lunes, 2 de febrero de 2015

Conócela


No te canses de decirle te quiero. No lo repitas porque sí. Siéntelo. Dile te quiero mirándole al iris de color. Sé sincero. Mírale a la cara y dile que la quieres. En mitad de un paseo, en una cafetería, en un día gris, párate un momento y dedíquele a esa un te quiero que no se espere.

Demuéstrale que mereces su confianza. Que en ti puede confiar tanto como besar. Que amarse es algo más que contacto. Que quererse es algo más que abrazos.

Quiérela como si fuese la última porque aunque no lo fuese, no se merece ser prejuzgada como la que se irá. Quiérela como mujer, como amiga, como compañera de viaje. Quiérela como madre porque el día de mañana será la de tus hijos.

Agasájele. Hazle detalles. No los compres ni los vendas al mejor postor. Evite lo material. Tire de gustos, de chocolate, de imaginación. Póngale un post-it en el frigorífico diciéndole porque la quieres hoy. Ella se levantará con una sonrisa.

Porque eso es otra. Hazle reír. Hazle reír hasta tal punto de que se olvide de qué era llorar. Y hablando de llorar, jamás te permitas el lujo de ser culpable de empañar su mirada.

No olvide que ella se mira al espejo antes de salir. Así que no olvide decirle guapa al coger las llaves e irse. No se lo digas por decir, es que lo es, y dígaselo con firmeza. Hazle ver que estás con la chica más guapa del mundo.

Por último, no la abandones. No la dejes ir. No la olvides, aunque ella se empeñe. No seas estúpido y la dejes escapar, pero sobretodo una cosa, y quizás sea la primera y más importante. Conócela. 

Sí, conócela. Date el gusto de conocerla, de ver sus virtudes. Mire que le gusta, que le disgusta, que sueña. Conócela día a día, qué espera de ti, de la vida. Conócela. Descubre qué puedes hacer por ella, qué necesita.

Conozca a tu vida porque ésta tiene nombre de mujer, y merece ser conocida.

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