martes, 3 de noviembre de 2015

Estás para comerte


Mañana no. Mañana no me dejes con las ganas, por favor. Mañana aparece. Déjate caer por allí por donde solíamos devorarnos. Mañana ven. Que si vienes yo no me pienso ir. Que si vienes, te vas a arrepentir de haberte ido la última vez. Mañana quédate. Que si te quedas, te vas a enterar de lo que vale un siente.

Porque estás para comerte con la vida. Porque a mis ojos se le han antojado todas tus curvas. Que a mi mirada le falta tu presencia. Que mi olfato pide tu perfume a cada bocanada de oxígeno. 

Es que estás para comerte. Sí, tú. La que siempre aparece por allí como quién no quiere la cosa. Tú, la que se va sin ser besada. Mañana no me digas que no vas a venir. Porque mañana tengo ganas de ti. Pero mucho. Porque si de algo quiero mañana es de comerte con los ojos. De sentirte, aunque sea ese ratito, cerca. Muy cerca.

Mañana, aunque sea sin querer, dale a la casualidad la oportunidad de ser provocada. Mañana intenta coincidir conmigo en tiempo, en lugar. En todo menos en intenciones. Porque yo voy un paso más allá que tú. Porque tu estás para comerte. Yo estoy para, otra vez, dejarme convencer por un cuerpo de mujer. 

No me creerías si te dijera que sí. Que sí. Que estás para comerte, y que todo ésto va por ti. Por esa chica que veo dos minutos en un día de la semana. Por esa mujer que me apetece cada Martes conocer. Dime mañana que vas a estar allí esperando. No a mí. Simplemente esperando el momento, el día, la oportunidad, el tren.

Porque si mañana no te veo en aquel andén, tendría que esperar una semana más para lo único que, de momento, quiero hacer.

Ojalá mañana te vuelva a encontrar.

Porque estás precisamente para éso. Estás para volverte a ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...