domingo, 21 de diciembre de 2014

Chica Del Autobús Número 5

Ella actuó como si estuviera desnudada ante un extraño. Su posición era tímida en el asiento. Asiento que era su único respaldo seguro en esta conversación improvisada de dos desconocidos. Ella y yo.
Me pregunté como le habría salido el examen porque esta mañana jugaba en el autobús de ida con papeles rotulados en forma de apuntes. Me quedé con la duda de cómo se llamaba la chica de la línea de autobús número cinco. No supe cuántos hijos quería tener, ni cual era su actitud ante la vida o la vuelta, que quería ser de mejor, que se propuso hacer peor, que proposiciones hubo antes de subirse al autobús, que indecisión se reservó para el día después, que píldora anticonceptiva se tomó para evitar mi estado embarazoso.
Eligió de entre todos los asientos el mismo de esta mañana, el de la ventana grande, el del espacio reconfortante, el de salida de emergencia por si algo fallaba. El de ella y yo. Atisbó un principio de duda en mí, que me hizo reflexionar si verdaderamente este texto merecía realmente la pena.
Entre bache y bache, yo le escribía todo esto en su cara. Escribía en su cara, todo lo que no nos decíamos. Y ella sin saberlo, o al menos sin intuirlo. Lo peor de todo es que el tiempo jugaba en nuestra contra y el destino se iba acercando a cada vuelta de neumático.
Casi al final, una mirada curiosa a estos papeles. Porque ella también se preguntó que hacía el chico de esta mañana, escribiendo por la tarde, delante suya. Yo creo que ella también se preguntó porqué yo decidí elegir el mismo asiento.
Su aspecto era nervioso. Su mirada delatadora. Se había convertido en la desconocida con pinta de dispuesta y adornada con encantarme.
Dos palabras marcaban el final de una conversación entre ella y yo que nunca se produjo. Dos palabras sentenciaron unas miradas que evitaban cruzarse.
Dos palabras en rojo, parada solicitada. Se bajó de la línea cinco de autobús y ya no supe más de ella.
Al menos hasta mañana, que la vea subirse y elegir el asiento frente a mí, como una parada que rutinariamente se estaba convirtiendo ya como solicitada...
Mañana cuando te vea te lo escribo, chica del autobús número cinco...

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