lunes, 10 de agosto de 2015

El Primer Teorema de la Sonrisa


Pues aunque no os lo creáis se aprende a reír habiendo llorado mucho. Así que estáis en el entorno idóneo. Tenéis las hipótesis a flor de piel y una calculadora para  hacer cálculos tontos de lo que os va a costar sonreír. Mostrar una curva convexa. Delinear felicidad. Apego. Quererse con honores. Dar señal de afecto. De querer. Estáis, si vuestros ojos os lo permiten, de aplicar el primer teorema de la sonrisa.

Necesitáis soñar de cuando en cuando. Más o menos a un par de ilusiones de los labios del otro. Si me apuráis, soñad despiertos. Que es como soñar pero sin resaca emocional. Muchísimo menos íntimo pero más placentero. Mucho más igualitario. Eso os dará la igualdad. La que tanto deseasteis entre la imaginación de uno y la compensación con todo el olvido del otro.

Goma. Por si mientras os lo vais demostrando llegáis a equivocaros. Y así  poder tener algo con que con vuestro esfuerzo y un movimiento sutil de caricias sobre vuestros cuerpos equivocados, consigáis perder todos los errores que cometisteis en falsas desigualdades.

Quizás os haga falta un espacio medible. Sí, pensándolo bien, sí. Lo necesitaréis. Porque vais a tener que medir muchas cosas. Cuánto de grande es un detalle, que conlleva un beso, la magnitud de vuestras palabras. Si no me equivoco, con vuestros cuerpos bastará como espacios de salida y llegada.

Ésto me recuerda que vais a necesitar una transformación continua, con inversa y de colores. Sobreyectiva, es decir, que no nos dejemos nada en el tintero. Que todo venga de un porqué, de una casualidad, o de un premeditado detalle en el intervalo [desde que dejo de verte, hasta que te vuelvo a ver]. Para evitar la rutina que sea inyectiva. Así evitamos repetirnos a lo tonto.

Por último, proponeos existir y ser únicos. Sólo tenéis que comportaros tal como sois. Si lo lees y yo escribo es porque existimos. Si lo entiendes es porque eres única.

Ya te veo sonreír por el primer teorema de la sonrisa.
Que bien nos lo conocíamos.

Que poquito nos lo aplicábamos...


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