jueves, 6 de agosto de 2015

Mi Hypatia Favorita


Mi más sincera enhorabuena a la ganadora, a la premiada, a las votadas, pero mi corazón fue de otra. Otra Hypatia. Otra matemática guapa. Cosa que le hice saber en una noche que la recuerdo como ayer. Fue la primera mujer matemática que me encantó. También la que me invitó a un poquito de silencio. Y aquí ando escribiéndole todo lo que no pude contarle al oído. No sé si porque no quiso o porque no se atrevió.

Inteligente, guapa, misteriosa, singular. Creo que no recuerdo otra chica tan naturalmente perfecta. En su anatomía me perdí un par de veces. Por no hablar de sus ojos, donde sentencié mi acta de olvido. Ya no se acordaba de mí. Ya no me habla. Tampoco me hablaba antes. Pero ahora sé que es por iniciativa propia y no por timidez.

Rechazó con muy nobles gestos los piropos de otros brutos griegos, incluídos los míos. Pero era una mujer atenta, observadora, que supo mejorar los instrumentos que determinan las posiciones de las estrellas. Allí es el único sitio donde ya la busco. Y por ello no pude evitar regalarle mis últimas palabras. Alguien le escribía cartas con tinta, puño y letra.

Imposible saber si las lee. No sé como llegar a ella pero estoy seguro de que si lo leyera se daría por aludida. No sé si le ofende porque fue una época difícil. Supongo que sufrió por amor o que su cariño era inversamente proporcional al mío. El caso es que no sé quererla mejor porque no me sé sus gustos, ni sus sueños. Ni a corto ni a largo plazo. Sólo sé que para mí ganó algo más que un premio.

A cualquiera que se lo cuente no se lo cree. Me enamoré de una Hypatia. De una mujer guerrera. De éstas que no desvelan misterio alguno. Me gustó su silencio, el mismo que ahora me inspira. Me enamoré de una chica que enamora flojito. De amores difíciles. De dulzura enmascarada. De simpatía entrañable. De las que no quedan.

Menos mal que me queda su recuerdo, su idea. Mucho más bonita, más elegante que cualquier otra mujer que se cruzara por mi camino. Fue y es mi Hypatia favorita. Y lo peor de todo, o mejor. Que ella lo sabe.

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