miércoles, 5 de agosto de 2015

La Idea Que Guardo de Ella


Me gustó de ella la línea de sus hombros, recta, morena, con claro síntoma de debilidad. Me gustaba su fragilidad. Lo niña que era a veces. La forma que tenía de pedir caprichos, deseos. Incluyo la forma que tenía de pedir hacer el amor. Sus mordiscos en el sofá, sus susurros en la oreja.

Recuerdo sus besos en verano. Cortitos, con claros síntomas de calor, eran fresquitos. Y dulces. Dulces como la dueña que me los dio. Recuerdo que me gustaba como evitaba la calor. Como se recogía la melena en una alta cola. Y dejaba su espalda al aire. Donde se formaba una curva hacia su lumbar.

Me gustó su forma de hablar. Como contaba las cosas. Sin hacerse pesada, sin perderse en los detalles. Con una voz alegre, divertida, pero calmada. Donde entre punto y punto daba la oportunidad de releer sus frases.

Me gusta cuando se acuerda de mí. El mensajito de buenos días, el beso después de la ducha, el abrazo después de la pelea, justo antes de la reconciliación. Pero hace menos de un mes, el olvido y el perdón no se sentaron en la mesa de los buenas costumbres. Y nos perdimos. Para siempre.

La amaba tanto. Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas. Siento entonces que tengo un vago recuerdo de ella. Entonces me di cuenta que ya no estaba enamorado de ella.

Que ya no le amo a ella.

Sino a la idea que guardo de ella.

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