viernes, 13 de noviembre de 2015

El Amor No Existe


Schopenhauer defendía que la voluntad obra sin motivo. Que la voluntad no se encuentra sujeta a la causalidad, el espacio o el tiempo. Dicho de otra manera: que ésto de desearte con los ojos cerrados es más un acto de convencimiento que de efecto. Que ésto de querer es más altruísta que paradigmático.

Ningún amor es un modelo a seguir. El amor, y queda escrito aquí, no existe. Y no os pongáis las manos en la cabeza. Que no he dicho cualquier locura. Porque es que es verdad, visto lo visto, el amor no existe. Y no es un canto a la desesperanza sino todo lo contrario. Que el amor no existe. Que el amor se crea. Y yo creo que ahí forma parte fundamental la voluntad. Que el que crea no es sólo que quiera sino que además, siente el deber de mostrarlo. De inventarlo. Sacar cinco minutos a hacerlo. A pararse y querer tener un detallito, una casualidad, un short message service, un algo.

No es una contradicción a todo lo que venía diciendo hasta entonces, sino más bien, reafirmando la premisa de donde viene todo lo que nadie se atreve a decir en público. Que al final lo que cuenta es la voluntad. Y que el deseo, el te quiero aquí cerquita y el prometo que, son solamente manifestaciones de un amor que nunca lo valoramos como merecía.

La vida no es que sea bella, la vida lo que es jodidamente maravillosa. Y ya de camino hago un homenaje a esa película de Roberto Benigni que tanto me impactó, no sólo la primera vez que la vi, sino todas las posteriores en las que me empapo de que si algo se desea, se consigue. Al carajo toda ley de causa-efecto. Al diablo con todas las leyes del pesimismo universal. Calladas las bocas de todos esos que tenemos al lado vestidos de "te lo dije" o "ya lo venía venir". Independientemente de las condiciones con las que se quiera jugar, aquí, en este trocito de papel se gana. Y no solo es que se gane, es que además, se vuelve a jugar.

No es que sea bella, que lo es. Es que encima es guapa, inteligente, independiente y con un pisito en la playa. Que la vida que te espera es lo que tu madre quisiera para ti. Y que con ganas se puede vivir. Dejémonos de tanto tenernos y empecemos a querernos. Dejémonos de tanto pedirse, y empecemos a dar. Pero dar de regalar. De tirarse besos sin justificación. De estar, más que de aparentar. De secar lágrimas más que de provocarlas. Empecemos a comernos las palabras, y ya si eso luego la boca. Pero sobre todo que se diga. Que después nos quejamos de lo que se besó. Pero nadie se autoculpa de lo que nunca se llegó a hablar. De lo que debió ser la voluntad de prometerse.

Cuando quieras sacar una sonrisa no la fuerces. Simplemente sonríe. Aparece. Que no hay nada más voluntarioso que aparecer en ese sitio donde menos te esperaban. Y sé puntual. Que no hay peor sueño que aquel que tarda en llegar. Si deseas, que sea con conocimiento de causa. Si se quiere, al menos que se lea. Si se escribe, que quede aquí. Te Quiero N. Y que N. se lo tome como quiera. Y que la que no sea N. y quiera, que se lo proponga. Que se lo curre. Que aquí las cosas hay que ganárselas. No caen del cielo. Que si quieres ser N., que lo pidas. Que tengas voluntad. Ganas. Deseos.

Y ya por último, la vida se mide en suerte. Te la tienes que encontrar también. En eso estoy de acuerdo. Pero es que no sólo te la tienes que encontrar, es que encima te tiene que mirar a la cara. Mirarte a los ojos y decir, te ha tocado. Hoy va por ti. 

Por eso cada vez creo más en la voluntad y menos en el amor. Porque cada día que pasa en esta sociedad de ambición y pisoteo, más valoro la voluntad que el querer. Porque quererse se puede uno querer muy bien o muy mal.

Pero si alguien tiene la voluntad de buscarte, es decir, si alguien se ha molestado en cerrar los ojos, apretar los puños, marcar tu teléfono, mandarte un audio, un hola, un te quiero, o simplemente te ha mirado repitiéndose en la mente, "ojalá me mire, ojalá me mire, ojalá me mire", entonces no es que te quiera. 

Entonces es que nunca va a dejar de creer en Shopenhauer. Por eso el amor no existe. Por eso todas las noches escribo de lo único que hago con voluntad, amar. 

Y por eso creo que algún día N. me dará la razón. Que el amor no existe, sí. Pero eso no quita para decir que con voluntad se diga, que el amor existirá. 

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