domingo, 9 de agosto de 2015

15 notificaciones


Me levanto por la mañana cargadito de sueños de la noche anterior. Donde siempre tú eres la protagonista. Los saboreo uno a uno entre el café y la tostada que me devuelven a tantos kilómetros de ti.

Luego, iluso de mí, enciendo el móvil pensando que alguna de las 15 notificaciones que tengo será tuya. La esperanza me dura un rato. Tiempo en el que tomo el último sorbo del café y comienzo a quererte de manera tímida. Ninguna de las quince era tuya.

Como no sé si querer conocerse es sinónimo de querer molestar, decidí quererte de una manera más silenciosa, más pensando en ti, que en mí. Te explico. Publico algún post que me inspiró tu silencio el día anterior. Con sigilo entro en la red social y miro el mensaje que te envié, que te llegó, que leíste, pero que nunca contestaste.

Dentro de 30 años quedará envejecido y perfecto para un post titulado como "El mensaje que nunca se contestó". Aún así, ahí queda, prueba de fuego de nuestro desamor.

Luego voy al móvil y envalentonado me dirijo a tu perfil de Whatsapp. Amplío tu foto, pues siempre me gusta ver tu mirada. Luego me voy a donde parpadea la marca de escritura y empiezo a escribirte. 

Más o menos a la altura del primer párrafo paro y pienso que podría salir debajo de mi nombre o número de teléfono un"escribiendo..." en verde e inmediatamente borro, pánico del miedo. Miedo a volverte a molestar. A volverte a mandar un mensaje sin acuse de recibo. Al fin y al cabo la intención es la que cuenta.

Luego vuelvo a tus fotos. Y miro todas las que puedo antes de que me venga la inspiración. A la tarde escribo el que podría ser el post de por la noche o el de la mañana siguiente. Y sin buenas noches, sin te quiero, y sin hoy me he acordado de ti, me duermo.

Así hasta la mañana siguiente, donde tengo 15 notificaciones. Ninguna tuya.

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