viernes, 14 de agosto de 2015

Declararse es Desnudarse


Declararse es desnudarse. Es mostrar las vergüenzas a alguien que pretendes que te guarde el secreto de todo lo que acabas de desvestir. Es mostrar la piel de lo que sientes y ponerse expuesto a cualquier tipo de rechazo, aceptación, rayos ultravioletas, radiación solar o crítica.

Me encantaría verte ahí, con todos los sentimientos mezclados con la ropa por el suelo. Me encantaría verte dispuesta a soltarme besos, sinceridad, amor. Palabras susurradas al oído, frases que vendan cariño. Me encantaría verte ahí, haciendo el amor sin cama, sin cuerpos. Sólo con el corazón.

Declararse es examinarse. Dejarse prejuzgar. Decir te quiero es empezar el examen final. Es como decir, me he cansado de dar señales, ahora quiero saber qué opinas. Es pedirle menos ropa a la otra persona. Menos coraza. Más sinceridad. Más despelote. Poner todas las carnes en el asador y que sea lo que el otro quiera.

Es declararse porque sí. Amar sin por qués. Enseñar los lunares, los defectos y las virtudes de uno mismo. Es pasar frío delante de aquella a la que en ese mismo momento le estás pidiendo un poquito de calor.

Nos encanta desnudarnos. Ser desnudados. Piel a piel. Besar oportunidades libre de cualquier venda. El caso es que nadie nos dijo que ni desnudos sabemos mirarnos el corazón. Y ahí vamos, declarándonos a ton ni son. Sin ropas a todos los labios que nos cruzamos por el camino. 

Y lo peor. Cuando el único que te desnudas eres tú. Ahí si que se pasa mal. Lo que araña la ropa del otro. La vergüenza que pasa uno volviéndose a vestir. Que es muchísima mayor que con la que te desprendías de ella. Porque al menos, cuando te estabas desnudando, tenías la valentía haciendo de música de cabaret.

Declararse es desnudarse. Íntegramente. Como ahora. Que me queda solamente una prenda. 

Mi orgullo por decirle a todos que sigo queriéndote. 

Así, tan vestida.

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