martes, 9 de junio de 2015

Intención y Casualidad


Se sentó delante mía. No sé si provocando pues uno ya no sabe distinguir la casualidad de la intención. De mientras, el autobús pegaba frenazos en cada encrucijada del camino, ¿irónico, no?

El pelo suelto hasta media espalda le molestaba pues hacía una temperatura contraria a las pretensiones,éstas tan frías, tan apagadas ya desde invierno.

Se recogió en una cola alta su larga cabellera. En cada vuelta de gomilla, sus puntas rozaban mi espacio vital. No me molestó pues siempre he querido compartirlo con ella desde que se cruzó por primera vez conmigo.

Tampoco supe si eso fue intención o casualidad. Y nunca lo llegaré a saber. Ella siempre se bajaba del autobús antes que yo. Siempre el que se queda solo soy yo. Y ya eso viene siendo más casualidad que intención.

Cuando mi mirada se pone a su altura siempre sonríe mirando al suelo mientras sigue caminando a su destino. Y ahí si hay más intención que casualidad. 

El caso es que ella siempre sigue siendo la misma coincidencia de todos los trayectos. Yo siempre tengo la misma intención. Ella casualmente se baja antes que yo. Yo insisto siempre en querer el último.

Ella, la chica del autobús número cinco, siempre le brinda a la casualidad un toque de incertidumbre.

Yo, sin embargo, siempre acabo escribiendo de ella. Nunca se lo preguntaré pero, algún día, cuando me lea, le diré que nunca fue casualidad. Que siempre hubo intención.

Que siempre quise quererla.

Que siempre la intención estuvo ahí. 

Que siempre la casualidad fue provocada. Como siempre que hay alguien que te quiere...encontrar.

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