces él se acercó a contarle todo esto. La saludó. Le dio dos besos en sus rosadas mejillas. Y le dijo:
- Qué guapa eres. Qué de razones tengo para olvidarte. ¿Qué de excusas vas a ponerme?
- Qué guapo eres. Qué poco te quieres. ¿Qué beso vas a darme? – dijo ella mientras se acercaba a sus labios.
La besó llorando. Ella lo besó riendo. Eran muy diferentes pero tremendamente complementarios. Ella seguía igual de guapa. 

Él, ya tenía unas cuántas menos razones para olvidarla...

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