domingo, 15 de marzo de 2015

Una Mujer Con Mil Y Una Razones


Tus delitos en cara han cautivado mis sentidos. Me tienes en pecado capital mirando todo lo que adorna tu cuerpo. Estoy deseando tocarte todas y cada una de tus faltas de piel que se deslizan por tu cuello, decoran tu pecho, visten tus hombros.

Las he oído gritar, pidiendo clemencia y perdón, pero te digo, cariño, que no hay suficientes motivos para indultar tanta belleza. Has pecado desde que llegaste. La sonrisa te delató y el rosa de tus labios dejó una marca con forma de corazón en la camisa, hasta entonces impoluta, de mi esperanza.

Todas ésas tienen la culpa de que hoy, por fin, serás condenada. Han sido culpables de mis deseos, de mi descontrol, de mi enamoramiento. Tú has tenido la culpa de desprenderte de tu ropa en mis sueños, desnudar tu cuerpo y mostrar tus antojos a éste que estaba sediento de inocencia.

Estoy enganchado a cada punto de tu piel, a cada marca de belleza que bordea tu cintura, a cada una que figura en tu espalda.

Me he enamorado de una mujer con mil y una razones. De una mujer con mil y una excusas para ser besada. Con mil y una dianas donde posar los labios, mil y una zonas donde acariciar con las yemas de los dedos.

Me he ido a enamorar de una mujer con pecas. Y todos los días me pregunto cuántas dejará sin besar el que la tiene hoy como suya.

Porque pienso esperar a esa mujer de mil y una razones, por la que tanto voy a pecar.

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