martes, 22 de septiembre de 2015

Miriam


No sé que haces aquí. Tú, la que siempre le había dado igual cuando tu nombre salía de mis labios. No sé que haces aquí, tú, que siempre te había dado igual todo lo mío. Que tan bien aparentabas nada.

Si ni si quiera viniste cuando de verdad te llamé. Tú, la que nunca se molestó en conocerme más allá de mi nombre. La que mostró más miedo que cariño. Más pena que curiosidad. Aquí andas, pidiendo un poco de protagonismo. Haciéndote partícipe de lo que menos te correspondió.

Que buscas aquí si nunca te dio por encontrarme. Porque sabías que si me buscabas me encontrabas. Y sabiéndolo no quisiste querer. Que culpa tengo yo si te avisaron de que tu nombre estaba, que podrías darte tan aludida como olvidada.

Quién soy yo para ponerte aquí colorada si nunca te sonrojaste cuando a la cara rechazabas toda posibilidad de afecto. Quién sabe quién soy yo si ni si quiera te molestaste en conocerme. Si ni si quiera me conozco yo.

Y quién eres tú para decirme que no debí enamorarme. Si algún día te diera por querer un nombre sabrías que eso no se elige. Que yo no te elegí. Que no formabas parte de mi plan y que aún así me arriesgué a sentir lo que no había previsto.

Yo no quería nombrarte. Porque si hubiera puesto Paula, Carmen o Adrián hubieras venido igual de indiferente. Pero un poquito menos aludida. Porque nunca antes nos dio tan igual el nombre. Nunca antes nos dio igual los sentimientos, si lo único que nos importaba era el miedo que nos dieron años atrás. Si hubiera puesto Lidia, María o Miguel, hubieras callado lo mismo que si lo hubiera dejado con tu nombre.

Y es que nunca quise ser otro nombre más a tu lista de todo lo que te dio igual. A mí colócame en aquella de todo lo que perdiste. No digo que fuera de lo mejor. Pero si de los pocos que no te besó y te soñó.

A mí méteme en aquellos que se dejaron engañar por tus ojos. De los que te acariciaron el pelo como nunca lo hicieron. Porque yo no quería ensuciar sábanas contigo sino quitarlas y ponerlas.

Que yo no quería. No quería encapricharme de ti. Ni quería poner tu nombre de título. Ni dedicarte otro escrito cobarde. Yo sólo quería enseñarte como sin utilizar la palabra, se puede hablar, ya tarde, de amor, 

Miriam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...