Te como. Del presente de indicativo del verbo morder. Voy a comerte y no me voy a esperar ni a los postres. A invadir con aires de conquistador cualquier recóndito lugar de tu piel. A considerar tu cuerpo como continente inexpugnable, y a plantar mis caricias en todos los poros de tu piel, a cuales voy a ponerles nombre, a cuales voy a erizar de verdad.
Te voy a comer. Y empezar por los senderos de tus comisuras. A dejarte un buen leído en tus labios, a besarte antojos, a conquistar caricias y plantar mi bandera en cualquier ilusión que se dejó en el plato. Voy a comerte los miedos, todos los "y si..". Voy a devorar todos los no quiero que te han bofeteado en un pasado que ya no nos mira, que ya no nos quiere.
Te voy a comer las ganas, las vergüenzas, la fe. Y nos vamos a encomendar a cualquier mesa, a cualquier copa de vino esparcida en una habitación que nos va a sudar de tanto hacer el amor. Y voy a comerte la carne, el alma, el vicio. Y nos vamos a esconder en unas sábanas que servirán de tercer plato, de tentativa contra cualquier éxtasis, de gula, de chocolate, de clímax a punto de ebullición.
Porque pienso comerte de verdad. Donde no haya un mordisco sin justificación, donde no haya una avaricia en cada bocado. Y se te van a quedar las marcas de haberse dejado comer mucho, de haberse comido mejor. Tapando todas aquellas que ya no nos dan de comer, que ya no nos comen.
Y con la sensación de haber sabido a poco,
Pero con la seguridad de que si fuéramos a quedarnos con hambre,
Al único sitio donde volveríamos sería a los postres,
Donde tú esperabas, ya desnuda, mi boca,
Y yo,
tus ojos devorándome.
Ven aquí, y muerde.
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