domingo, 21 de diciembre de 2014

¿A qué sabe el Alba?

Cada día que uno se levanta, cada vez que abres los ojos. La primera vez que tomas pie en la tierra o la primera vez que tomas consciencia de que respiras un día más, a lo que se añade,a su vez, un día menos.
A eso debe saber el alba. A café con tostada, a carboncillo difuminado en folio, a clase, a sueño, a autobús, tren, bici o cualquier medio de transporte que te mueva de donde estás a donde querías ir, y sí, a eso debe de saber el alba.
Al menos que se lo cuenten así a esos que conocen el alba a bata de hospital, a gotero, a medicina de ésta que sabe a adulto. El alba de allí debe de saber a comida de enfermera, a sábanas ajenas, a frío de interior. No me atrevo a preguntarlo, al menos no en el ocaso del día, que es cuando irónicamente veo yo el alba.
Pero más importante de a que sabe el alba, es saber como sienta. Y para todos allí, el alba del Martes de Hospital, sienta a juguete nuevo, a tiempo ganado, a sentimientos perdidos y encontrados. Sienta como se disfruta, sienta a ilusión, a gritos de felicidad no forzada.
Como hoy, que amarrada a una vía respiratoria siento al alba ante mí, le doy colores, una excusa con la que comenzar el día lejos de su cama, una sonrisa que quién me conoce no me la ha visto en 26 años de alba...
Y mirad como sienta, mirad como dibuja el alba, mirad como sin querer te dedica el alba de mañana. 
Mirad como sabe el alba...

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