sábado, 5 de diciembre de 2015

Gamas de Abrazarte


A veces lo que importa no son las formas. A veces lo de menos es el cómo. Importando siempre más el fin, que en ciertas ocasiones, justifica los medios. A veces he sentido la necesidad de plantarte un buen abrazo, de estos largos que duran un dato. Esos que dan una cifra entre te quiero mucho y no te vayas. Y esperar ahí juntos a ver si pasa algo. O a ver si no pasa, pero que se quede ahí un ratito. El tiempo que da pa' antojarse otro. Porque lo importante no es cómo se da, sino como se recibe, pero sobre todo como se repite.

Por eso tengo una gama de abrazos guardados en mi cartera, por si un día, a parte de dinero, me pides cariño. Por si un día, a parte de palabras, me pides gestos. Porque abrazar se puede abrazar de muchas maneras diferentes. Pero dejarse abrazar, eso ya es cuerpo de otro ser. Harina de otro costal. Amor de otro comensal.

Abrazarse es venderse. Dejarse querer. Amarse por completo. Dejarlo todo amado y bien amado. No hay abrazos de Judas, ni abrazar por abrazar. Aquí no se engañan cachetes. Aquí si se abraza, se abraza bien. El contacto es vital. El contacto es aprecio.

Querer repetir un abrazo tan fuerte es quererse con ganas. Dejarse todas las vergüenzas en la percha y disfrutar de todo el amor que viene a darte aquella persona que con una sonrisa y unos brazos abiertos de par en par piensa darte un bofetón en ese sentimiento que lo tenías algo perdido: la locura. Quererse fuerte es abrazarse sin medida. Volcar tu cuerpo en el del otro y saciarse de la fuerza y energía de aquel o aquella que con un gesto acaba de darte un chute de adrenalina a tus sentimientos. Después de eso viene un beso. Sincero. O un te he echado de menos. De esos de verdad.

Pero no hay nada como abrazarse despacio. El querer lento. El saber disfrutar de cada roce entre tu piel y la mía. No hay nada como disfrutar el momento. El 'aquí estoy' en forma de envolver todo lo que quieres cuidar. Porque a fin de cuentas es enlazar aquella o aquel que te tiene enviciado a estos gestos que si repites es por puro amor, y no por vicio.

Si se quiere, que se abrace. Si se quiere, que se sienta. Que se repita. Porque no hay nada como quererse en brazos de otro. No hay nada como sentirse protegido por alguien que hacerte daño no formaba parte de su gama de abrazos. Tú puedes querer que te abracen. Puedes ir y buscarlo. O dentro de lo que cabe pedirlo. Exigirlo o demandarlo. Abrazarse no es cuestión de fe sino de ímpetu. Dejarse abrazar es lo único que aún no sé como te sienta.

Y aquí declaro mi guerra particular contra todo tu cuerpo. A partir de hoy los besos van a ser secundarios. El amor en cama ya estaba pidiéndonos uno de éstos. Ya ningún 'te quiero' irá tan vacío de gesto. Ahora voy a ir a buscarte la cintura con mis manos.  Tú puedes decir lo que quieras. Pero yo tengo gamas de abrazarte. 

Y todas, óyeme, todas, las pienso utilizar.

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