martes, 2 de junio de 2015

Carta a Mis Compañeros de Máster

Me encantó conocerlos. Verlos sentados, ahí, cada uno en donde más se reconfortaba de la clase. Cada uno con sus mochilas, sus carpetas, sus gustos dispares. Me encantaron sus caras, sus gestos, sus dudas. Me encantó el primer, y segundo día, todos y todas analizándome, prejuzgándome, cotilleando sobre mí.

Me encantó más si cabe su curiosidad. La de todos y todas. Cada uno atacando a una parte de mi vida, de mi ser. Cada uno tocó una parte de mi corazón y ahí se quedó la herida, por siempre. No porque duela, sino porque cicatrizar lo vivido allí, no apetece. Esto merece ser recordado. Eterno.

Me gustó jugar como niños en sitios donde aparentemente no se correspondía. Me encantó colorearos vuestras vidas, tanto en exámenes como en caras de asombro. Me gustó muchísimo compartir experiencias, así como anécdotas. Me encantó criticar a aquellos que el dia de mañana, por desgracia, os tocará como profes, y me gustó más si cabe hablar de aquellos #HombresDeTrajeChaquetaYCorbata que nunca olvidaremos.

Me encantó trasladarnos a Siria, y pasar miedo con una niña de 4 años. Y hablando de niños, la de veces que sin salir del colegio visitamos la zona infantil de los #MartesDeHospital. Me gustó muchísimo ser piratas por un día, y batallar contra viento y marea aquellas funciones que tanto se nos resistían. Volvimos a ser críos, aún siendo los mayores del edificio, viendo dibujitos animados , y discutir matemáticamente si #ElNúmeritoDeIrene tenía sentido en figuras impensables.

Me encantó ser el fan número uno de otro que ama enseñar como yo, Fran. Me encantó poner caras coloradas en cuarto, sonrisas en segundo, rebeldía controlada en primero, y ser jefe de una tribu en tercero de anti-hombres de traje chaqueta y corbata.

Seguramente no fui su mejor profesor, ni conseguí sacarles sus mejores notas, e incluso a veces fui algo terco y aburrido. Desde aquí mis sinceras disculpas. No lo pretendí, aunque a veces no hubo más remedio que dar aquella ciencia de tiza blanca en pizarra verde.

Cosa que siempre evité pues, nunca me gustó hacer las cosas como los demás. Qué curioso, como diría alguna que yo me sé. Pues sí, lo soy. Lo fui. Porque me preocuparon todos vuestros problemas, todas vuestras preocupaciones. Aunque creo que me faltó tiempo para ayudaros. Creo que os debo horas. Tantas como prejuicios conseguí desmentir. Como aquel que dijo una mujer de traje chaqueta y corbata, la cual la mandé a callar con una #TeoríaDeLosCordonesDesatados que nunca se atrevió a preguntar.

Seguramente no me entenderéis a día de hoy. No os preocupéis, yo siempre estaré aquí para volvéroslo a explicar. Por algo quise ser maestro. Vuestro maestro de prácticas.

Lamento abandonaros así de repente. Nunca fueron las formas. Aunque sí lo que estaba previsto. Lamento no estar ahí, en última fila, con vosotros, con el que estudia tecnología en clase de matemáticas, con el que directamente ni estudia, cruzando los dedos para que lleguen las 3, el recreo, o lo que fuere para salir de lo que tanto yo echo de menos a día de hoy.

Sé que faltaron muchísimas cosas al irme. Pero hay dos cosas que siempre me gustaron e intenté dejar. La primera, los besos muy largos. La segunda,

Las despedidas muy cortas.

Hasta otra, ¡C-O-M-P-A-Ñ-E-R-O-S!

1 comentario:

  1. Gracias por todo alberto y perdon por las distraccipnes puntuales en clase. Haber si puedes ir a la fiesta el viernes a partir de las 5:30

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Escribe bonito...