jueves, 2 de julio de 2015

Vuelva a Morder


Siempre queda la duda de si faltó o se necesitó más después del primer beso, por eso al empezar siempre se dieron dos besos. Siempre nos preguntamos si la cantidad de éstos fueron suficientes. Y se siguió besando, miedosos a quedarse cortos, salados. Sin embargo, se dudó si el dulzor de tus labios, es culpa del ron con el que acompañabas mis tan provocativas peticiones o fue el primer te quiero lo que empalagó la situación.

Si no se quiere, insista. Provoque, pues es lo que más le gustará de tu perseverancia. Si besa por fin, usted vaya un paso por delante, y muerda. Ya al final del dolor se encuentra el deseo. A partir de ahí, relama con gusto la victoria de tenerlo sometido a tus encantos. Ya le has ganado la primera batalla a sus inhibiciones. Ya pequen sin reparo, sin vuelta atrás.

Por la noche todo es más íntimo. La oscuridad de la habitación da una oportunidad al desenfreno y tú, oculta, sabes moverte con sigilo por su abdomen, derechita a su punto débil, los sueños.

Desvista, desordene el caos que provocó tu entrega pues ya estáis a puntito del clímax en pareja. Si intentaba escapar a por una prenda de las que se perdieron al principio de la media noche, castigue con caricias, con besos que parezcan susurros en su piel.

Vuelva a morder. La sorpresa es un producto de alto coste y de tremenda sensaciones, interpretaciones, formas, sentidos.

Si el chico no se ha dado cuenta de la mujer guerrera que tiene delante, encima, o al lado, entonces dígale amor un par de veces y que lo interprete como bien quiera su cordura.

Si algo hay que se escapa de toda lógica en cama son los bocados que nunca se dieron. Aquí decir "te quiero" es morderse el cuello; "hoy tengo ganas de ti", atacar la oreja como si no hubiera mañana; "me apeteces", es morder por encima del labio.

Si hay algo que realmente nos gusta son la cantidad de cosas que mordéis poquito, como por ejemplo, los "te quiero", los "mucho", los "para siempre", pensando que nunca se convertirán en "por ti".

Pero mucho más nos gusta cuando se sienten, en las manos apretando con fuerza, en los besos queriendo ser eternos, en tus ojos mirándonos como os decimos

¿Me das un par de besos?

Y vais ustedes, y en vez de dárnoslo, acaba todo en el principio de este texto:

"Siempre quedando la duda de si faltó o se necesitó más después del primer beso, por eso al empezar siempre se dieron dos besos..."

Con lo cual: Vuelva a Morder.

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