martes, 30 de junio de 2015

Idiota


Cada día intentó compensar su falta de carisma, con su sobrada verborrea. Todos los días, un poquito, se sentaba a las órdenes de un lápiz y escribía lo que se le pasaba por la sesera. Más de una vez tuvo que hacer un tachón, a veces, del tamaño del folio.


Con lo cual, hubo cosas que nunca llegaste a leer y entonces ya la curiosidad que te provocó estas palabras te da esperanzas para ver si algún día, él, valiente, se atreverá a contártelas.

La esperanza es el único valor que sustituye al miedo. Y él en cada punto y final buscaba precisamente lo primero. A veces pidió besos, otras abrazos, otras, simplemente, atención, cariño, afecto. En ninguna creo recordar que pidiera amor por pena. Aún así se conformó. Menos es nada.

Siguió y siguió, aunque hubiera exámenes por medio, veranos tremendamente atractivos para olvidarse, pero su cita con la hoja en blanco era tan importante como las que nunca le concedías.

No es justo,para ti, hablar de amor, pero sí es cierto, que en cada palabra se mimó el detalle. Él lo estaba, y quién lo leía lo sentía. Estaba enamorado. Cuando vio que el miedo se apoderó de tus labios, que ya eran besados por tu esperanza de olvidarlo, él le escribió bonito.

Pues eso es una forma de amor, idiota.

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