Se esconde en catorce likes que vienen sin palabras, sin besos y con una bonita fecha de caducidad. Amor de instagram. De esos que se echa de menos el poder tocar. Amores sin vellos de punta, sin caricia en el cuello, sin cama de quererse de todo menos acostar. Y el deseo se esconde todas las noches tras una pantalla de móvil que, dejándolo todo como está, remueve lo justo para ver si se deja perder al escondite. Dejando caer un te pillé, con la esperanza de un no pienso soltarte jamás. Ahí va mi indirecta en forma de escrito. Ahí va un todo me acuerdo de ti. Quince con este, para ver si se deja querer llamar amor de verdad.
Fotos que piden hablar, preguntas tontas que quieren empezar a conversar. Que se nos ha olvidado eso de dedicarle tiempo al escuchar. Y los dos, ambos, en nuestros cuartos, esperándolas venir. Amor de instagram. Que se buscan pero no se tocan, que se leen pero no se escriben. Amor de selfies que quieren provocar todo un escríbeme. Un mensaje corto con tanto que decirse. Donde se siente más que caracteres hay. Amores de instagram, que buscan el nombre de donde quieren descansar. Queriéndose aquí encontrar su nombre, sus sueños, su perfil, sus malditos miedos, que sirvan de indirecta muy directa en forma de publicación etiquetada para provocar.
Que cuanto más nos veíamos, más queríamos saber de lo nuestro. Navegando entre tantos cualquieras en busca de nuestra dosis, que, cuando menos te lo espera, te deja otro like firmado a esos labios que nunca me vieron hablar.
Y muchos menos besar.
El tuyo yace en el borde del folio, donde no me cabe, la demostración de que era todo un amor de verdad.
Firmado, Fermat.
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