domingo, 7 de junio de 2015

El Amor Más Bonito Que Se Ha Guardado Jamás



Siempre hubo algo que los unió. Las risas mezcladas con la niñez, actitudes frías casi hielo, y el alcohol juvenil entraban en su amistad, ya casi borracha de amor.

Siempre hubo una excusa, una intención, una opción azarosa, para que ambos estuvieran cerquita uno del otro tanto como necesario. Ya era casi droga para ellos. Mono de chutes de gestos, miradas y compañía. Era ya ella tan de él, y él tan suyo, que cualquiera que los miraba, por aquel entonces, se preguntaba porqué a veces lo obvio y evidente era tan difícil de provocación, de surgimiento, de sino.

Siempre jugaron juntos a esto de no quererse en exceso. ¿Amarse? Mucho, demasiado, pero silenciaron sus voces por pensar que no era ni los momentos ni los lugares oportunos. Cre que puedo decir que es el amor más bonito que se ha guardado jamás.

Siempre hubo tiempo para explotarlo en virtud de los acontecimientos y más de una vez se pecó de vivir el destino equivocado. Con ese sin querer queriendo, ese vaivén de emociones, la distancia se hizo dueña de dos corazones que nunca consiguieron besarse en algo tan ausente en sus vidas como por ejemplo la consolidación.

Siempre pagaron pues los platos sucios que se dejaron sin comer encima de la mesa de las intenciones, y a día de hoy, uno aquí escribe, apretando la punta de la pluma sobre el papel como si la fuerza sobre él pudiera solucionar aquello que siempre tuvo solución fuera de los ríos de tinta que tanto se escribieron uno al otro con miradas, notitas, mensajes…

Siempre los he visto extrañar al otro cuando la ausencia era prorrogable a plazos. Siempre ahora, me la imagino entristecer con el móvil en la mano. Llorar en un suspiro. Gritar de dolor por un silencio. A él, huir lejos de su futuro, el que todos desearíamos, poner el pasado en nostalgia y enmudecer el amor que tanto necesitaba ser hablado.

Siempre se pidieron, en la medida de lo posible no hacerse daño. Siempre, aunque ya no se toquen, se besen o se vean, van a ser, para mí, y para muchos, el amor del otro.
Siempre van a quererse, pues nunca vi un amor tan callado, tan poco consumido.
Siempre van a recordarse como aquella pareja que apostó por amarse como en otros tiempos. De manera diferente. Originalmente como sólo ellos sabían amarse.
Siempre porque ambos quisieron volver a aquellos años con la experiencia, la madurez, y el complemento de tiempo que nunca descubrieron. El que da comienzo a todos y cada uno de los párrafos que componen este texto, y que expresa la de veces que me gustaría tenerlos ahí, otra vez cerca de mí, escribiendo en mi retina, en mis recuerdos, la historia de amor más bonita que se ha guardado jamás: Siempre.

El amor de dos compañeros míos que me enseñaron que el amor, a veces, es así de jodidamente maravilloso.

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