martes, 11 de agosto de 2015

Quiérete un rato


Vale, que sí. Que la presencia es un grado. Que el físico importa. Que pa' gusto los sabores. Que sí. Que si no entra por el ojo, muchísimo menos por el alma. Y sí, que qué buena gente era el muchacho, que qué gracioso es. Que qué simpático y que tío más apañao'.

Ahora que ya nos hemos dejado los eufemismos en la sala de espera, ahora que el invierno se acerca con forma de otoño, hazte un favor, quiérete un rato.

Empieza a valorar tus arrugas, las que tienes, y las que te saldrán, porque ninguna crema anti-imperfecciones va a arreglarte el corazón dentro de cinco o siete años. Vivir es aprender a quererse. Conocer egoístamente que nos interesa. Que nos conviene tener al ladito nuestra el día de mañana.

No te miento. Es una putada. La de personas que han acabado conviviendo con gatos. Equivocarse también formaba parte del plan. El prefijo "ex" no se inventó por gusto. Ahí, en todo ese saco, tienes unos claros ejemplos de lo que no. De lo que tampoco. Y de lo que nunca se debe repetir. Querer a alguien es equivocarse hasta que el otro acierte. 

Búscate una pareja ideal pero ni  muchísimo menos que sea perfecta. Porque sino vas a pagar los platos rotos de ser el segundón de turno en todo. Si me permites el consejo, empieza a quererte en los detalles.

Pero no en sonrisas bonitas, flores recién compradas, cuerpos perfectos ni genética generosa. Empezad a valoraros en alma más que en cuerpo. Plantearos la posibilidad de que el amor no se mide con regla ni báscula. Se mide con bondad, entrega y simpatía. Como todos los eufemismos del primer párrafo.

Empieza a querer personas. A quererte un rato. Porque sólo así vas a ser un pelín más feliz.

Como yo, cuando le doy de comer a mis dos gatos; Senti y Mientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...