jueves, 9 de julio de 2015

Un Final de Dos Palabras


Supusimos que el destino compensaría. No quise, o no quisimos forzar la relación pensando que tarde o temprano el beso llegaría sin incitarlo.

Tuvimos miedo a perdernos por presiones que en realidad nunca se provocaron. Fuimos así. De correctos. De raros. De soñadores. Sí, soñé. Reconozco que soñé. Que como pude, me quería meter en tu habitación y no sólo mediante sonrisas de crochet.

La historia empezó con tus ojos claros en mi oscura sonrisa. Nadie jamás lo supo. Pero nos gustamos tanto que nos reservamos para nosotros nuestros sentidos. Cada latido lo ocultamos bajo piel, a buen seguro de que algún día sería devuelto a amores. Aunque ya lo sentidos los teníamos, uno en el otro.

Me divirtió verte sonreír, compartir gustos, reconocerte en una canción, velar tus noches en un chat, jugar contigo a ser lo que temíamos nombrar, pareja.

Mi historia contigo fue muy bonita sin tocarnos a penas la piel. Fue la primera vez que estuve enamorado sin necesidad de besos. La complicidad y el humo de tu cigarro mezclado con palabras, bastó para que fueras la chica de mis sueños.

Pero presos de dejar la valentía al destino, un día perdimos el contacto sin sabor de ti. Y sin saber de ti también, nosotros nos metimos en una ausencia que quizás no la notamos por la ilusión de volvernos a ver, tan convencidos porque fuera a ser así.

Pero fue en ese momento cuando te volví a ver, cuando, con una frase sentenciaste nuestra historia de amor.

Un chico estaba a tu lado, tan atento a tus labios como lo estaba yo. Unas gafas ocultaban los iris que más me incitaron a escribir, tus ojos claros, y dos palabras que salían de tus no besados labios como una daga hacia mi eterna pasión. Dos palabras que me dijiste.

Mi novio.

En esas dos palabras te perdí sin saber que nunca te tuve. Ahí fue donde me di cuenta de que no sólo nunca te besé sino que ya nunca te besaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...