jueves, 23 de abril de 2015

Todo en Cajas

Hoy nos mudamos amor. Tenemos el corazón alquilado, pagándolo a plazos prácticamente para haber si llega el día, el momento, la situación que tu destino decida comprar el mío. Estamos decididos y no hay vuelta atrás, hoy nos cambiamos de lugar, de paredes, de cama. Hoy por fin vamos a dar el primer pasito pa’ conocernos.
La mudanza es un proceso en el cual todo lo que estaba escondido detrás del orgullo aparece con la misma intencionalidad que el polvo de detrás del mueble del salón. Y cómo buen arrendatario, tanto en la mudanza como en el amor, las cosas siempre hay que dejarlas como te las encontraste.

Así que hemos decidido poner todas las cosas en cajas. Empezaremos por las cosas que fueron siempre de los otros. Ahí van la razón, el mando de la tele, las cortinas del salón. Los caprichos, la hucha con forma de cerdito con ahorros en común, el lado de la cama más calentito, la única almohada, las tres cuartas partes del ropero, los celos, todos los “no vuelvas a hacerlo más” y todas esas frases que empiezan por “es que”.
En la caja de las cosas que están por estrenar pondremos la paciencia, el futuro, las páginas amarillas, el lápiz blanco. Todos esos besos con formas de “te perdono”, las muñecas de nuestra primera hija, los miles de pseudónimos que les pondremos a nuestros nombres. Nos falta meter los viajes juntos, la boda, el convite, el viaje de novios, la vida en pareja.

Ya que estamos tráete la caja de las cosas que me gustan de ti. Métete ahí, si puedes, la sonrisa que es lo que más ocupa. Ya después hazle un hueco a tu comprensión, tu cariño. Los ojos déjalos por encima, a la vista, y guárdale un sitito a tu instinto de madre, de mujer, de enamorada.

Ésta última caja de aquí déjala vacía. Nunca sabe uno de qué se puede seguir enamorándose de ti. Porque además aquí lo que se pretende es que esta sea la última mudanza y la definitiva. Que la compañía sea resultado del confort de una pareja estable, y que la hipoteca aparente ser más barata entre abrazo y abrazo no cotizado.
Si hay que amarse en negro se ama. A día de hoy rendirle cuentas al estado de ánimo, al laíto tuya, no merece ni la pena planteárselo. Cuando se quiere, contribuir es lo de menos. Lo importante es atribuir. Y aquí en el reparto de intenciones hay que ser lo más justos posibles.

Así que vamos a hacer un trato. Ocúpate tú de decorarnos la vida, la casa, la cara, la fortuna, el miedo, que ya me ocupo yo de estas últimas cajas que quedan.

La caja de las cosas que aún me quedan por escribirte.
La caja de las cosas que nunca imaginé encontrar.

Y ahí estabas tú. Todo encaja…

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