domingo, 21 de diciembre de 2014

Un castillo

Elegancia en pijama, ella iba sentada en su carruaje tirado por dos grandes caballos blancos. Su pequeña nariz sostenía dos vías que la mantenían en la vida palaciega a su tempranera edad. Su carro sostenía el cuerpo enérgico de una princesa de dos años de edad. Su temperamento de sangre azul la hacía tirar las ofrendas que unos humildes siervos le servían con una amplia sonrisa. Era su forma de jugar. Era su forma de dar las gracias sin mediar una palabra. Su madre, la vieja reina, agradecía de corazón el gesto.
Más atrás estaba la pequeña bufona. La chica sonrisa. La rubia de ojos verdes. La que encandilaba al guardián de la puerta con sus habladurías. Contó como sus mejores amigas fuero
n liberadas por príncipes azules llamados médicos y se habían largado a un lugar mejor. Ella pintaba dibujos como una de cuatro años pero hablaba como una adolescente de quince. Su gotero la acompañaba como si fuera su perrito faldero y a veces se montaba en él para hacer carreras que ella misma recreaba. Contagia alegría y no había payaso vestido de enfermedad que la entristeciera.
Dos fieles guerreros del ejército del Rey, con el escudo de la corte por bandera, entrenaban horas y horas sus cuerpos para librar futuras batallas. Se medían en el campo de lucha que antiguamente utilizaba un tal Lázaro hace más de una semana. Se rendían en deportes y disparos en una Play de época medieval.
Por último, un humilde campesino rubio, atento, guapo, cariñoso, noble de corazón, transitaba las tierras del Rey buscando un hueco donde almorzar su pequeña hogaza de pan que había preparado su anciana madre a escondidas de las emperatrices enfermeras que deambulaban por palacio sin oficio ni beneficio. No pedía nada que no fuera seguido de un por favor, y lo pedía tal humildemente que entendí porqué la madre se saltó la inquisición panera de aquella época.
Era el mismo castillo de hace semanas, eran los mismos monstruos y dragones de maldades enfermizas, eran los mismos paisajes, los mismos goteros y la misma ropa. Inclusive el mismo narrador, pero contando un cuento de castillos con nuevos personajes principales. Ellos.

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