miércoles, 16 de septiembre de 2015

Amar de perfil


Somos una sociedad de etiqueta y maquillaje. Y no lo digo por las falsas apariencias y el postureo social, qué también, sino por los prejuicios y el qué dirán.

Vivimos en un completo caos guiados por modas tan absurdas como besarse sin sentir y querer sin querer. No vengo a convencerte de que amamos mal. Vengo a decirte que amamos peor. Que ya no es que no se quiera, sino que encima, no te quieran. Porque parece que nos hemos propuesto ser asentimentales.

Lo de ser amigos ya no se lleva. El detalle entre personas ya queda prohibido. No existe el altruismo en el amor. A todo le ponemos por qué. Siempre creemos que debe de haber una intención más allá que la de agradar o sacar una sonrisa. Y siempre nos lo llevamos todo a la cama. Pero todo todo. Con más asiduidad de llevarnos lo que nunca merecieron nuestros labios. Y a las semanas te ves ahí recordando la noche loca que te hizo pasar ese que ahora duerme en cama de otra. Y la culpa al detalle. Siempre.

Aquí ya las cosas no se hacen porque se sientan, aquí ya no se hacen por miedo a que te vean. El amor a tu pareja lo hemos convertido en algo tan íntimo que apenas se aprecia. Aquí lo que cuenta es que te vean amar de perfil. Y no me refiero a hacer la cucharita en la cama. Aquí nos gusta amar de perfil de facebook, de perfil de instagram, de perfil de twitter.

Ahí si que somos unos auténticos profesionales del amor y viceversa.

Que sí, que amamos de frente francamente mal. Pero peor aún es cómo nos dejamos querer. Tenemos millones de excusas en nuestras boquitas en forma de piñón cuando decimos no. Y eso cuando lo decimos.

Porque a veces sólo basta tener un detalle tonto con alguien que no tiene ni por qué ser intencionado de enamorar, y a la primera de cambio salen huyendo de tus vidas, desaparecen del mapa, pensando que le estabas tirando los tejos o directamente el anillo de boda junto con la ecografía del primer bebé.

Le tenemos miedo a eso de depender del corazón. De ser correspondidos sin pedirlo. De ser queridos sin explicaciones. Tenemos miedo a que nos quieran sin condiciones. Sin letra pequeña. Tenemos una crisis de sentimientos de frente a frente. Aquí sólo importa la foto. Sonría. Más tarde te haré el amor. Adiós.

No nos dejamos querer y eso es tan preocupante como quererse mal. Porque nos duran los aprecios lo que nos dura un rato. 

Amar de perfil es lo que tiene. Que es tan reemplazable como instantáneo. Tan efímero como el detalle. Ya olvidado.

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