domingo, 21 de diciembre de 2014

Mi más sentido bésame

Lamento profundamente la pérdida. Siento que se haya ido así sin avisar. Seguramente esté en un lugar mejor, en otra pareja, en otro amor, poco importa ya.
Siento que el odio que hubo se fuera de nuestras vidas. Todo sentimiento tiene su hora, y hoy le ha tocado a éste. Como en todo velatorio, a pie de urna pega contar qué hizo de malo el difunto, en el presente y en el ausente.
Nos acompañó en etapas de vida fulgurantes. De esas que se viven con intensidad angustiosa y con rapidez. Las que provocaron nuestros matrimonios de ex-parejas que con lágrimas de cocodrilos mantenían nuestra fe en misa de a doce, es decir, los cinco sentidos puestos con ilusión en un sitio dónde no queríamos estar, ni debíamos.
Le recuerdo jugar como un niño en campos del amor y cometer travesuras propias de su edad. Era un travieso, todo lo destrozaba, todo lo hacía añicos. Lo que mejor se le daba eran los corazones y el para siempre.
Y en la etapa adulta cuando se licenció en filología y redes sociales, y comenzó a escribirnos en indirectas todo lo que nuestros enemigos pensaban de nosotros. Todo lo que nuestras ex-parejas se atreven a decir años después de cuando verdaderamente lo deberían haber dicho.
Y ya por último, cuando se casó con celos. Cuando en el convite hubo barra libre de miedo y bailes de a uno. Cuando la venganza se emborrachó de cobarde y la fiesta acabó con la sinceridad al borde del coma etílico. Cuando la luna de miel fue la ruptura y su primera hija la desconfianza.
Y ya hoy, cuando murió. Cuando el odio dijo basta y hasta aquí hemos llegado. Cuando enterramos los errores, las ex-parejas, los celos, la desconfianza, las indirectas, las lágrimas; y empezamos a sentir de corazón todos los besos que nos hemos perdido por no conocernos en vida de odio.
Cuando empieza la vida y por fin la frase, "Mi más sentido bésame" empieza a cobrar sentido...
Cariño, ahí va, mi más sentido bésame...

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