sábado, 19 de septiembre de 2015

Nos Mentimos de Verdad


Nos mentimos. Te dije que eras la más guapa de tu ciudad y no, no es verdad. Porque la belleza es tan subjetiva como mentirosa. No eras la más guapa, ni la más simpática. No fuiste un capricho mío de días como pareció. Te engañé, porque te dije que estabas por encima de la belleza de todas las que por allí paseaban. Y no. Te mentí. Porque no eras la más guapa del lugar sino la más guapa de cualquier lugar. Se me quedó corta la verdad, tanto como la semana. Me engañabas porque tus miradas me prometieron ganas. Que tus actos y tus maneras me daban interés. Y nos engañamos, creo que sin querer.

Te dije que te escribía cada noche lo que no me atrevía a contarte pero no era verdad. Hice verdad mis delirios y fue una mentira tras otra. Y créeme que lo lamento. Dio la sensación que en ésta, la verdad fue contada a medias. Porque te dije que te escribía cada noche pero no te advertí que te seguiría escribiendo aún no teniéndote. Y no. Que no te escribía por las noches. Sino por el día. Por el día escribía todo lo que me enamoraba de ti por las noches. Fui un amante madrugador de tus miradas nocturnas. Y tu una lectora oculta y tardía. Porque llegas tarde a todos esos textos que tanto te correspondieron, que llevan tu nombre, pero que nunca los quisiste como tuyos. Nos engañamos pensando que el amor escrito vencería al amor callado. Y éste al final se quedó escrito pero mudo.

Te mentí. A ti, a tus labios y a tus besos. Porque me sinceré delante de ellos contándoles una y otra vez que quería ser su amigo cuando en realidad lo que quería era besarlos. Quería salir con ellos y que me vendiesen un futuro aunque fuera mentira. Quería quererlos como algo más que amigos. Sentir en tu boca el silencio de lo besado. Y me engañabas. Porque si de verdad los querías podrías haberlo pedido con algo más que ojos, que yo te los hubieras dado con algo más que con deseo. Un abrazo, un beso, una vida. Porque en ese mismo momento me daba igual lo que se prometiera si era todo pedido desde el corazón. Pero nos mentimos. Porque dijiste que lo sentías y no era verdad. Y yo dije que no importaba pero estaba derrumbado.

Te mentí. Porque no te lloré en la despedida. Fingí una alegría que no me correspondía. Pues al verte llorar me escudé en que lo único que me prometía era verte feliz. Y no quería que mis lágrimas te incitasen más a pensar que seguía engañándote con lágrimas de cocodrilo. Nunca te vi feliz cuando me acercaba. Nunca te vi preguntar por mí. Ni antes ni ahora. Y me engaño pensando que un día lo harás.

El caso es que nos mentimos mientras más debimos sincerarnos. Tú diciéndome que nunca. Mis sentidos vendiéndome un para siempre. Todo lo que nos dijimos fue mentira. Pero el caso es que nunca lo hablamos. Luego no hubo oportunidad de mentirnos.

Y seguimos engañándonos a nuestra manera. Y lo seguiríamos haciendo si algún día todo, se hace verdad. Vernos, besarnos, querernos. Pero de verdad.

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