viernes, 12 de junio de 2015

Nunca Se Dijeron Te Quiero


- ¿Me Quieres? - dijo ella después del beso. - Sé sincero, ¿me quieres?.

Él se acomodó de la postura tumbada que tenía, se acercó a su cara, le miró a los ojos y le dijo:

- Te quería. - y se hizo el silencio en la parcelita de parque donde estaban los dos sentados disfrutando de la agonía de la primavera. Que ya acababa. 
- Te quería poquito.- siguió él.- Comparado con lo que te quiero ahora Julia.
Julia sonrió y le propinó un beso corto, aunque muy sentido. Él sin embargo no. La agarró de las manos fuertemente y su rostro entristeció.

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Julia se lo preguntó a conciencia. Llevaban diez años y cinco meses de relación. Era una pareja perfecta. Sus amigos y allegados los envidaban por la fuerte compenetración que había entre ellos. Eran tal para cuál, dos piezas de puzzle que encajaban a la perfección.

Pero en esos diez años largos, nunca se habían dicho te quiero. Cuando tenían catorce años, medio en serio, medio en broma, se prometieron nunca decirse te quiero. Lo sellaron en un papelito, y lo guardaron en una caja de madera roja en forma de corazón que conservaba Julia en su escritorio. Sólo había un motivo para romper ese pacto, solamente uno.

Les pasó, que cuando cumplieron los veinticinco, estaban locamente enamorados uno del otro. Empezaron a salir de novios sin prometerse en palabras. Sus primeros besos, salidas al cine, agarrarse de la mano, presentarse a los familiares, pero jamás se preguntaron si se querían.

Los hechos eran tan claros, que la respuesta se daba por entendida. La pregunta sobraba. Aquel día del parque Julia no estaba bien, y quedó con Marcos por la tarde para pasar la tarde al fresco de la sombra de los árboles frondosos del parque.

Preocupada tenía un secreto guardado que ni si quiera Marcos sabía. Secreto que se destapó cuando ella preguntó si la quería. Pues sólo había un motivo para poder preguntarse esa tn corriente pregunta de enamorados.

Marcos la agarró de las manos fuertemente y su rostro entristeció.

- ¿Te mueres? - preguntó él contrariado.
- Sí, Marcos. Me han diagnosticado ELA. 

ELA es una enfermedad que poco a poco te paraliza el cuerpo, empezando normalmente por las piernas, subiendo hasta el pecho, dejando a los pulmones inúltiles para oxigenar. Un viejo amigo y doctor de Julia la describió como una vela que se consume hasta apagarse la llama. Éso era ELA. Éso fue lo que rompió la cajita del escritorio en mil añicos.

- ¿Por qué no has dicho nada antes Julia? - dijo él entre lágrimas.
- Porque... te quería. Y porque te quiero.

Ambos en el parque se abrazaron. Julia le secó las lágrimas que corrían por su cachete. Lo besó. Le miró a los ojos y valientemente le dijo:

- "Te Quiero" es lo más bonito que he guardado y conservado contigo en una caja roja, Marcos. Te Quiero es lo que más me apetecía hoy escuchar. Hoy, el mismo día que he empezado a dejar de sentirme los dedos de los pies...

Marcos hundido e impactado por la situación no supo reaccionar. Aún angustiado y mirando a Julia, sonrió, quizás por inercia de lo que acostumbraba cuando lo hacía, pues no le apetecía sonreir en aquel momento.

- ¿Nos vamos a casa? - dijo ella con tono cariñoso, casi de madre. - Te tengo una sorpresa Marcos...

(Continuará...)

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