sábado, 4 de abril de 2015

Fresas Con Chocolate

Qué fácil es decir que me gusta tu pelo rozando mi piel, tus pupilas mirándome el sentimiento. Que me gusta tu olor dormida y el sabor que desprende tu compañía en cama.

Que te gustan las letras que salen del alma. Las palabras que salen por y para ti. La sonrisa del feo, tonto, enamorado. La mala lengua de la puñetera fortuna y el mal decir de un desgraciado como yo.

Qué nos gustan las fresas con chocolate, el beso que muerde. La ropa esparcida por el suelo y el frío que obliga a abrazarse.

Nos encantan los madrugones remolones, la ínfima caricia sin querer. La timidez en cara. Nos mola, y aquí, dime si me equivoco, nos mola enamorarnos del o la que no quiere. Nos gusta ir buscando el amor en aquel rinconcito donde nunca está.

Nos encantan los besos que no nos dan. El desamor nos inspira muchísimo más si cabe que el cariño, y nos da hasta cierto morbo imaginar que somos capaces de revertir la situación.

Ni te imaginas que este texto va por ti, y lo difícil que es no nombrarte en mitad de tantas frases. Ni te imaginas lo difícil que es describir lo que nos gusta juntitos, y lo difícil que se hace cuando el cuenco de fresas con chocolate que está en la nevera está aún sin probar.

Ni te imaginas lo difícil que es escribir de amor cuando a nadie, aún, has enamorado para la eternidad.
Ni te imaginas lo difícil que es quererte.
Y peor aún, ni te imaginas lo difícil que es olvidarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...