viernes, 31 de julio de 2015

Después del Te Quiero


Proponte darle abrazos. Solamente a ella. Muchos abrazos. Tantos como pidiera. Nunca obligados. Abrazos con sentimientos. De estos que se quedan como unos segundos atónitos. Donde se abraza con más fuerza. A veces sin sentido, pero con mucho sentimiento.

Moléstese en cuidar el vocabulario de los te quiero. Siempre éstos, que sonaran diferentes. Pero que se dijeran. Porque a ella siempre le gustaba escucharlos. Cuide las palabras habladas tanto como las escritas. Las olvidadas como las inolvidables. Intente ser sutil dentro del desenfreno amoroso. 

Enana, mi pequeña, princesa, el amor de mi vida, guapísima, mi niña. Flor, mi reina, cielo, vida. Guapa, simpática, cariño, peque. Y así todos los apodos de buenos días que se pudieran dar en tantos amaneceres de compañía. Pregúntele como ha dormido. Qué ha soñado. Llévele la bandeja del desayuno a la cama. Zumo de naranja. Un beso en la mejilla. Mantequilla. Una tostada. Otro te quiero.

Saque a relucir la sonrisa más tonta del mundo cuando ella le mire. De par en par. Bien curvada. Que ella se sienta culpable de tanta felicidad en su rostro.

Por la calle, cuando ella vaya por delante, agárrala por sorpresa por la cintura, bésale la oreja. Dejar que la melena vuele por las cosquillas. Espere el golpe de efecto. Bese en boca si ella lo pide con la mirada.

No se olvide del cuello. Y de los lunares. Recorra su cuerpo en busca de ellos. Muerda cómo ya se dijo en otra ocasión. Sienta. Que la pasión sea superficial. En piel. Y que el amor se intrínseco. Que las cosquillas del aire antes del beso sean de las de vello en punta. Utilice el calor corporal y el hielo según la estación de quererse.

Olvide el tiempo, el reloj, las formas. Deje el móvil encima de la mesa y corra a su casa a buscarla. Déjese de tanto Whatsapp, mensaje directo o Instagram. Vaya a su casa y llore con ella si está mal. Toque el timbre. Siéntate con ella en la cama. Consuele en cuerpo y alma.

Susúrrale la envidia que tienen otras por ser ella tan guapa, tan inteligente, tan elegante. Súbele los ánimos sin mentiras. Pues tú la ves así de espléndida. No estás inventándote cuentos. Ella no quiere escuchar 'lo siento' o 'no volverá a ocurrir'. Sólo quiere oír 'te acompaño' o 'qué hacemos hoy, mañana, siempre'.

Por último, dele las buenas noches con el mismo cardinal que los buenos días. Ame. Sobre todo ame.

Pues eso es todo lo que tienes que hacer después de que ella te encuentre. 

Todo lo que hay que hacer después de su 'te quiero'.

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